Hace un año alertamos aquí sobre los daños ya ocasionados y los peligros que se avecinaban para el medio ambiente en el Caribe colombiano. En julio de 2010 hablábamos sobre los riesgos que representaban las obras de rectificación del Canal del Dique para el Parque Nacional Corales del Rosario; sobre la modificación del área Ramsar que protege al Parque Isla de Salamanca y todos sus humedales, para favorecer el establecimiento de puertos carboníferos frente a Barranquilla; alertamos sobre la cuchilla del progreso talando mangle en Rincón del Mar, y sobre otros cuantos temas que estaban en ese momento a la orden del día.
Señalábamos la contradicción entre algunos anuncios hechos en esos días, como el compromiso de los gobernadores con la protección de sus ecosistemas, con la presentación de una política de "región bio-competitiva" que otorgó, como quien dice, "licencia para matar".
¿Cuál es la política ambiental del actual gobierno?
Primero da una señal positiva al frenar el proyecto de hidrocarburos en la Reserva de Sea Flower, abrumadoramente rechazado por las comunidades isleñas y por la opinión mundial, como lo demostraron cientos de miles de firmas recogidas a través de las redes sociales. Mejor dicho, le tocó frenarlo. Entre tanto le está dando continuidad a la política uribista de tierra arrasada para sembrar monocultivos, favorecer la inversión de los grandes grupos económicos y promover, directa e indirectamente, el despojo territorial, cultural y social de los campesinos, indígenas y comunidades afrocolombianas.
Al mismo tiempo, al Presidente se le va la lengua en una asamblea de hoteleros y menciona el proyecto de Six Senses en el Tayrona, donde ya está claro, nuevamente, quiénes son los interesados: los Dávila Abondano, estirpe que junto a otras familias tradicionales del Magdalena se han hecho tristemente célebres por su habilidad depredadora: en sólo diez años destruyeron la bahía de Santa Marta y todas las playas que tuvieron a su alcance.
El anuncio, por fortuna, no pasó desapercibido y, casualidad o no, después de los 5.000 miembros en el grupo No a la construcción de un hotel 7 estrellas en el Tayrona, el mandatario y sus funcionarios se apresuran a hacer aclaraciones y promesas de respeto a la legislación colombiana sobre la consulta previa a las comunidades indígenas. No les queda de otra. Intentar manipular una consulta con el Consejo Territorial de Cabildos sería muy poco inteligente.
Santos creyó poder jugar con la palabra empeñada en la Sierra en su mediática posesión ante los mamos, pero ahora debe estar estudiando historia. Le recomendamos el último documental del Colectivo Zhigoneshi: Resistencia en la Línea Negra, para que refresque sus conocimientos sobre el papel de la resistencia arhuaca en la expulsión de los curas de San Sebastián de Rábago, recuperando para los pueblos de la Sierra el sitio sagrado de Nabusímake. Desde allí hasta la cancelación de un proyecto carbonífero en La Guajira durante el gobierno de Andrés Pastrana había pasado casi un siglo, y desde ese episodio a acá, más de diez años. La opinión pública también ha madurado, y esa franja respetable de clase media que se expresa en las redes (que casi se expresa solo en las redes), ha logrado pronunciar un No al unísono. Un No rotundo a la construcción de un hotel de 4, de 5 de 6 o de 7 estrellas en el Tayrona.
Al parecer, nadie se opondría a un hotel como los que ya existen: los Ecohabs, que funcionan desde hace por lo menos 20 años sin causarle daño al Parque; las cabañas de Arrecifes, las zonas de camping y el rancho de hamacas (todos estos manejados antes por la Dirección de Parques y ahora por Aviatur). Un proyecto que corrija los errores de ese proceso de concesión, permitiendo conciliar la conservación con las necesidades de las comunidades locales, en condiciones que sean social y culturalmente sostenibles, sería mirado con buenos ojos, quizás, por los mismos pueblos indígenas, que obviamente preferirían no vernos mucho por sus fueros.
En el Tayrona parece, hasta ahora, que vamos ganando la partida, pero siguen vivas las otras cabezas de la Hidra. Una de ellas es urgente enfrentarla, y es la que se está comiendo los Montes de María.
Cultivo de palma africana en Montes de María |
Hay que seguir alertas frente al tema de Ramsar e Isla de Salamanca, y cuestionar resueltamente la exportación de carbón por los puertos del Caribe como la vienen haciendo actualmente las empresas asentadas en Colombia. El Caribe y sus parques, sus bosques, sus aguas, su fauna, su gente, están amenazados. La alerta sigue encendida.
COMO ADICTO AL AGUACATE Y SIN POSIBILIDADES NI DESEO DE REHABILITACIÓN DE ESTA ADICCIÓN LAMENTO PROFUNDAMENTE LA PAULATINA DESAPARICIÓN DEL AGUACATE CARMERO DE LAS PALANGANAS Y SU REMPLAZO POR EL INSÍPIDO PEREIRANO QUE, COMO VAN LAS COSAS EN LOS MONTES DE MARÍA, SERÁN A SU VEZ MUY PRONTO REMPLAZADOS POR BIOCOMBUSTIBLES EN NUESTRAS ENSALADAS.
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