Dakar, Senegal, enero 24 de 2011
Ando de nuevo en
este continente negro, tan enigmático para nosotros los latinoamericanos.
Dakar se vació antier, de sopetón:
la peregrinación anual a Touba coincidió con mi llegada a la capital; vine
desde Rufisque, ciudad de arena, seca y polvorienta, de donde salieron también millares
de vehículos para cumplir la cita religiosa. La gente viajó en buses, en chivas
-igualitas a las colombianas-, en carros desvencijados al lado de las
supercamionetas 4x4 (de esas que se roban en un 2X3, como dice otro amigo), en
carretas tiradas por caballos y aún a pie.
En Touba pasarán casi una semana,
aunque no hay hoteles ni comodidades, baños ni agua… dormirán envueltos en su
propio fervor religioso. El Imán y los marabúes guían esta incesante marcha en
donde todos hablan bajito, como en secreto, mientras los parlantes con la
oración musulmana de las mezquitas han subido el volumen y se escuchan por
doquier. Los canales de televisión no hablan de otra cosa, entre imágenes mil
veces repetidas y tipos sentados a manera de estatuas, discutiendo en ronda en su
idioma, el wolof.
Mientras, otras
marchas y movilizaciones crecen: hace cuatro meses hay cortes de electricidad
por largas horas al día; el gas para cocinar subió de precio, la gasolina
también y ni hablar del agua, que apenas se ve en todo el país, aunque en la
ciudad se derrocha sin misericordia. El ministro de energía y minas es hijo del
Presidente Wade. Corrijo: su título es "Ministro de Estado de Cooperación
Internacional, Planificación Urbana y Regional, Transporte Aéreo e Infraestructuras",
pero su papá le ha pedido que se ocupe personalmente del chocante asunto de las
movilizaciones. Los periódicos de oposición lo mostraron en su elegancia
incomparable con las manos metidas en los bolsillos, al lado de imágenes de
pedreas y helicópteros que sobrevuelan todo, especialmente la peregrinación a
Touba, pues se teme que los inconformes hayan infiltrado las filas de los
fieles. ¡No solo en Colombia hay revoltosos infiltrados!
Senelec, la Sociedad Nacional de
Electricidad, debe 15 millones de euros a sus proveedores… en las zonas
periféricas de Dakar hay tan solo tres horas de luz al día y, como no son
programadas, los electrodomésticos se dañan…
y nadie responde. ¡Se rebosó la copa! En Whakinane, Pikine y Guédiawaye,
barrios donde he trabajado, jóvenes y adultos le prendieron fuego a las llantas
el fin de semana e impusieron la estrategia de tierra quemada, nada distinto a replegarse por raticos y aparecer
en nuevos lugares con piedras por montón (¿de dónde sale siempre tanta piedra,
en tantos sitios, en momentos tan precisos?); el Grupo Nacional de Bomberos
huyó y llegó el temido Grupo Móvil de Intervención de la Policía, lanzando
gases lacrimógenos.
Nunca vi en Senegal tanta
excitación y alboroto; los ánimos están exacerbados y los marabúes tienen un
apoyo creciente, pues muchos de estos líderes religiosos han apoyado las
movilizaciones contra el gobierno de Wade
-que parecería querer tender a la monarquía, por aquello de una eventual
sucesión de Karimcito, que es ya candidato presidencial desde su ministerio- y que brindan a favor de sus propios aspirantes,
pues el año entrante habrá elecciones. "El poder no se hereda, se merece",
es el lema del delfín.
Y mientras, Dakar se prepara para
el Foro Social Mundial, que comienza el 6 de febrero; el sector turístico dakaruá y senegalés sabe que este
febrero hará su agosto; la ocupación hotelera está completa desde julio del
2010… Los que no reservaron a tiempo buscan hoteles fuera de la ciudad, en
Rufisque, Thies, Thiaroyé. Por lo demás, no hay una sola pancarta en la ciudad
que invite al Foro. La universidad, donde se realizará, no brinda información.
La misma ENDA, organización con la que trabajo y dinamizadora central del
asunto, no ha hecho publicidad. Eso sí, en los barrios populares bulle la
algazara de la preparación con obras de teatro, cantores y cuenteros, foros y
talleres de las organizaciones sociales.
No alcanzo a imaginar este Foro,
que espera 50 mil personas de afuera, en medio de los recortes de electricidad,
las movilizaciones populares y los gases lacrimógenos, con costos crecientes de
alimentos y transporte local, y la desbordada desesperación de este pueblo de
mujeres preciosas y hombres gigantes. Lo que sí puedo imaginar es que Wade
pondrá en marcha cualquier dispositivo para solucionar, así sea
momentáneamente, la situación: no se arriesgará a permitir que el Foro, vitrina
internacional a la que vendrá Evo Morales, evidencie tanta vergüenza.
Y lo que espero es que los
movimientos sociales de Senegal, tan distantes a los nuestros en organización e
historia, logren mostrar al mundo -por mucho que el neocolonialismo siga
presente- que no están quietos, que
tienen iniciativas y que siempre hay despertares y esperanzas…
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