Los buenos periodistas, los
psicólogos y los detectives deben ser maestros en el arte de entrevistar.
Profesiones que, aunque no son del mismo tipo, en el fondo tienen varias
coincidencias: entre ellas, que buscan descubrir algo a través de las preguntas
y lo consiguen, por supuesto, con las respuestas.
En estos días estuve
rumiando el tema de las entrevistas y pensando en PoeMaRío, el Festival de
Poesía de Barranquilla que es como un río y un mar de palabras, y decidí
hacerle una entrevista al Río Magdalena. Que en los últimos tiempos ha tenido
un triste papel noticioso por sus crecientes e inundaciones, y al que durante
mucho tiempo le han negado el protagonismo que se merece, por ejemplo, en esta
Barranquilla de dios y del diablo.
Todo el mundo sabe que esta
ciudad vive de espaldas a su río, que es un decir común pleno de certeza. Y por
desgracia, y “gracias” a las fábricas de la Víacuarenta, es un río invisible
para la mayoría de los barranquilleros y los visitantes, si se exceptúa a Siape
y Las Flores. Un río cercano, que incluso está íntimamente ligado con la
fundación de Curramba, dicha La Bella, nos está negado. Lo han desplazado de
nuestras miradas y nuestros pies.
Por estas razones ayer me
dirigí hasta Las Flores, caminé por las traviesas de la oxidada línea férrea
del espolón llamado Tajamar, y llegué hasta la cercanía de las Bocas de Ceniza,
que me pareció un lugar adecuado para tener una conversa con “El Río Madre”. Me
senté en una roca a contemplar el enfrentamiento de los potentes caudales del
río y del mar, prendí un cigarrillo y comencé:
- Buenas tardes señor Río, ¿Cómo está usted?
- Caramba que sorpresa, hace
bastante tiempo que no hablaba con nadie que no fuera El Moján… (Miro para
todos lados a ver si diviso al Espíritu de las Aguas y también lo entrevisto,
pero nada me indica que esté cerca) Bueno, contestando a tu pregunta, te digo
que estoy mal, muy mal…
- ¿Y eso?
- ¿En qué mundo vives
mijito? ¿No ves todo este basural contaminante que arrastro? (Veo un taruyero
que se extiende salpicado de botellas de plásticos y sandalias de caucho,
mientras una vaca muerta, con un gallinazo en el estómago, pasa flotando en
estilo mariposa) Eso sin contar con el
mercurio de la minería, los desechos tóxicos de la industria, la pesca con
dinamita, y hasta el polvillo de carbón aquí mismo en mi desembocadura. Estoy
enfermo, aunque todavía no sea de manera terminal, estoy mal.
- A propósito de Terminal, ¿qué es lo que pasa con el de los buques?
- Eso es historia patria
pelaíto. Cuando a principios del siglo pasado se les dio por la cambimbería de
trasladar el Terminal desde el Muelle de Puerto hasta mi desembocadura, ha sido
un zambapalo de dragados y encallamientos. (Viene a mi memoria el viejo muelle
desamparado que se partió en dos, y que a los pocos días partió definitivamente
Meira Delmar, nuestra poetisa) Es que aquí primaron más los intereses de unos
pocos cachacos, y barranquilleros piratas, ante eso que llaman el bien común.
Era cantado que los bancos de arena creados por mis sedimentos iban a taponar
la entrada tarde o temprano, pero la plata es la plata y el negocio se hizo.
Ahora, yo no respondo ni doy declaraciones sobre Funcolpuertos o Dragacol
porque a lo mejor hasta me sicarean, como dicen ahora.
- ¿Dónde nació usted?
- Yo estoy naciendo todos
los días. Broto como un riachuelo desde la laguna La Magdalena en el Páramo de
las Papas a unos 3.700 metros del nivel del mar. Y muero todos los días aquí,
donde estamos hablando, frente al mar y por mis Bocas de Ceniza. (El Río se
acomoda en la orilla del tajamar y mira hacia lo lejos en una especie de
nostalgia húmeda, mientras a poca distancia el mar Caribe lo espera)
- ¿Es cierto que usted es un Río Madre?
- Esas son calumnias de la
oposición. Son apodos que me ponen los literatos ociosos y los vagos
metafóricos. Mis nombres han ido variando, he sido llamado Río Yuma, Guacahayo
y hasta Karacalí, como me conocieron durante siglos en la época precolombina.
Pero después vino el bobo de Bastidas y me bautizó Río Grande de la Magdalena,
por María Magdalena, que me he enterado que no era tan santa como dicen. Y
bueno, es un nombre al que me ido acostumbrando con el correr de las aguas.
- Realmente ¿cual es su importancia?
- Mijito, ¿tú no estudiaste
geografía e historia de Colombia? Tengo más de 1.500 kilómetros de largo, de
los cuales casi mil son navegables, desde Honda hasta Quilla. (En ese momento
cruza el cielo una bandada de alcatraces en formación como si fuera la Fuerza
Aérea del Río, mientras unos barcos esperan su turno de entrada a los muelles
del Terminal) Atravieso 18 departamentos sirviendo de vía natural de
comunicación, soy una inmensa reserva de agua y comida, y por mis caudales y
afluentes entró el progreso al resto del país ¿Te parece poco?
- ¿Usted se considera un portavoz de la naturaleza?
- Déjate de mariqueras, o de
preguntas pringamoceras, como dice Chelo de Castro el cronista más vicario de
Quilla. Pero lo cierto es que el rumor de mis aguas va contando la historia del
país en mis riberas. Además soy un río raro, como el Nilo: voy de sur a norte,
cuando la gran mayoría va al este, oeste o al sur. También es cierto que cada
tanto emito alarmas ecológicas, que la gente y las autoridades no escuchan. Todo
el mundo sabe que me hace daño la tala de árboles en mis riberas y la
destrucción de mis recursos naturales. Pero nadie hace nada, y lo más triste
del caso es que los perjudicados son ustedes mismos.
- ¿Qué hay de cierto en el refrán que dice “Si el río suena piedras
trae”?
- ¿No sabes que esa vaina la han reformado? David Sánchez, que en
paz descanse, dijo que si el río sonaba era porque se había ahogado una
orquesta. Pero fíjate, que las inundaciones del año pasado hubieran podido
evitarse si me paran bolas a tiempo. Ahora todo el mundo a llorar y a echarme
la culpa del despelote, cuando era vaina anunciada. Y eso va a volver a
repetirse, ponle la firma…
- Continuemos hablando de tragedias…
- Huy te pusiste tétrico,
bueno, te complazco. Entre ahogados naturales, suicidas y náufragos de la vida,
más todos los asesinados que han botado a mis corrientes, soy la fosa común más
grande de este país. Cuenta los muertos de la famosa Conquista española a
sangre y fuego contra los indígenas. Luego contemos los decapitados de la
guerra de la Independencia y los de la Patria Boba, eso ya suma un montonón.
Agrégale los muertos por la Violencia de los años 40 y 50, los del bandidaje de
los años 60 y 70, los de los paracos y guerrillos en los 80, 90 y a comienzos de
este siglo, y ya tenemos una cifra escalofriante, que ni te la digo… Te repito,
soy la fosa común más grande de Colombia…
- Cambiando de tema, ¿Qué opina de Heráclito, que dijo que uno no puede
bañarse dos veces en el mismo río?
- Esas son cuestiones filosóficas
y yo me filosorrío de todo eso…. Yo quisiera invitar a Heráclito a que se diera
una pasadita por Mompox, tierra de dios donde se acuesta uno y amanecen dos, y
se metiera en mi cauce para que vea que sí puede bañarse dos veces, una por
dentro y otra por fuera. ¿Cómo la ves? (Lo que veo es a unos pescadores sin
camisa y con un pañuelo pirata en la cabeza, que elevan unas cometas con las
que van pescando. Cosas del ingenio y del rebusque, que es la fuente de trabajo
que el pobre tiene que cranearse para sobrevivir) Ahora dándole la vuelta al
cuento tampoco será nunca el mismo Heráclito el que entre al río, cada vez que
quiera bañarse.
- ¿Y qué puedes contarme del Hombre caimán?
- Mi hermanito, eso
pertenece al mundo de nuestra mágica realidad. Aquí todo es posible, sobre todo lo imposible. Claro que esa historia la
han condimentado con ingredientes de todo calibre. Lo cierto es que era un man
ribereño que le gustaba cogerles punta a las lavanderas del río de Plato y de
Zambrano. Parece que una vez el Moján le dio una pócima que lo convertía en
caimán, para poder acercarse más a las muchachas. Pero un buen día se enamoró
de una morena con cuerpo de sirena, la raptó y se la llevó a vivir a
Barranquilla. El Hombre caimán es hoy uno de los actores del Carnaval, y hasta
donde sé ellos todavía viven juntos y felices. La muchacha pariendo todos los
años niñitos y caimancitos y él anda de batalla de flores en combate de
placeres.
- Un recuerdo que lo haya estremecido…
- Ayayay, recuerdos es lo
que tengo. Sin embargo uno de los que más me ha emocionado fue ver a Simón
Bolívar bajando por mis corrientes. Deteriorado físicamente, y bastante
desilusionado venía el Libertador, aunque eso ya lo ha contado el señor García
Márquez en El general en su laberinto. Pero lo que más me impactó fue cuando
cruzó mi cauce, en estas Bocas de Ceniza, en diciembre de 1930. Venía de
Sabanilla acodado en la borda del bergantín Manuel, escoltado por la fragata
gringa Grampus, para que los capitalinos pudieran estar seguros de que se marchaba
del país. Eso fue triste: un hombre derrotado que moriría a los pocos días en
Santa Marta. No olvido esos ojos enfebrecidos y su mirada de despedida.
- ¿Hay algo que le quieras agregar a esta entrevista informal?
- Hombre sí. No me
preguntaste por Candelario Obeso que se sentaba en mi orilla a contarme como
bogaba sus penas y a recitar “Qué trite que etá la noche, la noche qué trite
etá”. Ni tampoco me preguntaste por José Barros que también piraguaba en mis
aguas sus “bogas con la piel color
majagua”. (Pienso entonces en poemas que son como riadas de palabras
flotando, y en poetas que han llevado el río por dentro, así como otros llevan
su procesión) Ni hiciste referencia al Carnaval de Barranquilla que bastante que
se ha nutrido de la cultura de mis riberas. Nos quedan muchos temas
sobreaguando pero ya que te decidiste a conversar conmigo puedes volver.
Siempre estaré aquí. Unas veces manso y rumoroso y otras bravo y pavoroso.
Siempre aquí, abrazado a mis meandros y a mis recuerdos…
El río calla mientras la
tarde se refleja en el agua. Me levanto, saludo a las cometas con colas de
pescados y me marcho. Camino ahogado de la emoción y con los ojos llenos de
agua. He entrevistado al río Magdalena y soy feliz. Mañana será el turno del
mar Caribe, ese que siempre me dice ola y nunca me dice adiós.
Aníbal Tobón, al nivel del Bar de Salgar.
Fotos: Patricia Iriarte. Bocas de Ceniza, 2009
¡eXCELENTE! Felicitaciones Aníbal. Va un abrazote montemariano. Soraya Bayuelo
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