lunes, septiembre 17, 2007

Féminas

La Carta a Isolda

Por Mara del Río

El texto que sigue es un fragmento de un artículo titulado “Carta a Isolda”, publicado en la página www.ciudaddemujeres.com, el pasado 24 de abril. En esta pieza del género epistolar, la autora, Pilar Cabanes Jiménez[1], asume la personalidad de Leonor, una abuela que transmite a su nieta su sabiduría en torno a la condición femenina en los tiempos que le tocó vivir. Pero la carta, en tanto pieza literaria, no es más que un recurso para introducir a sus potenciales lectoras en la obra de la escritora medieval Cristina de Pisán, como parte de de un trabajo mayor titulado “Antología didáctica de escritoras en la Historia”.

“Querida Isolda, luz de mi vida, nieta más amada, te escribo esta carta que espero que entregues un día a tu hija y ésta a la suya, pasando de generación en generación; hasta que amanezca el día en que no se haga necesario porque nos reconozcan y nos reconozcamos.
Una poetisa griega, a la que leí a hurtadillas de tu tatarabuelo, Safo, decía estas palabras: Os aseguro que alguien se acordará de nosotras en el futuro. Y eso pretendo yo, mi niña, al escribir estos folios, de nuevo casi a escondidas, pues sabes bien que la lectura y la escritura, en nuestra era, no son cosas femeninas. Pero mi cielo, aunque te instiguen a coser, a fregar, a tomar marido y a criar hijos, como labores mujeriles; nunca dejes de leer, de escribir tus sentimientos en primera persona; aunque debas hacerlo en secreto o con un pseudónimo masculino, porque llegará el día en que alguien se acuerde de ti. Llegará el día en el que las mujeres puedan despojarse de esta máscara impuesta por la sociedad; el día en que podamos elegir marido; escribir, leer, sin que sintamos que usurpamos un territorio de hombres; investigar, pintar, operar, hacer lo que nos plazca sin tener en cuenta nuestro género.

Isolda, a través de mis palabras te quiero transmitir unos conocimientos para mí muy valiosos. Quiero que tengas una imagen de la mujer plasmada por otra mujer; para que seas justa a la hora de valorar a tu propio sexo. A menudo, los hombres ofrecen una visión un tanto distorsionada de nosotras, plasmándonos en sus escritos, como ángel o como diablo, como la madre de Dios o como la perdedora y tentadora del hombre. Imagen ésta tendente a los extremos que no se corresponde con la realidad femenina.

Por otra parte, nuestros escritos, nuestras composiciones musicales, nuestros inventos, no gozan de la misma popularidad que los realizados por el hombre; pasando desapercibidos, por ser obra femenina; o, en el peor de los casos, siendo incluso robados por aquellos que nos rechazaron.”
A continuación, la abuela pasa a narrarle a su nieta “algunas de las cosas que pude descubrir al leer algunos libros y al escuchar algunas conversaciones privadas”, entre ellas, que Sócrates había reconocido que algunas mujeres tenían una sabiduría superior a la suya, refiriéndose a la ilustre Aspasia, de quien habría aprendido el método filosófico que luego la historia le atribuyó a él. Más adelante continúa la abuela, refiriéndose a las cartas de Abelardo y Eloisa: “Mi niña, si sientes curiosidad y quieres leer estas cartas, acude a mi buena amiga Cristina de Pisán. Ella las consiguió y me las leyó al calor de la chimenea. Recuerdo que brotaron lágrimas de nuestros ojos.”

De esta forma la autora presenta la figura de Christine de Pizan o Cristina de Pisán, escritora de ideas adelantadas que desarrolló la mayor parte de su trabajo literario entre 1400 y 1418. Defensora de la educación femenina y según dicen, tenaz contradictora de los hombres en sus críticas a las mujeres, se le considera la primera francesa de letras que consiguió vivir de su profesión. Pasó varios años pleiteando para recuperar su herencia, lo que hizo que tuviera que ganarse la vida escribiendo. Compuso tratados de política y de filosofía, y libros de poesía.
Es sorprendente que en esa época una mujer lograra expresar algo que describe la experiencia de muchas mujeres hasta hoy: “Y si alguna mujer aprende tanto como para escribir sus pensamientos, que lo haga y que no desprecie el honor sino más bien que lo exhiba, en vez de exhibir ropas finas, collares o anillos.”



[1] Licenciada en Filología Hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras de Cádiz. Realizó el Doctorado en la misma y ha escrito diversos artículos relacionados con el mundo medieval: la muerte, la medicina, los ungüentos, la sexualidad, las enfermedades venéreas, el aborto, el deseo femenino, las escritoras, la tipología femenina en las cantigas de escarnio, entre otras, publicados en revistas sobre Historia, Arqueología y viajes. Ha sido directora artística de varios musicales, el último, sobre La Vida de Santa Juana de Lestonnac. Actualmente trabaja como profesora de lengua y literatura, en el Instituto Fernando Savater, en Jerez de la Frontera.

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