La revista Semana acaba de publicar sulista de los mejores 10 libros del año 2010, cinco de ellos de autorescolombianos y cinco de extranjeros. Entre estos últimos están J.M. Coetzee, Jacques Attali, Daniel Glattauer, Amartya Sen y por supuesto, elnuevo Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa; y entre los colombianos escoge a Ingrid Betancourt por su libro testimonialsobre el secuestro, No hay silencio que no termine, a Antonio García Ángel con Animales domésticos, un libro de cuentos; a Daniel Samper Ospina con El club de los largartos, a FlorenceThomas con Había que decirlo, y, ohsorpresa, un libro de poesía publicado por varios autores: Colombia en la poesía colombiana. Los poemas cuentan la historia.
Sorpresaporque no es usual que este género quede ranqueado por el gusto de los lectoresni de los críticos, como es el caso de Semana, que encargó la selección a sucrítico de cabecera, Luis Fernando Afanador.
Pero ¿qué tiene este libro para haberentrado en este Top Ten? Tiene unproceso de investigación y clasificación que le tomó siete años al ComitéEditorial, integrado por Joaquín Mattos, Amparo Murillo, Robinson Quintero yLuz Eugenia Sierra. Al final el grupo escogió 186 poemas que, a manera de ungran mosaico, conforman un relato de la historia de Colombia desde antes de quefuera nombrada. Es, quizás, el más grande fresco literario que se ha hecho denuestro país, comenzando por los cantos de creación de los pueblos kogui,huitoto y nasa, hasta los versos escritos en los años noventa contra ciertosgobernantes y otras “yerbas del pantano”, como diría el maestro FernandoGaravito, que por cierto, también figura en esta antología con un poemadedicado al Francisco José de Caldas.
Allí están, para contar la historia dela colonización antioqueña, el Relato deRamón Antigua, de León de Greiff; la inefable Morada al sur de Aurelio Arturo, para dar fé de los colores yrumores de la naturaleza en las montañas de Nariño; y el episodio del 9 de abril en Colombia visto por JorgeArtel, que termina con una estrofa de terrible belleza:
Estabastendido sobre el mármol
entrelas amapolas frías de tu sangre…
ynadie supo la consigna.
Está la memorable Carta rumbo a Gales con la que Juan Manuel Roca plasmó eninolvidables imágenes la rabia de su generación contra un régimen de los años80 que bajo la consigna de la seguridad pisoteaba los derechos humanos. Y deesa misma época, este poema poco divulgado de Juan Gustavo Cobo Borda: Colombia es una tierra de leones:
Paísmal hecho
cuyaúnica tradición
sonlos errores.
Quedananécdotas,
chistesde café,
caspay babas.
Hombresque van al cine,
solos.
Mugrey parsimonia.
Y para no dejar por fuera la historiamás reciente, se presenta un poema de Julián Malatesta titulado Admonición a los antioqueños, que, comodice la nota crítica que acompaña al poema: “zahiere con la mayor crudeza aÁlvaro Uribe Vélez y cuestiona la moralidad de sus actos”. En efecto, el poemaadvierte a sus coterráneos:
Noos dejéis adular
porel amansador de potros que llegó a Palacio.
Losdel Caribe
Dieciocho escritores y escritoras delCaribe colombiano hacen parte también de esta selección. Ellos son JoséFernández Madrid, Luis Carlos López, Candelario Obeso, Miguel Rasch Isla, JorgeArtel, Oscar Delgado, Gustavo Ibarra Merlano, Héctor Rojas Herazo, GiovanniQuessep, Raúl Gómez Jattin, Rómulo Bustos, Miguel Iriarte, Jorge García Usta,Gustavo Tatis Guerra, Patricia Iriarte, Miguel Angel López, John Jairo Junielesy Beatriz Vanegas Athías.
De Fernández Madrid se escogió su Epitafio a Girardot, que losantologistas consideran representativo de la poesía que exalta a los héroes ymártires de la Independencia; de Obeso su ya conocida Canción der boga ausente, que sin duda encarna ese capítulo de laboga en la navegación del Magdalena; de Luis Carlos López tenemos el retrato asu ciudad nativa como una evocación de la Cartagena que dejaba el siglo XIX yentraba en la modernidad plena de ranciodesaliño.
Miguel Rasch Isla esel siguiente poeta caribeño en el índice, del cual se escogió Edén de los edenes, un soneto erótico deindudable calidad que debió estremecer a la pudorosa Barranquilla de principiosdel siglo XX. Lo que no resulta tan claro es que el poema esté justificado enla influencia de la cultura árabe en el Caribe colombiano pues si bien, como losugiere la nota histórica, en esta región “confluyeron dos vertientes árabesque en diferentes épocas permitieron configurar otras visiones y prácticassobre la sexualidad y el erotismo”, Rasch Isla no representa a esa vertiente árabede la primera mitad del siglo pasado.
Del magdalenense Oscar Delgado se incluyeun hermoso poema en cinco estrofas que tiene el desafortunado título de Añoranzas del retablo estival, pero quees un canto a la navidad de su aldea, y en ella, de todas las aldeas campesinasen las que la navidad llega sinvillancicos ni juguetería. Son cinco escenas, cinco estampas de undiciembre en Santa Ana, con sus noches pobladasde faroles rústicos/que tiemblan en el ramaje como brillantes frutas de colores.De principio a fin el poema refleja la belleza y la hondura que ponía Delgado en su poesía, ybien merece figurar en cualquier antología. Valdría la pena investigar por quéeste poema está dedicado al periodista y político liberal Enrique CaballeroEscovar, a quien también se refiere la nota histórica del poema pero que debíatener sólo 18 años cuando murió Oscar Delgado, y menos aún cuando escribió elpoema.
Siguiendo el recorrido cronológico dellibro encontramos a Gustavo Ibarra Merlano con Los oficios de la ribera, un extenso poema dedicado al mar Caribe,ese que también le ha dado forma al rostro y a la historia de nuestro país conlos oficios de la navegación, con los besos de sal sobre la frente y con la fuerza que carcome las bahías…
No podía no estar el grande poeta deTolú, Héctor Rojas Herazo, prolífico árbol poético cuyos frutos aún noterminamos de conocer. Los desplazadosy Primer cartón del trópico son losdos poemas escogidos para narrar, uno, el holocausto del desplazamiento forzadoen Colombia, y el otro, el cuerpo y el alma del trópico, que en realidad es elCaribe. Poema telúrico, como todo Rojas, que reclama y funda identidad con supalabra:
Aquíha muerto un limón,
aquíun hombre reposa asesinado,
aquípasaron una pringamoza,
aquíun jaguar se rasca los ijares,
aquíuna niña encaneció llorando
dever el mar, de verlo simplemente.
Deverlo caminando por sus olas.
A Rojas Herazo le sigue otro sucreño,Guiovanni Quessep, de quien la antología nos trae esa pieza de su obra que yaes popular y que comienza diciendo: Acuérdate,muchacha/Que estás en un lugar de Suramérica… Según los editores, el poemarinde homenaje a Cien años de Soledady ésta es un ejemplo de esa búsqueda de la identidad latinoamericana que se dioen el continente a lo largo del siglo XX.
Príncipedel Valle del Sinú y LolaJattin son dos poemas de Raúl Gómez Jattin que ya están eternizados en lamemoria poética de Colombia. Ambos son, a su manera, un homenaje al hombre y a lamadre, pero sobre todo, son fragmentos de la historia de amor de un hombre consu tierra.
Rómulo Bustos Aguirre es dueño de unestilo y de un universo único en la poesía colombiana, y de ese universo surgenlos dos poemas incluidos en el libro: Arbolcamajorú y Palenquera. En éste, lafuerza del poema nos trae la imagen de un personaje que hace parte de la vidacotidiana en las ciudades del Caribe y cuyas raíces -esas que los niños buscanen sus pies- están en la lejana Africade donde fueron arrancados susancestros.
Abrela boca ancha
ysu pregón llena la calle
Losniños miran sus pies descalzos
sobrela tierra
buscandolas raíces de este árbol
encuya copa maduran todos los frutos.
Como muestra de la decisiva influenciade la música popular en la obra de muchos escritores colombianos viene el poemaCasi un bolero, de Miguel Iriarte,quien lo encabeza con un epígrafe de Rolando Laserie y lo remata con elrecuerdo doloroso de una lejanía.
Con todo respeto, el comité que eligió el "who is who" no me pareció el más acertado.
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