domingo, octubre 09, 2011

Epílogo de una expedición


Habíamos quedado en Riohacha,  donde dejé al grupo expedicionario el domingo 2 de octubre, a punto de salir hacia la plaza central para el homenaje al Almirante Padilla. Allí se celebraría un Te Deum en memoria de su muerte, un 2 de octubre de 1828. Había autoridades civiles, eclesiásticas y militares; sol picante, lluvia fina y banderas ondeando, pero también una colorida delegación de Cartagena que había llevado un pedacito de las Fiestas de Independencia para celebrar el hermanamiento de las dos ciudades que Padilla llevó en el corazón. A la alcadesa Judith Pinedo le regalaron una medalla y una pintura del almirante, y ésta le regaló a Riohacha una escultura alegórica a Getsemaní. Pero además se declaró a Aline Helg y a Adelaida Sourdis como hijas adoptivas de Riohacha por su conocimiento y aporte a la consolidación de Padilla como un héroe de la patria.



Todo eso ocurrió esa mañana frente a la Catedral después de una noche que había comenzado muy bien con las exposiciones, los libros presentados  y la actuación de dos sorprendentes orquestas: la de Fundarte, de repertorio clásico, y la Charanga Junior, conformada por jóvenes de 12 a 18 años pero que suena como las grandes. 


Digo que había comenzado muy bien porque al final de los actos, cuando nos retiramos al hotel a descansar, nos llevamos una ingrata sorpresa: a los decibeles ya muy altos de los negocios de afuera se sumaron los de una fiesta que se ofrecía en la piscina del hotel y que hacía sencillamente imposible el reposo de los expedicionarios. Uno de ellos decidió incluso irse a dormir a otro hotel y al día siguiente se presentaron quejas formales ante la gerencia. 

El incidente no merecería una mención si se hubiera tratado de un "hecho aislado", pero lo traigo a cuento porque representa uno de esos defectos de nuestras ciudades que nos hacen sentir vergüenza a los caribeños cuando tenemos invitados. No hay asomo de control sobre los niveles de ruido en el espacio público, y lo peor es que el problema no es solo de día -que vaya y venga- sino que a veces es más agudo en la noche, cuando no se puede ni dormir en paz ni conversar en las terrazas. Y a ello se agregan las basuras por todas partes, la mala calidad del servicio en hoteles y restaurantes, el incumplimiento y la informalidad con que se asumen los compromisos por parte de los proveedores o establecimientos contratados. Pero habiendo dejado constancia de estas incomodidades, sigamos con el epílogo de este viaje por el conocimiento sobre el Caribe y su historia.

Eduardo Polanco y Rafael Bassi fueron en busca
de la música.
Los expedicionarios realizaron visitas, entrevistas, fotografías y grabaciones que conforman un registro de la realidad regional a 200 años de la Independencia. Eduardo Polanco y Rafael Bassi realizaron en cada ciudad un inventario musical, en algunos casos con tintes de arqueología, encontrando viejas grabaciones y compilaciones de temas dedicados a Cartagena, Barranquilla, Santa Marta y Riohacha. El cheff Alex Quessep visitó las plazas de mercado en busca de productos,  ingredientes y preparaciones que, o bien están en plena mutación o bien se conservan intactos en la memoria de cocineras y cocineros populares. Rafael Vergara hizo un atento seguimiento al estado del medio ambiente, enseñándonos secretos de las bahías, los manglares y las lagunas costeras, y la expedición hizo enérgicas declaraciones sobre la contaminación de la bahía de Santa Marta y la Laguna Salada de Riohacha.

Desde Cartagena, la estrategia Negro tenía que sé visitó escuelas y con propuestas lúdicas estimuló la interculturalidad, la lucha contra la discriminación y las reivindicaciones étnicas de los colombianos. Se conocieron también los aportes del pueblo wayuu, que tiene ancestrales relaciones con el Caribe insular, que se hermana con Venezuela en lengua y territorio; que mantiene su singular economía basada en el intercambio y que ha ejercido históricamente diversas opciones de resistencia a la agresión colonial y a los intentos de colonización cultural de los nuevos tiempos.
Muy importantes fueron también en la expedición las nuevas tecnologías de información y comunicaciones. Con la participación del Ministerio de las TIC el buque ARC Cartagena de Indias se convirtió en un Punto Vive Digital y de Gobierno en línea con 35 computadores para la formación de los jóvenes a bordo y el uso por parte de los expedicionarios y la prensa. Más de 2.000 personas visitaron el buque y se entregaron 10 aulas digitales en Cartagena, Santa Marta, Barranquilla y Riohacha, en ésta última con tecnología especial para personas sordociegas.
Según el balance hecho por la Expedición y la experiencia misma de quienes la vivimos, el Padilla que conocimos no es un héroe petrificado en los pedestales sino una figura de carne y hueso que dio muestras de gran valor y capacidad intelectual. José Padilla es un caribeño al que la vida le jugó una mala pasada habiendo sido el más grande de los de su generación, Y no puede quedarse anclado en el pasado sino inspirarnos para el futuro.


Alberto Abello Vives, director de la Expedición.
Como señala Alberto Abello, el alma y nervio de la Expedición,  “la vida de Padilla nos obliga a reconocernos los unos a los otros, a hacer una construcción social colectiva desde la comprensión de la diversidad sin hegemonismos caprichosos ni fórmulas administrativas y políticas que no cuentan aún con suficiente viabilidad. Que nos obliga también a entendernos como un país de regiones donde no basta que se desarrolle una sola. Colombia progresará cuando exista una mayor integración nacional alrededor de los grandes propósitos de la superación de la pobreza, la marginalidad y la desigualdad social. Pero cuando comprenda, también, que tiene en el Caribe colombiano su inmenso potencial para la construcción de la sociedad pendiente”.


Terminó este primer trayecto marítimo y terrestre, con sus horas de viaje ocupadas por igual con el paisaje y la actividad de la expedición; sin un minuto para el aburrimiento. Extrañaremos la camaradería del combo y los nuevos amigos y amigas que dejamos en este Caribe que se queda pero también en el que va y viene con personas como Adelaida, como Aline, como Carlos y tantos otros que participan en esta aventura de conocernos. Pero la agenda de Padilla continúa con una amplia programación que se desarrollará en Cartagena, Montería, Coveñas y San Andrés hasta el mes de diciembre. En el 2012 se entregarán las memorias y resultados de las investigaciones logradas durante la travesía, a las cuales se podrá acceder en www.expedicionpadilla.com
Patricia Iriarte

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