domingo, octubre 18, 2009

La ceiba y la memoria


Por Patricia Iriarte

La ceiba es el gran árbol de las sabanas y bosques secos tropicales, y todos los pueblos que han convivido con él lo han considerado sagrado. Así fue para los mayas, quienes creían que sus ramas permitían abrir los 13 cielos,y ciertas tribus de la Amazonia peruana conciben un universo formado por tres planos que se comunican a través de una ceiba.

Es el árbol mayor de Africa Occidental y en la mitología yoruba es la madre protectora de Orula, hermano de Changó, a quien Elegba enterró al pie de este árbol para salvarle la vida. Se le aprecia mucho en Asia por su flor algodonosa que proporciona las más suaves almohadas y cojines, porque en efecto, la isla de Java, Malasia, Filipinas e Indonesia comparten con nosotros algunas de las 48 especies de este género, siendo una de ellas la ceiba caribaea, que es, seguramente, la que se honra en Cuba y Puerto Rico, donde la han escogido como el árbol nacional.


Hago esta breve introducción botánica porque no es cualquiera el emblema que ha elegido Roberto Burgos para hablarnos del peso que tiene la memoria entre los hombres y mujeres que fueron desterrados o transterrados desde su patria africana hasta estas tierras a través de un mar hasta entonces desconocido que los enfermó, que se los tragó y que después los vomitó, ya destruidos, en una plaza de Cartagena.

Es desde la ceiba, como tótem de la cultura afroamericana, desde donde el escritor Burgos Cantor intenta remontar el olvido. A su copa se sube para mirar hacia atrás y traer al presente las palabras negadas. Es bajo sus raíces donde escarba para sacar la lengua de Benkos y de Analia Tu Bari. La lengua, enterrada como un “viejo cuchillo que se pudre y no corta.”

Porque la memoria, que aquí “se oxida y desaparece”, tragada por el coral, es el gran leit motiv de esta novela cuyo tema, sí, es la esclavitud, pero más allá de ella, es el oprobio ante el holocausto que el ser humano es capaz de orquestar para someter a otro ser humano, y que después olvida pero después quiere hacer recordar mediante escalofriantes artilugios de museo en un afán de escarmiento que llega a ser tan cruel como el holocausto mismo. Y este es uno de los aspectos del libro en el que quisiera detenerme, porque el autor no tendría necesidad, en apariencia, de introducir esa referencia a la tragedia del pueblo judío durante el régimen nazista teniendo ya en sus manos una historia tan poderosa y bien contada como la de Pedro Claver, el misionero de las negrerías.

Pero resulta que sí, que esa parábola que traza la visita de un profesor cartagenero al campo de Auschwitz y que al principio no encajamos muy bien como lectores, va encontrando su lugar en el relato. Las reflexiones de Roberto Antonio en ese lugar nos sitúan en el espacio y en el tiempo, nos hacen conscientes del vínculo entre esas dos injusticias históricas, y nos pone de presente la escala del horror con que se miden ambas.

Algo sucede –dice Roberto–: “siento que esta tragedia es de todos. Los edificios vacíos de humanidad y cargados de las huellas del sufrimiento entregan un símbolo terrible y premonitorio, el despojo de los seres humanos que allí fueron destruidos y la suma de angustias al desconocer el porqué del odio y el desconsuelo infinito cuando el silencio del oprobio continúa a pesar del desconcierto inocente: por qué me matas a mí. Suma escandalosa de preguntas que se perdieron en la devastación.”

La ceiba de la memoria es también un libro de viajes, de periplos históricos que al fin y al cabo se encuentran, a bordo de naves o de trenes que atraviesan en la noche el invierno. De viajes definitivos, sin retorno posible, que cambian para siempre o encuentran el curso del destino. Los viajeros, si, son Pedro Claver, Alonso de Sandoval, Thomas Bledsoe, Dominica de Orellana, Roberto Antonio… pero fueron también los millones de yolofos, bantúes, minas, congos, mandingas y carabalíes, no que vinieron, que los trajeron, como repite sin cesar Analia en su monólogo y como lo lamenta, sin cansancio, el invencible Benkos. Ellos hablan y gritan, susurran y se callan, y vemos cómo sangra su memoria de tanto añorar su tierra y sus orígenes.

En ese deseo desesperado de los esclavos por recordarle al otro y a sí mismos quiénes son y de dónde vienen, está también el intento desesperado de Bledsoe por darles la voz que la historia les negó. Como dice, ya cansado, en esa conmovedora carta final que le escribe desde Roma a Pedro, el amigo que encontró mientras buscaba al personaje:

“Yo, su corresponsal sin destinatario, soy un hombre que tiene una ilusión del pensamiento (...) pensé que el conocimiento del pasado (...) tendría que ver con las desgracias o felicidades del presente. Todo, Pedro, parece condenado a ser pasado. Entonces apenas la memoria nos mostrará el rumbo. Si la salvamos, por supuesto.”

Thomas no cree haberlo logrado, y en medio de su desconsuelo dice: “No he podido encontrar la voz de los esclavos. Esa voz se perdió. ¿Qué queda?” En efecto, el escritor dice haberse propuesto una tarea imposible pero “usted, Pedro, me ha mostrado el valor inmenso de lo inútil.”

Esto le escribe Thomas a Pedro, o quizás, se lo dice Roberto a sus lectores, pero no Roberto Antonio, el cartagenero que le enseñaba a Thomas a bailar ritmos caribeños, sino el otro Roberto, Burgos, el creador que se esconde en su otro ego. El escritor que, al parecer, ha adquirido “…esa forma de locura que consiste en volverse vocero del corazón ajeno.” En este caso, el de Pedro, pero también el de Analia Tu Bari, la que nos repite “Yo no vine, me trajeron”; y el de Benkos, con su grito de siglos; y el de Alonso, el fiel compañero de Pedro; y el de la española Dominica de Orellana, increíblemente atrevida para su tiempo; vocero incluso de un viejo lobo de mar llamado Alekos Basilio Laska, el marino que todo hombre lleva dentro, y en últimas, aunque no lo crea, vocero de un continente esclavizado y de una parte de la humanidad que todavía se resiste a la ignominia.

Pero Bledsoe dice que es inútil ser el vocero del corazón de otros hasta no conocer el propio. Y es eso lo que aprendió en ese viaje a la ceiba de la memoria: a conocer el suyo.

La Ceiba es, como ya está dicho, la gran novela colombiana sobre la esclavitud. Un libro conmovedor por su sinceridad, por su apuesta total, por la belleza que destila en sus descripciones, en sus diálogos, en sus reflexiones sobre el mar, sobre la ciudad, sobre la compasión de un hombre por sus semejantes, por su homenaje a la amistad, a la soledad, a la pasión y por supuesto y sobre todo, al Caribe; ese mundo de marismas, de papeles enmohecidos, de malecones indefensos, de arena azotando las ventanas, ese mundo donde hombres y mujeres reconstruyen su historia a la sombra de los árboles.


Texto leído en el marco del XXI Encuentro Nacional de Literatura, dedicado este año a la obra del escritor colombiano Roberto Burgos Cantor, y organizado por el Centro Cultural Cayena de la Universidad del Norte.


miércoles, octubre 14, 2009

Clemencia Tariffa, voz poética como ninguna













Mírenme bien de día
porque
en las noches
mi piel de erizo
se vuelve extraña,
parece un cordel templado
donde solo un roble
podría hacer música.





Cefirillo

Salió mansamente y así entreabrió
un rocío de labios mojados.
No sé, pero desde que salió
regias cometas he volado
sin fin.






Chantaje


Que se alboroten lindas mariposas
sobre nuestros cerebros cálidos
mientras van los pensamientos
que tanto amo
chantajeando un país entero,
y por los corredores oscuros
se incendien siempre
un par de senos pequeños
entre sus manos jugosas.
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martes, octubre 13, 2009

Plumas invitadas: Sara Harb

Atendiendo la invitación de Cantaclaro a compartir textos y pretextos, la cineasta barranquillera Sara Harb nos ha enviado esta pieza que interpreta, estamos seguros, el sentir de muchos habitantes de esta ciudad donde el silencio es, cada día más, una rara avis.


Vigilia estridente


El ruido es insoportable. No hablo solamente de los decibeles a los que sus habitantes escuchan la música o hablan, no. Hablo de un rugido permanente con el que se convive.

Si en esta ciudad se hiciera un registro de los sonidos durante veinticuatro horas, se podría grabar un verdadero caos que empieza a la medianoche con el estruendo de motocicletas que a esa hora pasan conducidas por jóvenes de estrato seis cuyos padres se las regalaron en navidad y no han tenido oportunidad de correr. Se trata de motocicletas de un

a cilindrada que permite rodar a una velocidad tal que no se explica uno como no se matan en el intrincado y estrecho laberinto que son las calles de Barranquilla, que tiene trampas y huecos tan conocidos que para andar a pie o en carro es necesario conocerlos de memoria, como jugando la misma partida del viejo Mario Bros.

Cuando se aleja la moto queda flotando su ruido sobre un lastimero y ominoso vallenato que sale, si no de una cuatro puertas, de un karaoke de algún frustrado cantante que ha decidido organizar una fiesta en el patio de su casa para mostrar a sus conocidos su talento y toda la noche, hasta el amanecer, prueba sus dotes.

A las tres de la mañana, intentando entonces recuperar las horas de sueño perdidas, y ya casi a punto de lograrlo, el camión que recoge las basuras entra a la cuadra dando corcoveos. Las palancas que hacen que se trague la carga hedionda producen sonidos metálicos secos como de piñones que chocan cuando se pone en movimiento.

Habiendo recuperado el sueño, cuando apenas empiezo a adentrarme en mi subconsciente, hace su aparición por la calle trasera del edificio un bus de servicio público que grazna como un viejo fumador acabado de levantarse; se detiene dando un frenazo cuyas bandas emiten un sonido que ha logrado espabilarme completamente.

A tres casas del edificio donde vivo se alza la construcción de otro donde sin ningún permiso ni consideración, ni intención de respetar el silencio del entorno, un trabajador y sólo uno, se pone a romper un bordillo con un cincel, a las cinco y media de la mañana. El martillazo sobre la piedra retumba no sólo en toda la manzana sino que ha logrado estremecer mi masa encefálica como para ponerme en la punta de los nervios.

Ya a las seis, entrados en confianza, los buses que mientras amanecía hacían un esfuerzo por no sonar tanto, a esta hora son una algarabía de pitos que confirma sin recato su permanente abuso no sólo del espacio público sino su negligencia por respetar el silencio que es un derecho de todos.

A las siete y media se alza una mezcla de bocinas de carros, buses y motos, cascos de caballos, gritos, pregones, frenazos, que llega hasta el medio día.

Los poquísimos minutos de silencio entre la una y las dos de la tarde los atraviesa un abuso encarnado por un tipo en una carreta que clama por aparatos usados, especialmente baterías de carros y electrodomésticos viejos que dice comprar pero que todos saben que es un parapeto para robarse lo que queda mal puesto en las aceras, especialmente de los edificios y casas en construcción. Este auriga impertinente de megáfono y voz obscena termina con el estado plácido y corazón contento que produce la barriga llena.

Cuando se intenta restablecer la calma de la siesta, que efectivamente todavía es costumbre en esta ciudad, un melancólico trabajador de algún local comercial de los que hay regados por todas partes en esta ciudad sin distinción de barrio residencial o sector comercial, o a algún lavador en cualquier garaje, se le da por abrir las puertas del carro que limpia y pone a todo volumen un ripioso vallenato para que el mundo entero sepa que está enamorado o que tiene una pena de amor.

Ya a esta hora, pitos de buses y carros, rugir de motos, carreteros con megáfonos, martillazos sobre cemento, taladros mecánicos, negras vendiendo bollos y alegrías, hombres que gritan aguacates, todos, hacen que el ruido en la ciudad llegue a su clímax.

Al final de la tarde esto se convierte en un zumbido gigantesco y largo como el volar de un animal prehistórico enorme que lo llena y lo cubre todo.

Ese zumbido que pareciera no tener espacio para nada más, recibe el aporte de los perros vecinos que en la tarde ladran y aúllan para que les den de comer. La banda de cotorras, que vienen a pasar la noche en el palo de mamón que hay frente al edificio, también hace su aporte.

Pareciera que todo ese estropicio sucediera en una ciudad que no tiene espacio para oír el sonido de la naturaleza. No se sabe como es el silencio aquí.

Los pájaros se las ingenian en la mañana y en la tarde para apoderarse de los segundos que quedan de silencio en este escenario atiborrado de ruidos que es la ciudad.

Finalmente, las únicas horas plácidas que quedan en un día, si no es fin de semana, están entre las diez y las doce de la noche, antes de que aparezca el aburrido adolescente, que en contradicción con la vida, desafía con su moto al azar y juega a no quedar estampillado en cualquier esquina.

La plena de la esquina y la muerte


Del libro La suerte del perdedor, de Carlos Alberto Polo.

Wilson no era un chico malo, de esos que por ahí le pasa a uno un fresquito cuando los borran y el barrio entero descansa; este no es el caso de Wilson. Terminó su bachillerato sin pena ni gloria, se quedó varado, encallado en la esquina, como la gran mayoría de muchachos del sector, sin posibilidades, descontando la consabida elección de los uniformes, en fin. La esquina lo atrapó y entre la música africana, el rap, la cancha de baloncesto, la bola è trapo, los amigos, le iba ocurriendo la vida, sin afanes, estirando los días en medio del desocupe, esperando ese “no se qué” que todos esperamos, sin hacerle daño a nadie. El barrio se pregunta entonces, ¿qué pasó? Se comenta muy quedo por ahí que los otros (los que ya sabemos) lo confundieron y ya, así de fácil. Lo más triste es que fue en la esquina, en la oficina, donde ahora hay un espacio roto, un vacío, donde repica un balón solitario de baloncesto porque no hay mano que lo sostenga y las discusiones sobre la música negra bajaron de volumen. Y nadie dijo nada cuando lo arrancaron del bordillo, cuando la pistola se estrelló en su cabeza, cuando lo montaron al auto a empellones, y la esquina esa noche sola, y su madre esa noche muda, y el barrio esa noche miedo, y todos esa noche triste, y la mañana de esa noche gris, y la llamada de esa noche cruel y el llanto, y la pena, y no pasa nada, y nadie dice nada, ni Bob Marley, ni 50 cent, tampoco el afiche de Michael Jordan en el cuarto de Wilson mirando con sus ojos de papel la cama vacía, mucho menos el dibujo en grande de su pikó favorito “El negro rumbero”, tampoco las balas en su cuerpo, ni la esquina herida y el luto y los por qué; era un buen muchacho, no se metía con nadie, y esta historia está calcada, repetida, y lo peor, ¡ésta no será la última! Normal, todo aquí pasa, habitamos el glorioso Barrio Popular donde perro come perro y por un peso te matan. Y los martes, los domingos se quedaron sin goleador, la esquina con un puesto vacío, hasta que otro caiga en la trampa, ésa de los varados, ésa de las posibilidades, la misma de cada año, no hay para la U, no hay empleo, no hay cómo, no hay qué, no, no, no. Nihilista, desesperado, es este barrio borracho y perezoso, esquinero y vagabundo, vitalista y caníbal, astilla en el corazón, vertedero del fracaso. Toca matar el tigre, torcerle el cuello al cisne, agarrarse fuerte los huevos, subir la cresta de la ola, acabar de una buena vez con esta suerte de maleficio milenario de los pobres, voltear la arepa, sacar el pecho. Agúzate, agúzate, camará, que te están velando, caballero, agúzate. Cuidao con el cañón que truena, cuidao con el frío metal con el que señalan, cuidao con los anormales que andan loqueando, cuidao, muchacho, cuidao, pana, cuidao, brother, que el tocino no está pa salsa, y esto es la plena que te canto yo desde mi barrio, y esto la plena, pelao, que el caldero está caliente, oye este pregón. Cuidao en la acera, cuidao donde quiera. Ya tú sabes, Héctor, cómo se pone la cosa caliente, cuidao, cuidao, camará quel timbal está que explota. Esto es la plena del bajo barrio, la verdá de los campeones del combate cotidiano. Cántalo Lavoe, cántalo por los inocentes caídos, por los pelaos sanos que bravean en las esquinas esperando que la pelota ruede pà este lao, por las balas ciegas que no distinguen, por mi manzana que hoy está de luto, por la pena, por la pena, por la pena, y ésta es la plena que yo te canto. Esta es la plena de la esquina y de la muerte.

domingo, octubre 11, 2009

Los momentos y sus protagonistas


Los momentos: El foro del Observatorio del Caribe "De la Liga Costeña al Fondo de Compensación Regional", realizado el 8 y 9 de octubre en Santa Marta, y el Foro "Los Desafíos de la Región Caribe", realizado el 10 de octubre en Barranquilla en el marco de la celebración del Día de la Región Caribe.

Los protagonistas: Antonio Hernández Gamarra, Adolfo Meisel Roca, Eduardo Verano de la Rosa, Elvia Mejía Fernández y Edgar Rey Sinning, como figuras que proyectan, a través de su labor institucional y personal, un compromiso con este momento histórico en el que la Región Caribe está cerca de hacer realidad la aspiración de la autonomía.

Pero tras ellos, o con ellos y ellas, está un equipo de trabajo en el que vale la pena mencionar a Madalina Barboza, directora ejecutiva del Observatorio, Cecilia Arango, asesora del gobernador del Atlántico y Sandra Devia, coordinadora de comunicaciones de la misma gobernación, y entre los comunicadores y periodistas que han tenido un papel destacado en el proceso, Víctor Herrera director de Caracol y Martín Tapias, director de Notivisión y de la nueva web www.regioncaribe.org


Aquí, la foto oficial del Día de la Región Caribe, donde todos los gobernador
es y los alcaldes de Cartagena y Santa Marta (el de Barranquilla brilló por su ausencia), posan con la Ministra de Comunicaciones María del Rosario Guerra y Elvia Mejía.

La alcaldesa de Cartagena arrancó aplausos del público con su aguerrida intervención.

Lleno total tuvo el sábado el Teatro Amira de la Rosa.

El equipo de producción de Telecaribe estuvo a tono con el momento, asegurando una transmisión en directo de seis horas.


La vocera de la Red de Mujeres del Caribe, Audes Jiménez, durante sus comentarios al panel de Antonio Hernández Gamarra sobre equidad en la Región Caribe.

En Santa Marta, Edgar Rey y Eduardo Verano de la Rosa.

Al gobernador Verano de la Rosa le celebraron en Santa Marta el cumpleaños número 59 con una torta que, por supuesto, tenía como motivo la Región Caribe.
Antonio Hernández Gamarra, director del Observatorio del Caribe, dando declaraciones a la prensa el viernes pasado, al finalizar el Foro sobre el Fondo de Compensación Regional.

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jueves, octubre 08, 2009

Citas con la historia



Compromiso Caribe: de la Liga Costeña al Fondo de Compensación Regional.

Santa Marta, 8 – 9 de octubre 2009,

Hotel Estelar Santamar, Km. 8, Pozos Colorados

8 de Octubre

9 a.m. – 9:20 a.m. Palabras del Alcalde de Santa Marta, Doctor Juan Pablo Díazgranados y del Gobernador del Magdalena, Doctor Omar Díazgranados Velásquez.

9:20 – 9:40 a.m. 90 años de la Liga Costeña y los retos de la Región Caribe. Intervención de Antonio Hernández Gamarra, director Académico del Observatorio del Caribe Colombiano.

9:40 – 10:30 a.m. Gobernabilidad y vigencia del Compromiso Caribe. Intervenciones de:

• Judith Pinedo Flórez, Alcaldesa de Cartagena

• Cristian Moreno Panesso, Gobernador del Cesar

• Eduardo Verano de la Rosa, Gobernador del Atlántico

Moderador: Édgar Rey Sinning, director de Telecaribe.

10:30 – 11:30 a.m. Cultura e identidad Caribe: Diálogo con el compositor Adolfo Pacheco Anillo. Entrevista: Ariel Castillo Mier, investigador literario y editor de la Revista Aguaita.


12 m. – 2:30 p.m. Almuerzo libre.

2:30 p.m. – 3:15 p.m. El Fondo de Compensación Regional. Conferencia a cargo de Adolfo Meisel Roca, gerente del Banco de la República, sucursal Cartagena, y de Luis Armando Galvis, investigador del CEER.

3:15 pm. – 4:15 p.m. Comentarios:

• Salomón Kalmanovitz, decano de la Facultad de Ciencias Económico – Administrativas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Bogotá.

• Jorge Iván González, director del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional de Colombia.

• Olga Lucía Acosta Navarro, Asesora Regional de la Cepal.

• Jairo Parada, docente e investigador, Universidad del Norte.

Moderador: Amilkar Acosta Medina, ex presidente del Senado.

4:15 – 5:00 p.m. Intervención de los participantes.

5:00 - 5:15 p.m. Café.

5:15 – 7:30 p.m. Intervención de los Candidatos Presidenciales.

Andrés Felipe Arias

Fernando Araújo Perdomo

Germán Vargas Lleras

Gustavo Petro Urrego. (Por confirmar)

Marta Lucía Ramírez

Noemí Sanín Posada

Rafael Pardo Rueda

Sergio Fajardo Valderrama

9 de Octubre

10: 00 a.m. – 12 a.m. Conversatorio sobre el Fondo de Compensación Regional con congresistas y mandatarios locales de la región Caribe.


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FORO “LOS DESAFIOS DE LA REGION CARIBE”

10 DE OCTUBRE DIA DE LA REGION CARIBE

LUGAR: TEATRO AMIRA DE LA ROSA

BARRANQUILLA

8:00 a 9:00. Inscripciones

9:00-10:00. Instalación

ALEJANDRO CHAR CHALJUB, Alcalde de Barranquilla

EDUARDO VERANO DE LA ROSA, Gobernador del Atlántico

JAVIER CACERES LEAL, Presidente del Senado

FABIO VALENCIA COSSIO, Ministro del Interior y del Derecho y la Justicia

10:00 -10:20 Conferencia

LA GENESIS DE UN SENTIMIENO REGIONAL

GUSTAVO BELL LEMUS, Historiador, director de El Heraldo

10.20- 11:00. Panel Uno

LOS DESAFIOS PARA LA COMPETITIVIDAD DE LA REGION CARIBE

Ponente: MARIA DEL ROSARIO GUERRA

Comentaristas: GERMAN BULA ESCOBAR, JAIRO PARADA CORRALES

Moderadora: MARTA SAENZ

11:00- 11:20 Refrigerio

11:20-12:00 Panel dos

LOS DESAFIOS HACIA UNA SOCIEDAD CON EQUIDAD EN LA REGION CARIBE

Ponente: ANTONIO HERNANDEZ GAMARRA

Comentaristas: AARON ESPINOSA, JUDITH PINEDO, AUDES JIMÉNEZ

Moderador: JORGE BARRAZA

12.00- 1:30p.m. Foro abierto

¿Y AHORA QUE HACEMOS?

Intervenciones de los congresistas, gobernadores, alcaldes y demás participantes.

martes, octubre 06, 2009

A esto le faltaba pueblo



Por Patricia Iriarte

La agenda de la integración del Caribe colombiano nunca había estado más movida: El 8 y 9 de octubre próximos el Observatorio del Caribe realizará en Santa Marta un acto que ha denominado “Compromiso Caribe; de la Liga Costeña al Fondo de Compensación Regional”, en el cual presentará la propuesta técnica de un instrumento que se considera el primer eslabón para alcanzar el objetivo de superar las hondas inequidades existentes entre el centro del país y las regiones.

Para el 10 de octubre la Asociación de Gobernadores está organizando un foro y una Fiesta de la Integración para celebrar desde Barranquilla el Día de la Región Caribe; y entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre se realizará en Riohacha el IV Congreso por la Autonomía Regional con perspectiva de género, derechos humanos y etnias, evento que tuvo esta semana un antecedente local con la realización de la reunión Consultiva de Barranquilla.

¿Qué relación tiene el Fondo de Compensación con la Liga Costeña, por qué se escogió el 10 de octubre como el día de la Región Caribe y por quién y cuándo se realizaron ya tres Congresos por la autonomía regional?

Todas las preguntas tienen su respuesta en la historia de la región: el 10 de octubre de 1821 los realistas se rinden y le entregan Cartagena a los patriotas tras un prolongado sitio de las tropas libertadoras, poniendo fin a tres siglos de dominación española. Consideran los historiadores que en el fragor de esa campaña militar fue surgiendo entre los habitantes de esta región un espíritu de solidaridad que pronto comenzó a tener expresiones políticas. La Liga Costeña, con una declaración fechada en 1919, fue un frente común entre sectores políticos y la prensa de ese entonces para protestar ante poder central de Bogotá por la adopción de medidas que lesionaban los intereses de la Costa. Por último, los congresos del movimiento social por la autonomía tienen que ver con una importante pero no siempre reconocida participación de los sectores populares en la causa regional, participación que en los últimos años ha sido jalonada por las mujeres.

Cada década, y casi cada lustro de la historia, trae una lista de mujeres que formaron organizaciones feministas y grupos de trabajo para hacer activismo, fundar periódicos e incursionar en lo que hoy se llama incidencia política. Investigadoras como Yusmidia Solano se han encargado de escudriñar esa nómina de pioneras desde la época de la Independencia hasta hoy, rescatando nombres como el de Juana Julia Guzmán, las Mujeres de Perrenque y muchas otras que a partir de los años 70 lucharon a la par de los hombres para conquistar derechos y levantar las banderas de la región.

La Red de Mujeres del Caribe, RMC, que organiza el Congreso de Riohacha, es una organización de origen comunitario que desde el 2005 viene trabajando el tema de la regionalización entre las organizaciones sociales no sólo de mujeres sino también mixtas, pero que no había tenido la visibilidad que comienza a tener ahora, cuando sus promotoras han comenzado a mostrar el trabajo y a invitar a más y más sectores a participar del proceso.

Hace cuatro años, cuando comenzó la masiva capacitación de promotoras y promotores en materia de regionalización me invitaron a participar en la Red como comunicadora y periodista independiente, y como tal colaboré en las labores de divulgación de los congresos regionales que organizó la Red en Tolú y Santa Marta en el 2006 y 2007 respectivamente. Para el Tercer Congreso, que se realizó en Barranquilla el año pasado con la participación de organizaciones afrocolombianas, indígenas, campesinas, juveniles, educativas e iglesias, entre otras, no fue fácil convocar el interés de las instituciones de la ciudad ni de los medios de comunicación, que le dieron una escasa cobertura al tema.

Caso distinto, por fortuna, a la atención que mereció la suscripción del Compromiso Caribe a finales del 2007 en Barranquilla por parte de los tres alcaldes distritales y casi un centenar de personas de la academia, la política, los gremios y medios de comunicación, principalmente.

Una visión inmediatista y limitada nos impedía ver que al mismo tiempo que el Observatorio del Caribe y el Banco de la República hacían talleres regionales que arrojarían como resultado el Compromiso Caribe, y que el Gobernador del Atlántico desplegaba esfuerzos para convencer a su colegas de hacer un frente común, la RMC realizaba talleres en barrios y centros comunitarios de Sincelejo, Santa Marta, Montería, Valledupar y Riohacha. Es decir, que a lo largo de estos años han corrido paralelos tres procesos que apuntan hacia el mismo objetivo pero que no dialogan entre sí. Por eso se ha señalado en diferentes ocasiones, como factor de fracaso o de lentitud en la realización de este sueño, que al proyecto de región le ha faltado pueblo.

Es cierto que existen resquemores y prejuicios mutuos que han impedido y que todavía dificultan el acercamiento de estos importantes sectores de la sociedad caribeña. Pero tan influyente y preparada fue la dirigencia que surgió en los 80 y que libró batallas ya históricas por la construcción de la región, como luchadoras y electoralmente decisivas han sido las capas de población que hoy se movilizan por el tema de la autonomía regional porque han visto en su realidad inmediata los resultados del centralismo o de la mala descentralización.

Los primeros creían que a los segundos el tema les era ajeno, y que, ocupados en resolver las necesidades fundamentales, la gente del pueblo no se cuestionaba ni se planteaba como una preocupación si la región Caribe debía ser o no un ente territorial con autonomía para gobernarse y administrar sus recursos. Los segundos veían siempre en los primeros el interés mezquino de quienes buscan usufructo o simplemente utilizan esta bandera para propósitos electorales.

Se trata de dos lenguajes diferentes, de dos mundos que históricamente han estado enfrentados, pero hoy las mujeres nos están llamando a superar ese fraccionamiento para reconocernos y presentarnos finalmente ante el país como una región integrada, clara en sus propósitos y decidida a remover los obstáculos que nos han mantenido en el atraso económico y social. Porque mucha tinta ha corrido ya sobre el tema y mucho amague le hemos visto hacer a los políticos sin que metan todavía el gol decisivo. Que muevan el balón, que lo entreguen y se atrevan a jugar en equipo con las mujeres y el resto de la selección.
Publicado en la revista Dominical de El Heraldo. Nº 1445. Octubre 4 de 2009, pág. 12

viernes, octubre 02, 2009

Se calienta la agenda regional

La agenda de la regionalización del Caribe colombiano está más movida que nunca: El 8 y 9 de octubre próximos el Observatorio del Caribe realizará en Santa Marta un acto que ha denominado “Compromiso Caribe; de la Liga Costeña al Fondo de Compensación Regional”, en el cual presentará la propuesta técnica de un instrumento que se considera el primer eslabón para alcanzar el objetivo de superar las hondas inequidades existentes entre el centro del país y las regiones.

Para el 10 de octubre la Asociación de Gobernadores está organizando un foro y una Fiesta de la Integración para celebrar desde Barranquilla el Día de la Región Caribe; y entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre se realizará en Riohacha el IV Congreso por la Autonomía Regional con perspectiva de género, derechos humanos y etnias, evento que tuvo esta semana un antecedente local con la realización de la reunión Consultiva de Barranquilla. (Vea el articulo completo en la edición Dominical de El Heraldo el próximo domingo, 3 de octubre).


Agenda del Compromiso Caribe: de la Liga Costeña
al Fondo de Compensación Regional.

Santa Marta, 8 – 9 de octubre 2009
Hotel Estelar Santamar, Km. 8, Pozos Colorados

8 de Octubre
9 a.m. – 9:20 a.m. Palabras del Alcalde de Santa Marta, Doctor Juan Pablo Díazgranados y del Gobernador del Magdalena, Doctor Omar Díazgranados Velásquez.

9:20 – 9:40 a.m. 90 años de la Liga Costeña y los retos de la Región Caribe. Intervención de Antonio Hernández Gamarra, director Académico del Observatorio del Caribe Colombiano.

9:40 – 10:30 a.m. Gobernabilidad y vigencia del Compromiso Caribe.

Intervenciones de:
• Judith Pinedo Flórez, Alcaldesa de Cartagena
• Cristian Moreno Panesso, Gobernador del Cesar
• Eduardo Verano de la Rosa, Gobernador del Atlántico
Moderador: Édgar Rey Sinning, director de Telecaribe.

10:30 – 11:30 m-. Cultura e identidad Caribe: Diálogo con el compositor Adolfo Pacheco Anillo. Entrevista: Ariel Castillo Mier, investigador literario y editor de la Revista Aguaita.

12 m. – 2:30 p.m. Almuerzo libre.

2:30 p.m. – 3:15 p.m. El Fondo de Compensación Regional. Conferencia a cargo de Adolfo Meisel Roca, gerente del Banco de la República, sucursal Cartagena, y de Luis Armando Galvis, investigador del CEER.

3:15 pm. – 4:15 p.m. Comentarios:

• Salomón Kalmanovitz, decano de la Facultad de Facultad de Ciencias Económico – Administrativas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Bogotá.
• Jorge Iván González, director del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional de Colombia.
• Olga Lucía Acosta Navarro, Asesora Regional de la Cepal.
• Jairo Parada, docente e investigador, Universidad del Norte.
Moderador: Amilkar Acosta Medina, ex presidente del Senado.

4:15 – 5:00 p.m. Intervención de los participantes.

5:00 - 5:15 p.m. Café.

5:15 – 7:30 p.m. Intervención de los Candidatos Presidenciales.


9 de Octubre

10: 00 a.m. – 12 m. Conversatorio sobre el Fondo de Compensación Regional con congresistas y mandatarios locales de la región Caribe.



Los rumbos de Sara Harb   Por Patricia Iriarte   Me sumergí en él, salí, pasaron días. Lo retomé y volví a leer uno de los últimos c...