Por Samadhi Dummock
Revista del Grupo de Investigación en Oralidades, narrativas audiovisuales y cultura popular en el Caribe colombiano, de la Universidad del Magdalena. |
Con una magnífica fotografía de portada se inicia el tercer número de Oraloteca. Una portada que abre la ventana de una cocina en ciernes por la que se asoman voces de mujeres valientes. Todo comienza con un no-tan-cándido relato de una ama de casa a la vieja usanza que devela en clave de humor las tribulaciones del ser mujer, antes y ahora; que revisa con su estilo coloquial la evolución del rol femenino y las dificultades aun inherentes a él.
Esta edición da voz y espacio a mujeres en situaciones sociales de severa desventaja: hablan vendedoras y vendedores ambulantes que describen minuciosamente la conquista de la calle, las estrategias de venta, el comportamiento de los consumidores y el toreo diario de la supervivencia a golpe de subempleo y economía sumergida.
Hablan indígenas y hablan habitantes de ciénagas en descomposición que se resisten a abandonar la lucha por la limpieza, la subsistencia y la productividad de un ecosistema que antaño les daba vida y ahora se acerca peligrosamente a la aniquilación gracias a la negligencia de los gobernantes, la ignorancia de sus habitantes, el abandono de las universidades y la escasez de organizaciones de ayuda.
Se escuchan las voces de las mujeres raizales de la isla de San Andrés y de un puñado más que destacan por su arrojo y fortaleza en la puesta en marcha de mecanismos para garantizar la subsistencia propia, la de los suyos o de las comunidades que habitan. Para lamentar, solo la falta de edición de los parlamentos, que por ser orales necesitan se limpiados de redundancias y ayudados con reglas de puntuación para facilitar la lectura y evitar que los errores opaquen la fuerza de la palabra de los testimoniantes.
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