miércoles, marzo 02, 2011

Plumas invitadas: Aníbal Tobón

Entrevista imaginaria al río Magdalena



Los buenos periodistas, los psicólogos y los detectives deben ser maestros en el arte de entrevistar. Profesiones que, aunque no son del mismo tipo, en el fondo tienen varias coincidencias: entre ellas, que buscan descubrir algo a través de las preguntas y lo consiguen, por supuesto, con las respuestas.

En estos días estuve rumiando el tema de las entrevistas y pensando en PoeMaRío, el Festival de Poesía de Barranquilla que es como un río y un mar de palabras, y decidí hacerle una entrevista al Río Magdalena. Que en los últimos tiempos ha tenido un triste papel noticioso por sus crecientes e inundaciones, y al que durante mucho tiempo le han negado el protagonismo que se merece, por ejemplo, en esta Barranquilla de dios y del diablo.

Todo el mundo sabe que esta ciudad vive de espaldas a su río, que es un decir común pleno de certeza. Y por desgracia, y “gracias” a las fábricas de la Víacuarenta, es un río invisible para la mayoría de los barranquilleros y los visitantes, si se exceptúa a Siape y Las Flores. Un río cercano, que incluso está íntimamente ligado con la fundación de Curramba, dicha La Bella, nos está negado. Lo han desplazado de nuestras miradas y nuestros pies.

Por estas razones ayer me dirigí hasta Las Flores, caminé por las traviesas de la oxidada línea férrea del espolón llamado Tajamar, y llegué hasta la cercanía de las Bocas de Ceniza, que me pareció un lugar adecuado para tener una conversa con “El Río Madre”. Me senté en una roca a contemplar el enfrentamiento de los potentes caudales del río y del mar, prendí un cigarrillo y comencé:

- Buenas tardes señor Río, ¿Cómo está usted?

- Caramba que sorpresa, hace bastante tiempo que no hablaba con nadie que no fuera El Moján… (Miro para todos lados a ver si diviso al Espíritu de las Aguas y también lo entrevisto, pero nada me indica que esté cerca) Bueno, contestando a tu pregunta, te digo que estoy mal, muy mal…

- ¿Y eso?

- ¿En qué mundo vives mijito? ¿No ves todo este basural contaminante que arrastro? (Veo un taruyero que se extiende salpicado de botellas de plásticos y sandalias de caucho, mientras una vaca muerta, con un gallinazo en el estómago, pasa flotando en estilo mariposa)  Eso sin contar con el mercurio de la minería, los desechos tóxicos de la industria, la pesca con dinamita, y hasta el polvillo de carbón aquí mismo en mi desembocadura. Estoy enfermo, aunque todavía no sea de manera terminal, estoy mal.

- A propósito de Terminal, ¿qué es lo que pasa con el de los buques?

- Eso es historia patria pelaíto. Cuando a principios del siglo pasado se les dio por la cambimbería de trasladar el Terminal desde el Muelle de Puerto hasta mi desembocadura, ha sido un zambapalo de dragados y encallamientos. (Viene a mi memoria el viejo muelle desamparado que se partió en dos, y que a los pocos días partió definitivamente Meira Delmar, nuestra poetisa) Es que aquí primaron más los intereses de unos pocos cachacos, y barranquilleros piratas, ante eso que llaman el bien común. Era cantado que los bancos de arena creados por mis sedimentos iban a taponar la entrada tarde o temprano, pero la plata es la plata y el negocio se hizo. Ahora, yo no respondo ni doy declaraciones sobre Funcolpuertos o Dragacol porque a lo mejor hasta me sicarean, como dicen ahora.

- ¿Dónde nació usted?

- Yo estoy naciendo todos los días. Broto como un riachuelo desde la laguna La Magdalena en el Páramo de las Papas a unos 3.700 metros del nivel del mar. Y muero todos los días aquí, donde estamos hablando, frente al mar y por mis Bocas de Ceniza. (El Río se acomoda en la orilla del tajamar y mira hacia lo lejos en una especie de nostalgia húmeda, mientras a poca distancia el mar Caribe lo espera)

- ¿Es cierto que usted es un Río Madre?

- Esas son calumnias de la oposición. Son apodos que me ponen los literatos ociosos y los vagos metafóricos. Mis nombres han ido variando, he sido llamado Río Yuma, Guacahayo y hasta Karacalí, como me conocieron durante siglos en la época precolombina. Pero después vino el bobo de Bastidas y me bautizó Río Grande de la Magdalena, por María Magdalena, que me he enterado que no era tan santa como dicen. Y bueno, es un nombre al que me ido acostumbrando con el correr de las aguas.
 
- Realmente ¿cual es su importancia?

- Mijito, ¿tú no estudiaste geografía e historia de Colombia? Tengo más de 1.500 kilómetros de largo, de los cuales casi mil son navegables, desde Honda hasta Quilla. (En ese momento cruza el cielo una bandada de alcatraces en formación como si fuera la Fuerza Aérea del Río, mientras unos barcos esperan su turno de entrada a los muelles del Terminal) Atravieso 18 departamentos sirviendo de vía natural de comunicación, soy una inmensa reserva de agua y comida, y por mis caudales y afluentes entró el progreso al resto del país ¿Te parece poco?

- ¿Usted se considera un portavoz de la naturaleza?

- Déjate de mariqueras, o de preguntas pringamoceras, como dice Chelo de Castro el cronista más vicario de Quilla. Pero lo cierto es que el rumor de mis aguas va contando la historia del país en mis riberas. Además soy un río raro, como el Nilo: voy de sur a norte, cuando la gran mayoría va al este, oeste o al sur. También es cierto que cada tanto emito alarmas ecológicas, que la gente y las autoridades no escuchan. Todo el mundo sabe que me hace daño la tala de árboles en mis riberas y la destrucción de mis recursos naturales. Pero nadie hace nada, y lo más triste del caso es que los perjudicados son ustedes mismos.

- ¿Qué hay de cierto en el refrán que dice “Si el río suena piedras trae”?

- ¿No sabes que esa vaina la han reformado? David Sánchez, que en paz descanse, dijo que si el río sonaba era porque se había ahogado una orquesta. Pero fíjate, que las inundaciones del año pasado hubieran podido evitarse si me paran bolas a tiempo. Ahora todo el mundo a llorar y a echarme la culpa del despelote, cuando era vaina anunciada. Y eso va a volver a repetirse, ponle la firma…

- Continuemos hablando de tragedias…

- Huy te pusiste tétrico, bueno, te complazco. Entre ahogados naturales, suicidas y náufragos de la vida, más todos los asesinados que han botado a mis corrientes, soy la fosa común más grande de este país. Cuenta los muertos de la famosa Conquista española a sangre y fuego contra los indígenas. Luego contemos los decapitados de la guerra de la Independencia y los de la Patria Boba, eso ya suma un montonón. Agrégale los muertos por la Violencia de los años 40 y 50, los del bandidaje de los años 60 y 70, los de los paracos y guerrillos en los 80, 90 y a comienzos de este siglo, y ya tenemos una cifra escalofriante, que ni te la digo… Te repito, soy la fosa común más grande de Colombia…

- Cambiando de tema, ¿Qué opina de Heráclito, que dijo que uno no puede bañarse dos veces en el mismo río?

- Esas son cuestiones filosóficas y yo me filosorrío de todo eso…. Yo quisiera invitar a Heráclito a que se diera una pasadita por Mompox, tierra de dios donde se acuesta uno y amanecen dos, y se metiera en mi cauce para que vea que sí puede bañarse dos veces, una por dentro y otra por fuera. ¿Cómo la ves? (Lo que veo es a unos pescadores sin camisa y con un pañuelo pirata en la cabeza, que elevan unas cometas con las que van pescando. Cosas del ingenio y del rebusque, que es la fuente de trabajo que el pobre tiene que cranearse para sobrevivir) Ahora dándole la vuelta al cuento tampoco será nunca el mismo Heráclito el que entre al río, cada vez que quiera bañarse.

- ¿Y qué puedes contarme del Hombre caimán?

- Mi hermanito, eso pertenece al mundo de nuestra mágica realidad. Aquí todo es posible, sobre todo lo imposible. Claro que esa historia la han condimentado con ingredientes de todo calibre. Lo cierto es que era un man ribereño que le gustaba cogerles punta a las lavanderas del río de Plato y de Zambrano. Parece que una vez el Moján le dio una pócima que lo convertía en caimán, para poder acercarse más a las muchachas. Pero un buen día se enamoró de una morena con cuerpo de sirena, la raptó y se la llevó a vivir a Barranquilla. El Hombre caimán es hoy uno de los actores del Carnaval, y hasta donde sé ellos todavía viven juntos y felices. La muchacha pariendo todos los años niñitos y caimancitos y él anda de batalla de flores en combate de placeres.

- Un recuerdo que lo haya estremecido…

- Ayayay, recuerdos es lo que tengo. Sin embargo uno de los que más me ha emocionado fue ver a Simón Bolívar bajando por mis corrientes. Deteriorado físicamente, y bastante desilusionado venía el Libertador, aunque eso ya lo ha contado el señor García Márquez en El general en su laberinto. Pero lo que más me impactó fue cuando cruzó mi cauce, en estas Bocas de Ceniza, en diciembre de 1930. Venía de Sabanilla acodado en la borda del bergantín Manuel, escoltado por la fragata gringa Grampus, para que los capitalinos pudieran estar seguros de que se marchaba del país. Eso fue triste: un hombre derrotado que moriría a los pocos días en Santa Marta. No olvido esos ojos enfebrecidos y su mirada de despedida.

- ¿Hay algo que le quieras agregar a esta entrevista informal?

- Hombre sí. No me preguntaste por Candelario Obeso que se sentaba en mi orilla a contarme como bogaba sus penas y a recitar “Qué trite que etá la noche, la noche qué trite etá”. Ni tampoco me preguntaste por José Barros que también piraguaba en mis aguas sus “bogas con la piel color  majagua”. (Pienso entonces en poemas que son como riadas de palabras flotando, y en poetas que han llevado el río por dentro, así como otros llevan su procesión) Ni hiciste referencia al Carnaval de Barranquilla que bastante que se ha nutrido de la cultura de mis riberas. Nos quedan muchos temas sobreaguando pero ya que te decidiste a conversar conmigo puedes volver. Siempre estaré aquí. Unas veces manso y rumoroso y otras bravo y pavoroso. Siempre aquí, abrazado a mis meandros y a mis recuerdos…

 
El río calla mientras la tarde se refleja en el agua. Me levanto, saludo a las cometas con colas de pescados y me marcho. Camino ahogado de la emoción y con los ojos llenos de agua. He entrevistado al río Magdalena y soy feliz. Mañana será el turno del mar Caribe, ese que siempre me dice ola y nunca me dice adiós.




Aníbal Tobón, al nivel del Bar de Salgar.  Nadapress Dos 2011. Agencia de noticias inoficiosas fundada por Gonzalo Arango. Sale corriendo una vez por mes. Su lema es “No decimos la verdad pero tenemos la razón”.
Fotos: Patricia Iriarte. Bocas de Ceniza, 2009

1 comentario:

  1. ¡eXCELENTE! Felicitaciones Aníbal. Va un abrazote montemariano. Soraya Bayuelo

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