Nota de la editora: Por razones de espacio, que no de censura, la entrevista publicada en el portal lasillavacía.com con el título de Ana Sofía Mesa, rectora de Uniatlántico, se confiesa, fue sometida al proceso de edición que sufren todos los trabajos publicados por una revista, es decir, a recortes y correcciones en el texto. Para quienes tengan la paciencia de leer, aquí publicamos la versión completa de diez páginas de la entrevista original, de la cual la autora envió a las revistas Semana y La Silla Vacía una segunda versión de siete cuartillas aceptada por ésta última, que publicó la versión de cinco páginas que se encuentra en el portal.
Por Patricia Iriarte
Cuando Ana Sofia Mesa llegó a la rectoría de la Universidad del Atlántico, hace seis años y medio, ésta se encontraba bajo Ley 550, había tenido cinco rectores en menos de un año y estaba a punto de ser liquidada. Dos de los últimos rectores, Ubaldo Enrique Meza y Paola Amar tienen hoy procesos en su contra por parte de la Fiscalía General de la Nación por distintos tipos de peculado; uno de ellos había autorizado, según la Fiscalía, el pago irregular de 127 pensiones durante su mandato. Decisiones que, acumuladas con 20 años de desgreño y malos manejos, daban como resultado una deuda de 187.000 millones de pesos y varios años de retraso en calidad académica.
La misión que Ana Sofía Mesa aceptó –y que sabía perfectamente posible pero en ningún momento fácil– era pagar los pasivos, sanear las finanzas y encarrilar nuevamente a la universidad. No era fácil para una mujer que venía de Bogotá enfrentarse a las castas políticas que se habían tomado la institución, y menos siendo paisa, y menos aún con el pecado de ser cercana al Presidente Uribe, cosa que ella no se cansa de desmentir pero que fue explotado por los sectores de izquierda de la universidad para desacreditarla.
Por eso, desde su primer día de trabajo hasta hoy, la rectora ha tenido que ponerse la armadura y mantenerse en guardia para defenderse de los sindicatos, para batirse con los barones políticos, para pagarle a los acreedores, para cobrarles a los deudores y para convencer a su Consejo Superior de continuar apoyándola.
El último episodio de la batalla que los sindicatos libran contra la rectora de Uniatlántico es una huelga de hambre declarada esta semana por dos trabajadores despedidos en 2007. La protesta fue organizada por el Sindicato de Trabajadores y Empleados Universitarios de Colombia, Sintraunicol, para presionar tres puntos: que Ana Sofía Mesa se retire por haber alcanzado la edad de retiro forzoso; que no se aplique la sentencia de la Corte Constitucional que negó el reintegro por tutela de diez funcionarios, y que no se levante el fuero de los miembros de junta directiva del sindicato, como lo ordenó el Tribunal Superior del Distrito de Barranquilla en septiembre pasado.
A principios de los años cuarenta, cuando Barranquilla era una tacita de plata y la flamante puerta de oro de Colombia comenzaba a abrirse de par en par, había un filósofo empeñado en promover la educación pública. Se llamaba Julio Enrique Blanco, y la puesta en marcha de la Universidad del Atlántico, en 1946, fue la cristalización de ese empeño. La universidad comenzó con las facultades de Comercio y Finanzas, Química y Farmacia, Ingeniería Química y Bellas Artes. Además era dueña del Castillo de Salgar y llegó a tener cuatro sedes en la ciudad y en municipios aledaños.
Hoy tiene menos sedes pero cuenta con un campus amplio y bien dotado donde se construye un edificio de laboratorios y un centro cultural con un auditorio de mil butacas. Tiene más de 19.000 estudiantes matriculados, de los cuales el 91% viene de los estratos uno y dos; otro 7% está en estrato tres; 1.2% pertenece a estrato cuatro y hay 115 estudiantes de estratos cinco y seis. Para los estratos 1 a 4 el rango de matrículas va de 268 mil a 600 mil pesos el semestre.
A pesar de las críticas, la rectora Mesa muestra resultados innegables en áreas neurálgicas para un centro de educación superior: en 2006 la universidad no tenía ningún programa académico en proceso de acreditación; hoy tiene varios acreditados y está en proceso de acreditación institucional. Tampoco había maestría ni doctorado con registro calificado en la Universidad del Atlántico. Actualmente ofrece 19 programas de postgrado, entre ellos tres doctorados. Si antes tenía 162 docentes con maestría y 18 con doctorado, en 2012 tiene 432 con título de maestría y 86 docentes con título de doctor. Y algo de lo cual no hablan los medios es que en junio de este año inauguró el sistema de Elecciones Virtuales Avanzadas (Elvira), con la elección por voto electrónico de los representantes estudiantiles en los cuerpos colegiados de la universidad.
El reto más grande
Ana Sofía Mesa, una ingeniera administrativa experta en finanzas públicas, llegó al cargo en abril del 2006. Al mes siguiente, en una entrevista para la prensa local, se definió como una mujer de retos, y este de Uniatlántico lo enfrentaba consciente de todos los riesgos y del sacrificio personal que implicaba alejarse de su familia, residente en Cali y Medellín.
En octubre de ese mismo año estalló en la universidad una bomba en la que murieron tres estudiantes y varias personas resultaron heridas. De inmediato sus opositores insinuaron que ella, con la complicidad del ejército, había ordenado colocar el explosivo. Pero ¿qué estaba haciendo Ana Sofia Mesa para despertar tan pronto el encono de un sector de los profesores y de los estudiantes?
La entrevista se realizó en medio de nuevas especulaciones sobre su posible salida de la universidad y de una supuesta agudización de la crisis financiera. Esa semana tuvo que ir a un noticiero radial de gran audiencia para salirle al paso a los rumores de cierre, y casi enseguida emitir un comunicado aclarando varios puntos de una carta difundida por el representante estudiantil al Consejo Superior.
La rectora nos recibe en su despacho, que tiene una decoración sobria pero agradable –y más alegre de lo que uno se imagina para una persona que tiene fama de seria, de dura y de reservada. A sus espaldas se destaca un cuadro enorme dedicado a ella por el pintor Nitho Cecilio, un egresado de la Escuela de Bellas Artes que hoy goza de gran reconocimiento en la escena artística de la ciudad. No faltan los papeles sobre el escritorio pero no se ve desordenado, por lo que es fácil distinguir, en medio de las resoluciones y documentos por firmar, dos objetos reveladores sobre la personalidad de esta mujer. Uno es un portarretrato con una fotografía en la que aparece jugando con sus dos nietas, y el otro es un cenicero que con frecuencia se llena de colillas.
¿Este ha sido el mayor reto de su vida?
"En lo laboral si, aunque la reestructuración de la gobernación del Valle fue difícil, este conlleva una responsabilidad mayor."
Cuando usted llegó, ¿la situación en la universidad estaba tan grave como se la habían pintado o peor?
“Voy a poner un ejemplo: la universidad debía 180 pesos, pero sólo le entraban cien y se gastaba 150. Esa era una situación. La otra, muy complicada, es que la universidad no era pública; estaba capturada por la clase política del Atlántico. Había un pedazo que era de Name, otro que era de Cepeda, otro que era de Ashton y así sucesivamente. Familias enteras trabajando en la universidad por cuenta del clientelismo. Entonces, al momento de hacer la reestructuración, si sacaba a los de Name éste decía ¿por qué a los míos y no a los de Cepeda?, Si sacaba a los de Cepeda éste me decía que por qué los suyos y no los de Name, así es que dije: saco a todo el mundo y así nadie podrá decir que yo prefería a un político en vez de otro. Lo importante era restablecerle a la universidad la autonomía que la Constitución le fija y que estaba siendo violentada.”
Para restañar esa autonomía tan maltrecha, la rectora tuvo que hacer gala de toda su experiencia y de todo su coraje. Decidió quitar las primas extralegales que tenían los docentes, suprimir cargos, demandar pensiones irregulares y estratificar el sistema de matrícula, una medida que le mereció el desprecio del movimiento estudiantil.
Es decir, que hice lo que uno nunca debe hacer: pelear con todo el mundo, pero no había de otra.”
¿Y si peleó con todo el mundo cómo fue que pudo sacar adelante sus reformas?
“Hay que decir las cosas como son: yo he tenido siempre el apoyo del Consejo Superior, donde también están esos sectores políticos pero donde ha habido una mayoría que ha pensado en la universidad. Y también, por supuesto, tuve el respaldo del Presidente Uribe, de la entonces Ministra de Educación Cecilia María Vélez y de la actual Ministra de Transporte Cecilia Alvarez Correa.”
Además de la clase política, se dice que había otro sector que tenía capturada a la Universidad por esos días: el paramilitarismo
“Así es, recuerde que aquí hubo muertos, gente amenazada que tuvo que exiliarse, corrupción… una mezcla de todo lo que el país tiene.
¿Usted ha recibido amenazas?
“Si, claro, por eso tengo que andar con escoltas”.
¿Pero quién es Ana Sofia Mesa y cómo llegó a la Universidad del Atlántico? Mesa es una ingeniera administrativa de la Universidad Nacional de Medellín, con una maestría en Investigación de Operaciones de la Universidad de Stanford. La primera vez que vino a Barranquilla fue para hacer la reestructuración de la gobernación del Atlántico, bajo la administración de Gustavo Bell, y se quedó a vivir año y medio en la ciudad.
¿Quién le propuso a usted que viniera a hacerse cargo de la universidad?
“Yo era asesora de la Dirección de Apoyo Fiscal del Ministerio de Hacienda, entidad que le da soporte a las entidades territoriales, cuando me llamó la Ministra de Educación Cecilia Maria Vélez (a quien yo conocía de tiempo atrás) y me dijo: ¿Usted por qué no se va de rectora de la Universidad del Atlántico? Yo le respondí que estaba loca, y en efecto, cuando le conté a algunos amigos que me habían hecho esa oferta me dijeron que no se me fuera a ocurrir aceptar ese cargo porque acá había habido hasta muertos. Sin embargo, una noche hice esta reflexión: Yo toda la vida he defendido la universidad pública; creo en ella, y si se cierra esta universidad, por ahí derecho se cierran otras, así que por alguna razón a mi me llegó esto y me va a tocar asumirlo.”
En realidad, el promotor de Ley 550 que estaba a cargo del caso en ese momento estudiaba la posibilidad de contratar a una universidad privada - en este caso la del Norte - y transferirle una suma por cada estudiante atendido, bajo la figura que se aplicó a Telecom, solución a la que ella se opuso. Afortunadamente contaba con el respaldo del entonces Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, quien le dijo en privado: “Usted se va por las 12.500 familias de estrato 1 y 2 que necesitan tener una universidad para sus hijos. Ese es su compromiso, pero vaya en principio en calidad de asesora, no de rectora, mientras se busca un rector.” Sin embargo, el Consejo Superior de la universidad rápidamente la designó como rectora encargada hasta febrero de 2011, cuando la ratifica como rectora en propiedad.
Como directora de Presupuesto del Banco de la República y asesora del Ministerio de Hacienda Ana Sofía Mesa sabía de cuentas y de cruce de cuentas, sabía de cálculos actuariales, de reestructuraciones, de acuerdos de pago, es decir, tenía la experiencia necesaria para lograr que la Universidad del Atlántico recuperara varios miles de millones de pesos. Pero la mujer no sólo sabía de cirugía financiera. También tenía una trayectoria académica como profesora de las universidades del Valle, Nacional de Medellín y EAFIT, y además, como asesora de gobernaciones y alcaldías conocía por dentro el manejo de la administración pública.
A Uribe no lo conocía pero habló con él un par de veces. La primera para decirle que aceptaba el cargo con la condición de que el gobierno le inyectara 30 mil millones de pesos a la universidad (lo que en efecto logró) y la segunda, ya en ejercicio, cuando él la llamó a preguntarle en qué consistía la estratificación de matrículas que ella acababa de adoptar.
Tres gobernadores la han conocido
Al preguntarle cómo eran sus relaciones con los gobernadores del Atlántico, la funcionaria responde con el estilo franco y directo que la caracteriza:
“Carlos Rodado al principio fue muy colaborador porque sabía que de él dependía que a esta universidad no la cerraran, pero en un momento dado también se volteó y me quiso sacar. Yo supe que citó a dos miembros del Consejo Superior en Montería aprovechando una visita del Presidente Uribe para que le dijeran al Presidente que me sacara, pero esas personas no sólo no fueron a Montería sino que le dijeron a Rodado que no tenían cómo sustentarle esa petición al Presidente Uribe. Eduardo Verano fue un verdadero desastre; es una persona falsa, que proyecta una imagen de honestidad ante el país pero con la universidad se manejó muy mal. Una vez alguien le dijo, sin ningún fundamento, que yo le iba a vender la sede de 20 de Julio a los Char, e inmediatamente solicitó facultades a la Asamblea Departamental para transferir al Distrito de Barranquilla parte de esa sede a título gratuito. También disminuyó los recursos que la gobernación le daba a la entidad y por no aceptar nuestros argumentos seguimos empantanados en el tema de la estampilla y de los gastos de funcionamiento de la Secretaría de la Ciudadela. Él decía que quería la universidad, pero la quería para mostrar los edificios nuevos. Además, como posa de ser muy liberal, se sentaba con el sindicato de profesores y con estudiantes de la MANE y armaba estrategias con ellos sin informarme a mí ni a los otros miembros del Consejo Superior, y para completar, le dio proyectos a la CUC y a la Universidad Simón Bolívar que habría podido darle a la universidad para mejorar sus ingresos. El gobernador Segebre es un tipo bien intencionado; muy ocupado con la situación del sur, pero ya firmó un convenio con la universidad, le asignó recursos de regalías y quiere darle a esta la dimensión que le ha dado la gobernación de Antioquia a la universidad pública de ese departamento.”
El 80 por ciento de los estudiantes de la universidad son de Barranquilla ¿cómo se han portado los alcaldes con la universidad?
“El Distrito no le hace aportes a la universidad, salvo por unas becas que otorgaba a través del Instituto Idces –que ya no existe- y que han venido disminuyendo sistemáticamente en los últimos años. Alex Char propuso darles un subsidio para el Transmetro a los cuatro mil mejores estudiantes y nosotros le hicimos el listado y toda la tarea pero eso nunca se concretó. Con Elsita es muy extraño porque cuando era Secretaria de Hacienda tuvimos muy buenas relaciones pero ahora que es alcaldesa no hemos podido trabajar con ella. Yo traté de rescatar un acuerdo del Concejo que destinaba un porcentaje de ciertos impuestos a la universidad, pero cuando comencé a mover el asunto resultó que un acuerdo posterior había derogado ese aporte. En términos generales la Universidad está muy desprotegida, y si no fuera por los recursos nacionales estaría peor.”
La universidad y las fuerzas sociales
Cuando la universidad comenzó tenía entre sus miembros al Colegio de Barranquilla para Señoritas, a la Escuela Industrial y a la Escuela de Sabanalarga, entre otras instituciones. Hoy no tiene asiento en su junta ninguna organización social, cultural o académica de la ciudad ni del departamento. ¿Cómo ve usted esa relación entre la universidad y las fuerzas sociales?
“Durante la debacle financiera la universidad vivió una crisis muy grave de confianza, de la que apenas se está recuperando. A pesar de que en las calles la gente dice que por fortuna se recuperó la universidad, yo no veo a la gente defendiéndola como defienden en otras regiones del país a las universidades públicas. Y creo que en eso la falla es de lado y lado, pues nosotros no hemos logrado que la sociedad se comprometa con la universidad. Solo los padres de familia se pronuncian cuando hay rumores de cierre, pero no hay una fuerza social que la defienda; por eso han hecho de todo con ella. Los factores son diversos, por ejemplo: de acuerdo con el estatuto general de la universidad los decanos son los representantes del rector en cada facultad, sin embargo, a los decanos no los nombra el rector sino el Consejo Superior, y yo supe que a varios de ellos los nombraron a cambio de determinadas cosas. Entonces tienen dos jefes: la rectora y su jefe político, y por más que he insistido en que haya más proyección social y más recursos de autogestión no pasa nada si ellos no lo generan.
Por otro lado -y eso no es solo un problema de la Universidad del Atlántico sino de todas-, los profesores universitarios no saben trabajar en equipo y no ven fácilmente la relación que puede haber entre sus investigaciones y las necesidades de la región. Ese es un problema cultural que hay que cambiar.”
¿Qué fortalezas le ha encontrado a la universidad?
“Que a pesar de la crisis la mayor parte del cuerpo docente fue capaz de mantener la universidad abierta y viva. Además es muy fuerte en Bellas Artes, en Ingeniería y en Educación, donde tiene una responsabilidad grande con la calidad de la educación en el departamento.”
Por las medidas que tomó con la facultad de educación los estudiantes le hicieron más de una manifestación el año pasado. En una de ellas bloquearon por más de tres horas la vía de acceso a la universidad.
“La facultad de Educación era un reducto político que consumía la mitad de los recursos de la universidad. Tenía 17 licenciaturas, lo que implicaba tener 170 cursos de pedagogía, 170 de didáctica, 170 de investigación pedagógica, todo lo cual era altamente ineficiente. Era necesario buscar núcleos comunes y abrir, por ejemplo, cursos de matemáticas para estudiantes de todos los programas que necesitaban ver esta materia, en lugar de tener cursos de matemáticas para física, para ingeniería, para economía. Eso me ocasionó líos pero logramos disminuir muchos cursos y ofrecer una pedagogía y una didáctica para todas las licenciaturas.”
A propósito del TLC ¿la universidad ha hecho algún estudio sobre las necesidades de formación de Barranquilla y el Atlántico?
“Con los planes estratégicos y de competitividad hicimos una aproximación que dio como resultado los clusters que se plantean para el parque tecnológico.”
¿Por que llevamos tantos años hablando del parque tecnológico y aún no se concreta?
“Porque eso no lo puede hacer la universidad sola sino que requiere el apoyo de la gobernación y del sector privado, y a pesar de que el gobernador Verano dijo que apoyaba el parque no se metió la mano al dril. Segebre se comprometió a darnos 7 mil millones de pesos de las regalías, pero entre tanto vamos avanzando en los estudios financieros y jurídicos y en proyectos que deberán estar allí, como el de bioequivalencias que adelanta la facultad de Química y Farmacia.”
Otro de los caballos de batalla de sus detractores ha sido el de los contratos de sus asesores. ¿Cómo justifica usted esos contratos?
“Uno de los que me critican es el de Gunar Avendaño, a quien traje para que me depurara las acreencias y depuró 27 mil millones de pesos. En términos de costo beneficio creo que se cae de su peso sus honorarios. Otra es María Eugenia Córdoba, quien ha manejado el proceso de certificación de calidad; ya estamos certificados en ISO 9000 y estamos por certificarnos en lo ambiental. ¿Entonces? Lo que pasa es que no hemos podido tener una planta en carrera administrativa, a excepción de los que permanecieron después de la reestructuración administrativa, porque esa planta nos vale un 40% más y la universidad no tiene en este momento recursos para cubrirlo puesto que primero tiene la obligación de cumplirle a sus acreedores. Ante eso, optamos por hacer órdenes de prestación de servicios por el mismo número de cargos disponibles, que son 172. Para no configurar relación laboral se renuevan cada cuatro meses, por tanto ellos (los detractores) multiplican los 172 por cuatro al año y les da 688 por año, y esto multiplicado por el número de años que llevo en la rectoría pues un valor grande de contratos, pero no, son los mismos 172 cargos aprobados en la planta de personal.
Los otros asesores son los jurídicos, que según la ley no configuran planta paralela porque la defensa de las instituciones se puede contratar, y yo tengo muchas demandas que atender con lo de las pensiones, que en caso de ganarlas nos van a representar recursos importantes y un ahorro hacia el futuro que podrá utilizarse para las actividades misionales de la universidad. Y algo que es difícil decir pero hay que hacerlo: yo no soy de aquí y necesito tener gente de mi confianza, por lo menos en ciertos cargos, porque si no, ¡me meten todos los goles del mundo!”
¿Cómo es que a pesar de haber salvado a la Universidad del cierre, la acusan al mismo tiempo de causarle detrimento patrimonial?
“En el año 2000 el gobierno nacional le enviaba a la universidad 9 millones 115 mil pesos por estudiante año, que en ese momento eran 10.567. Hoy tenemos 19.080 y nos manda la misma plata a pesos de 2011, o sea que tenemos 5 millones para cada estudiante, pero si le quitamos a eso lo que tenemos que destinar a las pensiones quedan 3 millones 352 pesos estudiante año. Mientras tanto los gastos, a pesos de hoy, son los mismos que en el año 2000. Entonces ¿cuál detrimento patrimonial si los gastos se mantienen, aumentamos cobertura, creamos nuevos posgrados, acreditamos programas y aumentamos el número de docentes con títulos de doctorado y de magister?”
Actualmente la rectora tiene un pliego de cargos en la Procuraduría, proceso que el Secretario General y fiel escudero de la rectora, Gaspar Caamaño, explica por la alianza de los sindicatos con los políticos de la ciudad: “La anterior gobernación fue muy política con la universidad y promovió muchos ataques contra la gestión de la rectora. Uno de sus nichos, la Contraloría departamental, generó unos hallazgos contra la universidad que fueron controvertidos por las conclusiones de la Contraloría General de la Republica, que con criterio un poco más independiente, hizo una auditoria en la misma época, sobre los mismos materiales, y hay que tener en cuenta que por los estatutos de la universidad, la Contraloría General tiene mayor competencia que la departamental para dar su dictamen.”
¿Qué circunstancias o condiciones le han dificultado su trabajo?
“Que soy paisa, que soy mujer y que no tengo apoyo político.”
¿Qué le gusta y qué no le gusta de Barranquilla?
“No me gusta el machismo, que creo que aquí es más marcado, como lo es también la falsedad; esa que tiene que ver con la cultura politiquera que ha permeado todo. Personas que aparentan ser bacanas pero solo son leales a quienes les garantizan sus privilegios personales. ¿Qué me gusta? El otro lado de la moneda, y mucha gente que no se deja encajar en ese estereotipo costeño de que las cosas se consiguen con influencias y todo se vale. Me gusta esa gente que es auténtica, que es clara, que piensa en la región y en el país, que sabe disfrutar de esta riqueza cultural Caribe sin fanatismos, ni regionalismos inconcebibles en esta época. Y de resto no hay tiempo de que me gusten muchas cosas porque no hago sino trabajar.”
¿Que le gustaría hacer antes de irse?
“Pagar todas las deudas generadas en los años anteriores. Después de dos años de esfuerzos logramos la aprobación de un nuevo cálculo actuarial, lo que significa que el Ministerio Hacienda y la Gobernación del Atlántico deben pagarnos más de 52.000 millones de pesos, con lo cual se cancelarían las acreencias del Acuerdo de Reestructuración de Pasivos y se tendrían recursos adicionales para la Universidad. También me gustaría dejarla acreditada; ya tenemos acreditados los programas de Historia, Bellas Artes y Química y Farmacia, y esperamos la visita para Economía, pero la meta es la acreditación institucional y estamos en ese proceso. Y dejar andando el parque tecnológico.
Yo creo que me debería ir el año entrante. No lo hago en este momento porque no he terminado de resolver la situación financiera, que era mi responsabilidad. Y Dios quiera que no, pero temo que apenas se resuelva el problema financiero, esto vuelve a ser un botín para los políticos. A mí me preocupa mucho que vaya a haber un reversazo.
En todas las esferas del país nos hace falta entender la importancia de lo público, que es lo que Antanas Mockus y Sergio Fajardo han tratado de decirnos. Aquí hay que hacer un trabajo grande con la ciudadanía para defender la universidad y a mi me queda complicado porque yo me he tenido que enconchar para poder hacer lo que tenía que hacer. Pero se necesita una persona de aquí, un líder de la región que tome las riendas de la universidad y empiece a hacer todo un trabajo con la sociedad. La pregunta es ¿Quien?”
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