lunes, marzo 09, 2009

Requiem por el muelle


MUELLE DE PUERTO COLOMBIA
Por Giselle Massard L.

*15 de junio de 1893
+7 de marzo de 2009

Esto es irreparable y la historia nos lo cobrará...

Me duele, no solo por los recuerdos de las largas caminatas hasta la punta del muelle cuando era niña, justo después de una sopa de “pescao” en la K-Z de doña Alicia, o de las imágenes de los nudos de tripas y escamas ensangrentadas, en un verdadero sancocho de anzuelos y nilón, desparramados junto a los pescadores con cometa, que con la paciencia de una efigie, soñaban con la multiplicación de los peces, entre los restos de lo que alguna vez fue una carrilera.

Me duele porque por lo menos las últimas 6 generaciones de barranquilleros vivimos del cuento que nos contaron en el colegio (y corroboramos en alguna visita al Museo Romántico). Esas que hablan de la entrada del progreso a Colombia por ese muelle, de nuestra posición estratégica como punto de contacto con el mundo, de la aviación, de los inmigrantes y la industria, el primer acueducto y todas esas maravillas que nos encandilaron en el pasado y nos terminaron adormilando el corazón.

Tremenda cachetada nos da hoy el destino poniéndole un final a esta película con algunos efectos especiales: vientos de 50 kilómetros, causados por un “frente frio”… símil perfecto de nuestra indiferencia y frialdad con la situación de este enfermo terminal. Por eso tenemos que admitir que somos un pueblo farandulero que ha vivido del cuento de la “puerta de oro” y que hoy, esa puerta (que hace tiempo ya, era de latón oxidado) se sumergió para siempre en el mar, donde no la podamos ver más. Dejándonos así, encerrados con nuestras nostalgias y nuestra verguenza para siempre. Tenemos que admitir que somos un pueblo ingrato, egoísta y arrasador, comenzando por nuestros dirigentes (no se salva ninguno) porque ahí estuvo el muelle esperándonos a todos. Sería bueno mirarnos adentro, ser sinceros y decidir con que realidades queremos vivir, porque a este paso todos nuestros patrimonios (materiales e inmateriales) terminaran pasándonos la factura.

Personalmente en este momento me debato entre si debemos despedirnos y dejarlo descansar en el sueño profundo bajo las olas, o dejar que lleguen los empasteladores a hacer una restauración de esas que aquí se hacen a punta de yeso y vinilo, mano de obra barata y plata refundida. En todo caso para mi… NUNCA SERÁ LO MISMO.

Ahora bien: De acuerdo a nuestra reciente condición, ¿Será que debemos entonces rebautizar a Puerto Colombia, este pueblo sumido en el olvido, saqueado por sus dirigentes y dejarlo simplemente en Colombia? ¡Vaya! otro cruel símil.

Por último, producto de la nostalgia les dejo un par de estribillos de una canción que recuerdo en la voz de Mercedes Sosa y que he tarareado todo el día.

“Por la blanda arena que lame el mar
tu pequeña huella no vuelve más,
un sendero sólo de pena y silencio llegó
hasta el agua profunda.

Un sendero sólo de penas mudas llegó hasta la espuma.
Sabe Dios qué angustia te acompañó,
qué dolores viejos calló tu voz,
para recostarte arrullada en el canto de las
caracolas marinas.

La canción que canta en el fondo oscuro del mar
las caracolas.”

2 comentarios:

  1. Mis abuelos y mi padre con sus hermanos entraron por ese muelle....yo viví con nostalgis por el muelle durante diez años en Pto Colombia hasta hace poco...estando lejos no me extrañó para nada lo sucedido...ya cuando uno iba sentía que estaba a punta de caerse...nuestra ciudad no come de historia y a nadie realmente le importa casi nada...si nos hubiera importado hubiéramos luchado cuando estábamos a tiempo! cada pueblo tiene su manera de ser y su suerte armada a punta de vivirla....viva el muelle...rip
    monica g

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  2. Poema enviado por el realizador audiovisual David Britton, quien quiere sumarse a esta ronda de expresiones de afecto, nostalgia, solidaridad y estupor que hemos convocado desde aquí. Gracias, David.

    Muelle de Amores
    Por: David Britton


    ¿Cuantas lunas fueron testigo de amores?
    Besos robados en tardes de sol durmiendo

    ¿Cuantos amaneceres embriagados?
    Con licores y lívidos encantadores de luna llena o nueva

    ¿Cuantos labios se acariciaron en noches azules?
    Una serenata entona el espacio de un tiempo que se rehúsa a llegar al olvido

    ¿Cuantos vientos al son del mar acariciaron rostros felices?
    Esa lagrima aún está en mi memoria como el faro que guía en las brisas de la tormenta

    ¿Cuantos niños corrieron, entraron y navegaron en tu rumbo marino?
    Fue esa ola que pronunció el nombre y el apodo de la pasión

    ¿Cuántas risas se borraron con la arena?
    Son esas historias de progreso que nunca se embarcaron en los sueños

    Fueron viajeros tus besos y mis amores
    Juntos agarrados de la mano,
    el viento en contravía a nuestros cabellos

    Fue tu caricia la que ya no fue puerto de amor.
    Fue el olor a sal, a humo, a madera mojada, a María y a Juana que ya no volverán…

    Bendito recuerdo de un monumento que la desidia se lleva
    Bendito túnel del vanguardismo que en desdén queda

    Tu susurro musical paseo de mar
    Vals del ventorro salino, se tragó lo que siempre fue tuyo y mío, el amor.

    Bendito Muelle ¿Por qué te desvaneciste con todos los juramentos?

    ¿Y cuándo la pasión de tu grito se ahogó en el mar de los sueños de pescadores?

    Homenaje al muelle de Puerto Colombia, marzo 10 de 2009.
    Guatemala, Centro América.

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