jueves, diciembre 20, 2007

Desde la hamaca




Deberíamos, pero no

Por Mara del Rio


Agosto de 2007

Deberíamos hablar de la primavera tropical por estos días; de las explosiones de color que suceden en los árboles y del verde renacido con las lluvias. Pero la realidad nos obliga a mirar, y a pensar en otros temas: agrios, cruentos, desoladores como las imágenes que nos asedian por doquier.

El país está sembrado de muertos, lo demuestran los hallazgos, penosamente comunes, de las fosas. Los ríos, salidos de madre, arrastran casas, cadáveres, culpas, cultivos, verdades. En la ciudad o en el campo, la gente es avasallada por tropas color verde, color gris, color negro, color muerte. Los representantes del pueblo no son tales y el pueblo sigue sin saber elegirlos. Los políticos se sientan a manteles con los “señores” de la guerra. Los corruptos se siembran cada vez más en los cimientos sociales. El deterioro avanza; y como en las novelas de Rojas Herazo, no cesa el rumor de la plaga que carcome los bienes, las conciencias y las instituciones.

Deberíamos mirar las cometas flotando en el cielo, pero en su lugar vuelan helicópteros. Deberíamos respirar aliviados por la confesión de los verdugos y la esperanza de justicia, pero sus palabras siguen siendo tan oscuras como sus intenciones. Deberían los gobernantes ser superiores a sus retos, pero descienden hasta el lodo y son pendencieros. Alientan la justicia por mano propia, juegan sucio, mienten, timan, chantajean.

Diciembre de 2007

La horrible noche todavía no cesa. La soberbia cercena todo intento humanitario. La carta de Ingrid, su imagen minada, su dolor, nos golpea a todos. Los políticos, todos, siguen sin saber qué hacer: ni los presidentes de la potencia europea, ni los viejos líderes de la guerrilla colombiana.

Deberíamos hacer lo que hace un pueblo digno: levantarse, decir basta, apartar la niebla de sus ojos, revocar, derogar, desobedecer; construir otra casa, otro país, incluso otro himno, otro escudo, otra bandera si es preciso. Porque todo emblema está arruinado, y todo símbolo pervertido.

Deberíamos tomar ciertos ejemplos, rescatar ciertos sueños, estrenar ciertos derechos. Deberíamos, pero no… Alguien nos detiene, algo nos paraliza. ¿Está dentro de nosotros? ¿Dónde está? ¿Qué es? ¿Quién es? ¿Hasta cuándo, hasta dónde? Pero sobre todo, ¿Por qué?

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