domingo, septiembre 04, 2022

 Marco Barboza Garcés y sus Hombres de Mar

La mirada que esculpe


Por Patricia Iriarte

La fotografía de Marco Barboza me atrapó desde la primera imagen que le vi. Se titulaba Natura y la publicó el 27 de agosto de 2020 en su página de Facebook. Estábamos en plena pandemia, confinamiento al día, y consumíamos imágenes y contenidos para media, multimedia y transmedia que daba gusto. El trabajo era condena y a la vez tabla de salvación en medio del encierro y la falta de contacto real. 

Era la imagen de un joven afro de perfil, ataviado con una filigrana del árbol de coco a manera de tocado que le bajaba hasta el cuello, los ojos café iluminados con la luz justa que, entrando por el lado derecho de la imagen, le llegaba al rostro.

En los meses siguientes continuó publicando una serie de rostros y torsos de hombres negros y morenos mimetizados, casi, entre los hilos de una atarraya, en una mandíbula de tiburón, en un collar de corales. Casi como esculturas de seres mitológicos, neptunianos, hermanos del pez y de las olas. Composiciones y encuadres no fabricados con o para modelos de revista sino con hombres reales de manos encallecidas, con jóvenes artistas o con amigos de su Tolú natal y de otros pueblos de la costa caribe. Hombres capaces de volverse uno con el animal que capturan, con el atardecer que contemplan o con la imagen que les llega en sueños. 

Ver esas fotos era un verdadero goce en medio del tedio, y me fui dando cuenta de que la escogencia de los planos, los diseños logrados con los materiales de la playa y el manejo de la luz, mostraban una propuesta en camino, y con un concepto estético muy personal.

Con el tiempo esta serie de fotografías se convirtió en una obra acabada que Barboza llamó “Hombres de Mar” y que comenzó a circular por el mundo: India, México, Italia, Francia, Grecia y Omán.

Afiche de la exposición en la Estación de Puerto Colombia (Atlántico)

 

Foto de Marco Barboza, serie Hombres de mar.



Marco le contó a Cantaclaro que el proceso creativo para llegar a este trabajo comenzó cuando él era solo un niño que correteaba por las calles y playas del Golfo de Morrosquillo. Nieto de un pescador artesanal, Marco aprendió desde pequeño las artes de la pesca, sus faenas, sus alegrías y sus sinsabores ante el vacío de las redes. Desde entonces, ya fuera jugando solo o mientras esperaba  en la playa la llegada de “sus héroes” como él los veía, comenzó a colocarse cosas sobre el cuerpo: algas, lianas, conchas, todo lo que pudiera adherirse a su piel para crear formas de manera intuitiva, en un juego que lo transportaba a otro mundo. No tardaron los amigos del barrio y los hombres de la casa en reprenderlo por sus extrañas ocurrencias. Probablemente al llegar a la adolescencia ya no pudo seguir ensayando sus diseños, pero entonces comenzó a dibujarlos en su cuaderno. Allí iba delineando, apuntando lo que luego llevaría al cuerpo de sus modelos. Y aún hoy sigue dibujando en el papel sus creaciones antes de llevarlas a la imagen fotográfica.

Un abuelo pescador, como el que tuvo Marco Barboza.



Las tradiciones artesanales del Caribe bajo la lente del fotógrafo toludeño.

Cuando llegó la cámara fotográfica a su vida fue cuando el ojo comenzó a mirar más profundo y a capturar el transcurrir del tiempo junto al mar. Así, los paisajes y las fotos de las faenas fueron dando paso a los estudios de anatomía o a las exploraciones con la luz y la velocidad que lo han llevado a obtener preciosas imágenes de la noche sobre el mar e instantes de luz atrapados entre las redes de pesca. Ojo capaz de esculpir sobre el cuerpo seres de ese otro mundo que habita en este. Pero no es esta la única temática que ocupa su catálogo. En la obra de Marco aparecen también otras tradiciones culturales de esa zona de Colombia, como la Semana Santa de Tolú, la talla en madera o los tejidos en palma, siendo también la fotografía un medio para rendirle homenaje a las tradiciones y memorias del pueblo.

Foto de Marco Barboza, serie Hombres de Mar


Algo hay en la mirada de Marco Barboza y en su sensibilidad que me recuerda a Alfonso Suárez, el maestro del performance fallecido en 2020, artista apasionado por la naturaleza, profundamente arraigado en el territorio que le tocó en suerte, y capaz de revelar la belleza de las cosas cotidianas.

Así percibo a este artista toludeño radicado en Cartagena, que ha venido a refrescar la mirada sobre las cosas y gentes de este Caribe tantísimas veces fotografiado. 

Próxima exposición de Hombres de mar en Santiago de Tolú.

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