lunes, diciembre 12, 2011

Cristo Hoyos: El arte es un cuadro vivo

Cantaclaro reproduce para sus lectores, con la venia del autor y del medio, el excelente texto publicado por el colega Gustavo Tatis el pasado 4 de diciembre sobre "Cuadros vivos" la más reciente obra del maestro Cristo Hoyos. A nuestro juicio, una de las más importantes que se han colgado este año en el Caribe colombiano. La primera exposición de esta obra se inauguró en el Centro Cultural San Juan Nepomuceno de Santa Marta en el mes de septiembre, en el marco de la Expedición Padilla, y actualmente puede verse en el Museo de Arte Moderno de Cartagena.



Por Gustavo Tatis Guerra
Magazín El Universal

Lo que mira Cristo Hoyos (Sahagún 1952), es la otra realidad que soslayan los medios de comunicación. Ese miedo de decir que hemos sido una nación pervertida en la historia de una guerra que no acaba. Que desde mucho antes de ser República, habíamos sido un matadero público.



Aquí no se fusilaba al que pensaba distinto del rey español o del virrey de turno, sino que se descuartizaba y se exhibía la cabeza dentro de una jaula como escarmiento público. Sí: nos ha dado miedo decir que ese señor que está erigido en bronce espléndido en el corazón de la ciudad amurallada era un ser con las manos manchadas de sangre. Nuestro ilustre fundador. Nos hemos arrodillado tantos siglos al pie de la farsa. Y aún procuramos repetir una tradición de mentiras. Nunca nos independizamos. Lo hicimos a medias. Aún deificando al rey destronado. Aún sintiéndonos hijos de menos madre, ante los mismos españoles. Pareciéndonos a todo lo que combatíamos. En esa primera tentativa, el alma no se sintió redimida. Tal vez, un poco el cuerpo. Doscientos años después, no cesan los descuartizamientos. El ojo del artista nos revela la realidad soslayada, haciendo visible la desmesura de nuestra tragedia, sin caer en el límite de la denuncia acartonada y facilista. Nos devuelve la imagen fotográfica de los medios impresos para volverla a sentir y descubrir, para que fijemos la pupila en el drama que nos rodea, y para que sintamos que ese otro amenazado es uno mismo.



La tarea de Cristo Hoyos ha sido coherente en su búsqueda estética y en su dimensión ética. La suya es la obra de un artista plástico y visual, de un investigador e historiador egresado de la Universidad Nacional de Colombia, para quien el dibujo y el color no le son suficientes. En su taller de Bogotá trabaja de manera versátil y polifacética, el dibujo, la pintura, la fotografía, los ensambles y las investigaciones culturales que trascienden el texto. Allí están sus series que retratan el espíritu del ser humano colombiano: Silencio (1998), que indaga sobre la estética que rodea el sentimiento ceremonial de lo funerario: la flor natural y artificial, la cruz elemental y sofisticada, las coronas y las lápidas en el Caribe colombiano. La serie De Cerca y Bordes (2000), en donde la cercanía de lo cercado incluye la cercanía de lo lejano. Apertura y límite de lo que se construye y aprisiona. La serie Uré: pezuña y bahareque (2003), un registro de la cotidianidad rural de una crudeza y una belleza desolada.

Su investigación Tambucos, Ceretas y Cafongos, compilación de etnografía cultural que le mereció la beca Héctor Rojas Herazo otorgada por el Observatorio del Caribe Colombiano y el Ministerio de Cultura en el 2002, es una obra descomunal como investigación de campo, registro fotográfico, escritura de la historia y obra de arte, porque Cristo no se limita a contar, a compendiar, a analizar, sino también a fotografiar y a dibujar. Todo lo anterior se conjuga y enriquece con la experiencia contemporánea que ha desarrollado en Cartagena, aportando imágenes y sugerencias creativas a las fiestas de la Independencia. En la tarde del último jueves de noviembre de 2011, hace tres días apenas, sorprendió al público con una nueva propuesta que fortalece el afianzamiento del realismo artístico. Se trata de los Cuadros Vivos, que rinde homenaje a la tradición cultural comunitaria de las escenas vivas que se forjan en las calles de Galeras, en Sucre.

Hay que devolver el carrusel de la memoria para ver a Cristo Hoyos niño en Sahagún reparando y pintando los santos de la iglesia de su pueblo. Al gran memorioso de su pueblo que hizo el inventario de las mujeres de Sahagún a lo largo del siglo XX. Al autor de la serigrafía en la que aparecen tres mujeres de Sahagún en la puerta de un colegio. Sus imágenes nos llevan también a nuestro propio pasado. Fidelidad a las formas de la realidad sin ser un fotógrafo, fiel a la curiosidad de averiguar el estado del alma de los desplazados y la humanidad de las criaturas invisibilidades en los medios: El indígena, la mujer, el niño.

“En realidad Cuadros vivos, es una sola obra que recrea las imágenes que he visto en los periódicos y revistas del país desde el año 2008 a 2010”, contó Cristo Hoyos.

“Me impresionó una foto que hizo Javier Agudelo sobre desplazamientos en Urabá. El rostro de los desplazados, el drama contenido en una imagen. Me preguntaba si un documento visual con tanto valor testimonial aparecido en un periódico, además de ser un registro estético, pudiera pasar desapercibido. Entonces se me ocurrió agigantar la imagen a tres metros de ancho para hacerla más contundente. Empecé a intervenir y manipular la imagen, a colorearla, a recrearla. Mi referencia particular fueron los Cuadros Vivos de Galeras, que se realizan cada año, de manera constante, sin que nada haya podido impedir este performance popular en las calles del pueblo, convertida con el paso de los años en una maravillosa manifestación cultural de la comunidad”.

La mano de Cristo no se limita a calcar esa realidad sino a revelarnos al ser amenazado, a desnudar la otra realidad contenida en la foto efímera en los medios. El lente se detiene en los episodios humanos, pero no capta el espíritu de la tragedia. Basta que el artista con una lupa interior descubra la espantosa orfandad de nuestro delirio histórico: el desprecio de nosotros mismos. Lo que no aparece en los medios: esa noticia del alma manchada de sangre. No cabe duda: estamos ante uno de los creadores ejemplarizantes del Caribe colombiano. Un orgullo de la región para el mundo.




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