Compartimos con nuestros lectores -con autorización de la autora- este mensaje enviado hoy por nuestra amiga Ana Oeding a propósito de la exposición fotográfica inaugurada el jueves pasado en Comfamiliar.
¿Cómo se nos digitalizó la vida?
Cristi, gracias por volver a ponerme a pensar en Cézanne y su obsesión por las simetrías mientras miraba las tres bolas de pita que te atraparon el ojo allá debajito de la 30, más abajo de San Nicolás Place, en un sábado barranquillero. Y cómo no agradecerte el ayudarme a entender aún mejor el asunto frente a dos bolsas de finas hierbas propias de nuestra culinaria africanista… o frente a las ollitas de mi infancia, a los “chocoritos”, en tamaño real, puestos uno encima de otro desde el más grandote hasta el chiquitico… en fin!!
Paatrii, gracias por compartirme tu revelación mariana, la que tuviste frente a una viejísima ventana de Mompox, tierra de dios, cuando la verdadera voz interna te dijo “Ella vive aquí” y te detuviste a tomarle una foto a la estampa de María, madre de Jesú Cristo. Y gracias por volverme a recordar lo que mis profes trotskistas me enseñaron a los 20 años, y es que una revolución social es tarde o temprano una obra de arte… Sólo viendo tus fotos de la Cuba amada logré entender y sentir de nuevo qué legítimo fue haber creído en los hombres.
Las de ustedes son imágenes de marca mayor. De las marcas indelebles que nos dejaron y dejarán en el cuerpo y en la mente la experiencia de la vida. Imágenes para concebir el arte en su vocación más sagrada: la de traer a esta dimensión terrena momentos, suspiros, colores, palabras que yo creo a estas alturas, solo las conoce el alma.
anaoeding
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