"Puesta en situación, yo imagino un mundo cuando digo paisaje, y en seguida acuden las palabras en mi ayuda para crear ese paisaje. Yo imagino un mundo cuando digo cántaro y al instante las sílabas me devuelven el sonido del agua bamboleándose dentro del barro cobrizo.
El mundo imaginado es el sueño, pero puede ser también la pesadilla cuando pensamos en aquello en lo que otros quieren convertir al mundo.
“El mundo que imaginamos los poetas” ¿Cuáles poetas? ¿Los de derecha o los de izquierda? ¿Los del mundo industrializado, rico a más no poder, o los del cada vez más pobre Tercer Mundo? ¿Los poetas desconocidos acaso? ¿Aquellos que escriben a hurtadillas y guardan en cajones libros enteros de poesía anónima?, ¿los ingenuos poetas que acometen a sus semejantes con una producción autoeditada que venden o cambian por un almuerzo? ¿Acaso las tardías poetas de las familias aristocráticas, que conocen de memoria y copian sonetos y alejandrinos? ¿O tal vez los poetas oficiales, cuya calidad casi siempre indiscutible los hace merecedores de cargos y delegaciones que resultan balsámicos para el alma y el bolsillo? ¿O precisamente aquellos que sin mayores aspavientos van fraguando una obra con sensibilidad y respeto por la palabra y la poesía?
Si de ellos estamos hablando, puedo decir que comparto con otros artistas y ciudadanos del planeta el deseo de vivir un mundo gobernado por el humanismo y la equidad. Donde justicia no quiere decir crueldad ni humanitarismo es sinónimo de debilidad; donde seguridad no quiere decir represión, comodidad no remite a lujo, limpieza no indica segregación ni salud se asimila a privilegio. Yo imagino un mundo desarmado, y ello no quiere decir descuadernado e inservible. Me refiero a un mundo sin armas, pero no por ello indefenso.
Los poetas imaginamos un mundo donde las palabras sirven para comunicarnos, no para dividirnos; donde la palabra “mercado” nos recuerda una alegre venta de viandas en un sitio público y no una categoría siniestra a la que empezamos a mirar con temor o con sospecha. En ese mundo que imaginan los poetas, las cosas se vuelven a encontrar con su vocablo, el lenguaje se reinventa, la palabra recupera su poder y, en virtud de todo ello, los seres humanos comprenden un poco más el mundo y se conocen un poco más a sí mismos."
Un mundo así nos daría una segunda oportunidad sobre la Tierra, pero hoy estoy pesimista y solamente veo una especie enceguecida y enloquecida que corre a su destrucción.
ResponderBorrarGracias por dejarme ver una lucecita en tus sueños