lunes, noviembre 07, 2022

Bibliotrailer Celia se pudre (fragmento)

Este bibliotrailer  fue realizado por la Fundación IriArtes como parte de la estrategia transmedia del proyecto Celia se puede, cuyo propósito fue publicar la tercera edición de la novela Celia se pudre, del escritor colombiano Héctor Rojas Herazo.

Realizadora: Majo Fuentes
 

domingo, noviembre 06, 2022

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Cantaclaro: Celia ya no se pudrirá en el olvido Carátula de la...: Celia ya no se pudrirá en el olvido Carátula de la edición, diseñada por Rubén Egea Patricia Iriarte Directora de la Fundación IriArtes &quo...

Celia ya no se pudrirá en el olvido


Carátula de la edición, diseñada por Rubén Egea


Patricia Iriarte
Directora de la Fundación IriArtes




"Celia ya no se pudrirá en el olvido" es el título de la nota que escribí para la nueva edición de la revista semestral víacuarenta que circulará el mes próximo, publicada por la Biblioteca Piloto del Caribe. En esa nota que resumo aquí para los lectores de Cantaclaro hago un recuento de lo que ha sido el proyecto editorial Celia se puede, que hizo posible la reedición de la novela cumbre del escritor caribeño Héctor Rojas Herazo, Celia se pudre.

Sabemos que el lugar de Rojas Herazo en la trilogía de modernizadores de la literatura colombiana, junto a García Márquez y Cepeda Samudio, está reconocido, y que aunque el escritor toludeño fue conoció principalmente como poeta, también dejó una notable obra narrativa que comenzó a gestarse en 1962 con la novela Respirando el verano, en donde Rojas Herazo pone los cimientos de una trilogía fundada sobre Cedrón, de donde surgen dos de sus personajes principales: Celia Aterhortúa y su nieto Anselmo. En 1967, el mismo año en que se publicó Cien años de soledad, apareció su segunda novela, En noviembre llega el arzobispo, que pese a haber tenido la mala fortuna de salir al mismo tiempo que la obra maestra de GGM, fue reconocida por su aliento modernizador, casi estremecedor, de la literatura colombiana. Pasaron casi diez años entre esta novela y la última de la trilogía, Celia se pudre, obra en la que Rojas Herazo alcanza, en casi mil páginas, el sumum de su estilo literario. Una novela que por la fuerza de su prosa pero también por su compleja arquitectura narrativa, ha sido comparada con el Ulises, de Joyce, y Paradiso, de Lezama Lima. 

Nunca acompañada de una adecuada promoción, de Celia se pudre se han editado apenas 3.000 ejemplares en 36 años, pasando casi inadvertida para el público. A pesar de lo cual esta obra fue incluida en 1999 por la revista Arcadia entre los 100 libros colombianos del siglo XX, y en 2011 fue escogida por Credencial como una de las 25 mejores novelas colombianas en el último cuarto de siglo: “este es un libro clave por la belleza del personaje de Celia, por la narración de la vida cotidiana de un lugar llamado Cedrón y por la evocación que de aquel poblado hacen desde la ciudad diversas voces lejanas. Una larga novela sobre la melancolía.”

Revista víacuarenta N° 34 - 35


Fue por eso que, desde el año pasado, declarado Año Héctor Rojas Herazo por el Ministerio de Cultura y la Gobernación de Sucre con motivo del centenario del autor, la Fundación IriArtes se propuso adelantar un proyecto de reeditar esta obra. El objetivo del proyecto "Celia se puede", es facilitar el acceso a la obra con una edición económica y que realmente facilite su lectura, por lo cual la particularidad de esta edición es que viene publicada en cuatro tomos. 

Para esta tercera edición de Celia se pudre la dificultad que suponía la obtención de los derechos se sorteó mostrando a los herederos de Rojas Herazo, Patricia y Alfonso Rojas Barbosa, el espíritu pedagógico del proyecto y su intención de llevar la obra a las bibliotecas públicas. Ellos lo entendieron así y celebraron que la novela pudiera estar nuevamente en circulación. Y aunque ellos ya habían estado en conversaciones con Editorial Planeta para la publicación de este título, estas, por diferentes razones, no llegaron a término, y decidieron aceptar la oferta  de la Fundación IriArtes.


Héctor Rojas Herazo

El trabajo editorial propiamente dicho, es decir, el análisis de la obra para definir su segmentación, fue encargado inicialmente a la poeta y crítica Andrea Juliana Enciso. Ella, por razones laborales, no pudo realizarlo, pero se hizo cargo del prólogo de esta edición. Otros dos grandes conocedores de la novela, Ricardo Vergara Chávez y Emiro Santos, tampoco dispusieron de tiempo para acometer la tarea, por lo que, después de todos los intentos, decidí asumir yo la responsabilidad de separar esos 77 capítulos con un criterio que no fuera simplemente el de la división matemática de su millar de páginas. Por razones de espacio no me extenderé en la descripción detallada de ese oficio, pero puedo decir que la novela misma “colabora” en su segmentación, al no ser ella tampoco un relato monolítico. 

Otra cosa era el reto de hacer el proyecto viable, y para ello se concibió como perteneciente al sector editorial en las industrias culturales y creativas. Por ello, además de cumplir con una función cultural y con una función social al dotar con la obra a 150 bibliotecas públicas, el proyecto tiene una función económica dentro de la cadena productiva y el mercado del libro en Colombia. Más de 600 ejemplares impresos salieron a la venta del primer tiraje de mil ejemplares, es decir, que se ha puesto en circulación un total de cuatro mil nuevos libros impresos y por supuesto, una versión electrónica.


La obra puede adquirirse por $145.000 en la tienda virtual www.fundacioniriartes.org/tienda





Además de llegar a 150 bibliotecas públicas del país con un ejemplar de la obra, "Celia se puede" hace entrega de dos herramientas que les ayudarán al personal bibliotecario, maestros y promotores, a conocer y presentar la obra en los espacios de lectura. Se trata de una guía de lectura y un laboratorio de gamificación lectora del que se realizarán, en este año, varias sesiones para bibliotecas de Sucre y el Atlántico. Adicionalmente, el proyecto contempla una estrategia de promoción conformada por contenidos gráficos, audiovisuales y escritos que se pondrán en circulación a través de redes sociales, medios convencionales y sitios web.

Pieza gráfica de la campaña No dejemos que Celia se pudra,
impulsada por la Fundación IriArtes

La reedición y publicación de Celia se pudre en octubre de este año 2022 ha sido posible gracias al estímulo del Programa Nacional de Concertación del Ministerio de Cultura, al apoyo del Fondo Mixto de Promoción de la Cultura y las Artes de Sucre y a la alianza con las editoriales La Iguana Ciega, de Barranquilla, y Editorial Universidad de Magdalena. Sin embargo, por el alto costo del proyecto, superior a los $100.000.000, se activaron también dos campañas de consecución de fondos a través de la plataforma Vaki: “No dejemos que Celia se pudra”, y “Celia se lee”, que han sido claves para poder culminar el proceso editorial.

Todo con el fin, finalmente, de que una obra de sus calidades estéticas y dimensiones históricas para la literatura no se siguiera pudriendo en el olvido.

domingo, septiembre 04, 2022

 Marco Barboza Garcés y sus Hombres de Mar

La mirada que esculpe


Por Patricia Iriarte

La fotografía de Marco Barboza me atrapó desde la primera imagen que le vi. Se titulaba Natura y la publicó el 27 de agosto de 2020 en su página de Facebook. Estábamos en plena pandemia, confinamiento al día, y consumíamos imágenes y contenidos para media, multimedia y transmedia que daba gusto. El trabajo era condena y a la vez tabla de salvación en medio del encierro y la falta de contacto real. 

Era la imagen de un joven afro de perfil, ataviado con una filigrana del árbol de coco a manera de tocado que le bajaba hasta el cuello, los ojos café iluminados con la luz justa que, entrando por el lado derecho de la imagen, le llegaba al rostro.

En los meses siguientes continuó publicando una serie de rostros y torsos de hombres negros y morenos mimetizados, casi, entre los hilos de una atarraya, en una mandíbula de tiburón, en un collar de corales. Casi como esculturas de seres mitológicos, neptunianos, hermanos del pez y de las olas. Composiciones y encuadres no fabricados con o para modelos de revista sino con hombres reales de manos encallecidas, con jóvenes artistas o con amigos de su Tolú natal y de otros pueblos de la costa caribe. Hombres capaces de volverse uno con el animal que capturan, con el atardecer que contemplan o con la imagen que les llega en sueños. 

Ver esas fotos era un verdadero goce en medio del tedio, y me fui dando cuenta de que la escogencia de los planos, los diseños logrados con los materiales de la playa y el manejo de la luz, mostraban una propuesta en camino, y con un concepto estético muy personal.

Con el tiempo esta serie de fotografías se convirtió en una obra acabada que Barboza llamó “Hombres de Mar” y que comenzó a circular por el mundo: India, México, Italia, Francia, Grecia y Omán.

Afiche de la exposición en la Estación de Puerto Colombia (Atlántico)

 

Foto de Marco Barboza, serie Hombres de mar.



Marco le contó a Cantaclaro que el proceso creativo para llegar a este trabajo comenzó cuando él era solo un niño que correteaba por las calles y playas del Golfo de Morrosquillo. Nieto de un pescador artesanal, Marco aprendió desde pequeño las artes de la pesca, sus faenas, sus alegrías y sus sinsabores ante el vacío de las redes. Desde entonces, ya fuera jugando solo o mientras esperaba  en la playa la llegada de “sus héroes” como él los veía, comenzó a colocarse cosas sobre el cuerpo: algas, lianas, conchas, todo lo que pudiera adherirse a su piel para crear formas de manera intuitiva, en un juego que lo transportaba a otro mundo. No tardaron los amigos del barrio y los hombres de la casa en reprenderlo por sus extrañas ocurrencias. Probablemente al llegar a la adolescencia ya no pudo seguir ensayando sus diseños, pero entonces comenzó a dibujarlos en su cuaderno. Allí iba delineando, apuntando lo que luego llevaría al cuerpo de sus modelos. Y aún hoy sigue dibujando en el papel sus creaciones antes de llevarlas a la imagen fotográfica.

Un abuelo pescador, como el que tuvo Marco Barboza.



Las tradiciones artesanales del Caribe bajo la lente del fotógrafo toludeño.

Cuando llegó la cámara fotográfica a su vida fue cuando el ojo comenzó a mirar más profundo y a capturar el transcurrir del tiempo junto al mar. Así, los paisajes y las fotos de las faenas fueron dando paso a los estudios de anatomía o a las exploraciones con la luz y la velocidad que lo han llevado a obtener preciosas imágenes de la noche sobre el mar e instantes de luz atrapados entre las redes de pesca. Ojo capaz de esculpir sobre el cuerpo seres de ese otro mundo que habita en este. Pero no es esta la única temática que ocupa su catálogo. En la obra de Marco aparecen también otras tradiciones culturales de esa zona de Colombia, como la Semana Santa de Tolú, la talla en madera o los tejidos en palma, siendo también la fotografía un medio para rendirle homenaje a las tradiciones y memorias del pueblo.

Foto de Marco Barboza, serie Hombres de Mar


Algo hay en la mirada de Marco Barboza y en su sensibilidad que me recuerda a Alfonso Suárez, el maestro del performance fallecido en 2020, artista apasionado por la naturaleza, profundamente arraigado en el territorio que le tocó en suerte, y capaz de revelar la belleza de las cosas cotidianas.

Así percibo a este artista toludeño radicado en Cartagena, que ha venido a refrescar la mirada sobre las cosas y gentes de este Caribe tantísimas veces fotografiado. 

Próxima exposición de Hombres de mar en Santiago de Tolú.

sábado, agosto 13, 2022

 UN NUEVO CAPÍTULO 
EN LA HISTORIA DE COLOMBIA

Francia Márquez y Gustavo Petro


Después de seis años de inactividad, que coincidieron con la última parte del segundo mandato de Alvaro Uribe Vélez y cuatro de gobierno de Iván Duque, este blog se abre de nuevo a los lectores tras el triunfo del candidato Gustavo Petro Urrego y su Vicepresidenta Francia Márquez Mina. Ellos conforman, a partir del 7 de agosto de 2022 y hasta el 7 de agosto de 2026, el primer gobierno de izquierda de la historia colombiana, en representación de una amplia coalición de fuerzas progresistas denominada Pacto Histórico. Él economista y ella abogada, ambos tendrán en sus manos la responsabilidad de aclimatar un cambio político, social y económico en un país que lleva más de 50 años padeciendo una guerra interna que deja más de ocho millones de personas desplazadas y cerca de medio millón de personas muertas, la mayoría civiles. Porque a pesar del acuerdo de paz firmado en 2016 entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC, persisten en Colombia numerosos grupos disidentes de esa guerrilla que no se acogieron al acuerdo, además de las acciones del Ejército de Liberación Nacional (ELN), y los permanentes ataques ejecutados por bandas del paramilitarismo o del narcotráfico, que en su disputa por el control del territorio para sus negocios ilícitos someten a los habitantes a las más terribles atrocidades.

Por eso, uno de los principales objetivos anunciados durante la campaña electoral y ratificado ayer por el Presidente Gustavo Petro en su acto de posesión, es el de construir una paz total que ponga fin a la confrontación armada con el ELN y demás grupos armados.

El domingo 7 de agosto, en un acto de posesión sin precedentes en la historia de Colombia por la masiva participación de la ciudadanía, el ambiente festivo que lo enmarcó y una ceremonia cargada de elementos simbólicos, el Presidente Petro resumió los compromisos de su mandato en el siguiente decálogo (ver versión completa en el enlace): 

1. Trabajar para conseguir la paz verdadera y definitiva.

2. Cuidar de nuestros abuelos y abuelas, de nuestros niños y niñas, de las personas con discapacidad, de las personas a las que la historia o la sociedad han marginado.

3. Gobernar con y para las mujeres de Colombia. 

4. Dialogar con todos y todas, sin excepciones ni exclusiones porque será un gobierno de puertas abiertas. 

5. Escuchar a colombianas y colombianos, porque no se gobierna a distancia, alejado del pueblo y desconectado de sus realidades.

6. Defender a los colombianos y colombianas de las violencias y trabajar para que las familias se sientan seguras y tranquilas.

7. Luchar contra la corrupción con mano firme y sin miramientos. 

8. Proteger nuestro suelo y subsuelo, nuestros mares y ríos, nuestro aire y cielo.

9. Desarrollar la industria nacional, la economía popular y el campo colombiano.

10. Cumplir y hacer cumplir nuestra Constitución. 


Una posesión presidencial nunca antes vista

Seis hechos hicieron de esta posesión presidencial una ceremonia especial, cargada de simbolismo y emoción. La primera, el juramento de Francia Márquez por sus ancestros y ancestras, y "hasta que la dignidad se haga costumbre", que significó nada más y nada menos que la entronización de un discurso alterno en la liturgia de las ceremonias de cambio de mando. Francia alteró para sí, para su asunción en el segundo cargo de importancia en el país, para su circunstancia histórica, la fórmula oficial de juramento, en un acto de soberanía ejercido por una dirigente surgida en las bases populares de uno de los departamentos más olvidados del país.

Foto: Reuters


La segunda, la imposición de la banda presidencial a Gustavo Petro por parte de María José Pizarro, hija del dirigente del M-19 Carlos Pizarro Leongómez, asesinado cuando era candidato presidencial en las elecciones de 1990, y después de haber liderado el proceso que terminó en la dejación de armas de ese movimiento.

Foto Semana


La tercera, la orden del Presidente de la República, acabando de asumir el cargo, de traer al Capitolio Nacional la mítica espada de Bolívar; la misma que el M-19 había extraído de la Quinta de Bolívar 48 años atrás y que fue devuelta al país en 1991 por Antonio Navarro Wolff. Esto después de que el presidente saliente, Iván Duque, se negara la noche anterior a autorizar la salida de la espada de la Casa de Nariño.


La cuarta, la rendición de honores militares al Presidente Gustavo Petro, que si bien es parte del protocolo de la posesión, en esta ocasión tuvo una connotación especial  por la condición de preso político que tuvo el Presidente en los años noventas, y sus tensas relaciones con el estamento militar.

Foto AFP


La quinta, el hecho de haber roto con la costumbre de hacer ceremonias de cambio de mando cerradas a un grupo de invitados especiales, y proponer en cambio una gran fiesta nacional y una plaza abierta que fue colmada por personas de todo el país que vinieron, como yo, a vivir la histórica ocasión. 



La sexta ocurrió antes del 7 de agosto, cuando el Presidente electo participó en una ceremonia de posesión ante las autoridades indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, y en Bogotá lo hizo ante autoridades populares, comunitarias, étnicas y de los movimientos sociales. Un acto en el que el Presidente recibió el Mandato Popular, que según expresaron los organizadores, "recoge el sentir del pueblo organizado para el fortalecimiento del poder social."




LA POSESIÓN DESDE LAS CALLES

Texto y fotos: Patricia Iriarte



Semanas antes de la posesión presidencial, el Pacto Histórico hizo saber que en esta ocasión el país iba a vivir una cosa distinta. Se comenzó a hablar de la organización de la ceremonia -si le correspondía al gobierno entrante o al saliente- y de los costos que iba a tener. Se supo, finalmente, que era el gobierno saliente el que estaría a cargo del protocolo y de la lista oficial de invitados, con lo cual quedó descartada la presencia de los presidentes de Nicaragua, Cuba y Venezuela.  Entre tanto, los voceros del gobierno entrante daban detalles sobre la gran fiesta que estaban organizando, con artistas de todo el país invitados a actuar en las diferentes tarimas que se instalarían en Bogotá, y con pantallas gigantes en las principales ciudades para que la gente siguiera en detalle lo que iba a ocurrir en la Plaza de Bolívar. Una programación cuyo costo apenas si superó el valor legal asignado por decreto a la ceremonia de posesión, según explicó la coordinadora del evento, Marisol Rojas.



La plaza, a diferencia de lo sucedido tradicionalmente en los cambios de mando, estuvo en parte reservada para los miembros del gobierno e invitados nacionales y extranjeros, pero también abierta para que todo el que quisiera estuviera presente en el histórico acto. El acto en el que por primera vez en la historia de Colombia un presidente de izquierda asumiría el poder. El resultado fue una plaza abarrotada hasta las banderas, y todo el centro histórico de la capital, en sus cerca de 80 cuadras, ocupado por una muchedumbre eufórica que compartía su alegría y redescubría la esperanza. Danzas, comparsas y disfraces típicos venidos  de los cuatro puntos cardinales del país desfilaban por las calles junto a los ciudadanos que se dieron cita en Bogotá para ser testigos del evento. Les sugerí a mis amigas que nos acercáramos a la tarima de la Cra 7 con 12A para ver al grupo de mujeres de Patapelá, de Sincelejo, al que tengo por uno de los mejores en su línea de cumbia y bullerengue. No alcanzamos a verlas porque la tarima del Parque Santander con entretuvo un rato un grupo caleño de bailarines de salsa, y cuando llegamos a la 12 ya habían terminado su presentación. Pero vi grupos de Casanare, San Andrés y Providencia y Nariño. Y todo transcurrió sin que se presentara un solo hecho violento, un riña o algo que lamentar en toda la jornada.





Yo fui una de las personas que viajó desde el sábado 6 de agosto a Bogotá y me uní el domingo a un combo de amigos para recorrer esas calles festivas hasta las dos de la tarde y luego, juntarnos en una casa para ver la transmisión por televisión, pero el encanto de las calles nos cautivó más de la cuenta y el inicio de la ceremonia nos sorprendió aun en el restaurante donde entramos a almorzar. En los televisores allí instalados vimos cuando el Presidente Petro salió del Palacio de San Carlos de la mano de su esposa Verónica Alcocer, y seguidos de sus hijos  se dirigieron -sin alfombra roja- hasta la Plaza de Bolívar. Las banderas ondearon con vigor, y el coro del “Sí-se-pudo” se levantó como una sola voz. Parecía increíble que estuviéramos viendo esta escena, después de décadas de luchas, de derrotas, de atentados, de magnicidios, de calumnias…




La noche anterior el taxista que nos hizo una carrera a una amiga a mí, nos dijo que había recibido videos en los que Gustavo Petro y Francia Márquez asistían a un rito satánico; que varios de estos ritos se habían realizado en la misma Casa de Nariño, y que ya era bien sabido que los nuevos gobernantes pertenecían a una de esas sectas. Afirmó ser un “estudioso” del tema satánico y que era capaz de detectar si una persona era practicante de alguna de sus variantes, y entonces enumeró: “yoga, feng shui, brujería, vampirismo… etc.” Mi amiga y yo pasamos del estupor a la risa, y entonces recordé la entrevista concedida horas antes por la senadora María Fernanda Cabal a la revista Cambio, en la que la congresista del Centro Democrático declaró, entre otras cosas, que la izquierda colombiana se había “inventado” seis millones de desplazados y seis mil falsos positivos; porque le gusta el número seis, dijo con sorna, “como el diablo, como la bestia.” La derecha, pensé entonces, como siempre, dispuesta a todo, incluso al ridículo con tal de desacreditar a su principal opositor. Pero esta vez no les valió de nada porque por fin el pueblo se había manifestado, derrotando en las urnas el nefasto legado uribista. 



Otro aire, otra luz, otra etapa se estaba respirando ya, junto a la certeza de estar asistiendo a una segunda oportunidad para todos, como dijera el Presidente Petro en su discurso de posesión. Un discurso poderoso, como lo fue también el del presidente del Senado, Roy Barreras. Ellos, junto a la mayoría de los ministros  y ministras designados para ese momento, comenzaron a demostrar desde la primera semana de trabajo, que el nuevo gobierno está en manos de hombres y mujeres que estarán a la altura del reto que les espera: construir una matria más justa, más próspera y más segura para todos, un país donde sea cada vez más posible esa promesa de vivir sabroso




Los rumbos de Sara Harb   Por Patricia Iriarte   Me sumergí en él, salí, pasaron días. Lo retomé y volví a leer uno de los últimos c...