Y le llegó
el turno a Estrasburgo, la joya de la Alsacia, esa región francesa situada en la
frontera con Alemania y Suiza que produce excelentes vinos blancos, cerveza
y automóviles. Estrasburgo, con sólo un millón de habitantes en su área urbana,
la mitad de ellos en la zona central, es sede del Parlamento Europeo, de tres
universidades y de numerosos liceos nacionales; posee un teatro, una ópera y una
orquesta sinfónica, por lo que se precia de su nivel cultural.
Arquitectura tradicional alsaciana, en Estrasburgo. |
Tiene fama
de ser tranquila, segura y atractiva para los viajeros, que difícilmente
agotarían en una semana un programa que incluya un recorrido por el centro histórico
-Patrimonio de la
Humanidad-, la catedral, la ruta del vino y la zona de deportes
extremos y centros de esquí. También hay que hacerle la visita al Museo de Arte
Moderno; a la hemeroteca André Malraux, que en verano programa un hermoso
espectáculo de fuentes luminosas; al Parque L’Orangerie y al puerto, que es el
segundo en importancia
sobre el Rin. Lástima el frio que nos atacó en las últimas noches, cuando
esperábamos el cálido tiempo del verano, pero fueron días bonitos los que pasé
en Estrasburgo.
Panorámica de Lyon desde Fourvière. |
Y de nuevo Madrid, para cerrar el ciclo. Con más
tiempo esta vez para conocerla –pero también con más cansancio- la capital
española estaba candente por todos lados. Allí la actualidad se cuela en todas las conversaciones. En esos días los temas eran la crisis económica y los escándalos
políticos: la renuncia del presidente de
la comunidad valenciana, por cuenta de unos trajes que recibió de regalo de una
empresa con la cual había contratado. Que si se adelantan o no las elecciones,
que si el PP vuelve por lo suyo, que si los indignados preparan una marcha para
el sábado, que si los vecinos de Lavapiés prometen detener los desalojos con
acciones directas, cansados de los abusos de los bancos y de la ceguera oficial
ante los mismos…
Así, entre noticieros, gazpachos, "cañas" y reencuentro con amigas del alma, fuimos conociendo un poco más sobre la abuela
patria y su ciudad principal. Había que ir a El Prado, pero no alcanzó el
tiempo ni la batería (ni los euros). Me conformé con el Reina Sofía, por ver al
Guernica –aquí entre nos, con menos emoción de la que esperaba- y disfruté recorriendo Chueca, el Paseo de la
Opera, El Retiro y la Plaza de Santa Ana. Para qué más.
Una anciana toca su violín en la noche para recoger unas monedas. Madrid |
Lo que
me hubiera gustado traerme
Lo primero: las bicicletas públicas (curiosamente, el día de mi regreso, desde la
tele del avión, me enteré de que Medellín ya las tiene y Bogotá las prepara). Lo otro: el sistema de reciclaje, aunque más
de una persona me haya dicho que no le cree porque todo va a parar al final a
la misma gran caneca. Yo de todas formas creo que es mejor que nada. Y lo
último: la relación de las ciudades con sus ríos, que son una parte amable del
paisaje y se integran a la vida cotidiana
aportándole su ritmo sosegado.
qué rico ver a España desde tus ojos y tu sensibilidad. Gracias! Un abrazo! Lsuarez
ResponderBorrarHermosa descrpción de "tres países, siete ciudades".
ResponderBorrarBuénas cortas y saludabes crónicas....
ResponderBorrarNiña LaPat, tù siempre con los ojos bien abiertos y la pluma veloz y magnìfica.
ResponderBorrarNiña LaPat, tù siempre con los ojos bien abiertos y la pluma veloz y magnìfica.
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