lunes, abril 07, 2025

 Gonawindúa o la persistencia de un mensaje

 

“Durante siglos el pueblo Kogui ha tratado

                                                                                    de transmitir el mensaje urgente de cuidar el planeta…”

Primera frase de la obra teatral "Gonawindúa. El corazón del mundo".[1]

 

 


Texto y fotos:  Patricia Iriarte

 




A finales de los años ochenta, siendo redactora del diario La Prensa, llegó a mis manos la transcripción de una entrevista en la que el mamo Ramón Gil Barros relataba el mito de origen de los cuatro pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta, ese que comienza con la declaración: "Primero estaba el mar..." El mamo Ramón Gil hablaba allí de los diversos planos de Aluna, el lugar donde habitan las almas de todos los humanos,  y del secreto acuerdo que tienen con la Madre Tierra para reparar los errores o compensar los favores recibidos de ella mediante el pagamento.

Le propuse al maestro Fernando Garavito, editor del periódico, que me diera un espacio en la sección de cultura para publicar las ideas centrales de ese discurso y de inmediato me reservó media página para publicarlo esa semana. Creo que conseguí con mi fuente, el Dr. Juan Ospina, la foto del mamo, y fue así como publicamos una síntesis del largo relato del líder kogui. Recuerdo haber quedado prendada de esta idea originaria, de esa riqueza simbólica y de la poética implícita en el mito de Serankua, el dios que habita en los picos nevados de la Sierra. Gracias a la edición que hice de ese material con la orientación de Fernando, logré entender lo que significaba el concepto de Gonawindúa, la gran montaña, la madre tierra.

Ya entrados los noventa, siendo parte del equipo de reporteros de la revista Cromos, tuve la misión de acompañar a la Sierra Nevada de Santa Marta a dos profesionales del Inderena que hacían parte de una misión científica de la Universidad Nacional. El objetivo era recolectar rocas y muestras de plantas en las tres vertientes del macizo costero.

En esa ocasión, el biólogo Mario Castañeda y un compañero geólogo de la misma institución,  tenían planeado recorrer la vertiente oriental de la Sierra recolectando muestras y datos que conformarían el levantamiento ecológico de toda la montaña. Para ese momento ya habían estado en la vertiente norte, que tiene como entrada el puerto de Santa Marta. 

La idea, después de dejar atrás Nabusímake, en el departamento del Cesar, era llegar lo más cerca posible a los nevados. Yo los acompañé durante la primera semana, hasta un sitio de poder llamado el valle de Duriameina, a 3.200 metros de las playas del Parque Tayrona.

A ellos les tomaría una semana más llegar al borde del nevado para explorar los ecosistemas de ese último piso térmico. En cada etapa del recorrido, en lo que me constaba, se reunían largas horas con la autoridad indígena y miembros de la comunidad. Toda la noche la transcurrían los hermanos mayores mambeando con la planta sagrada, mientras los científicos les explicaban en detalle el colosal proyecto de describir la flora, la fauna y los minerales de toda la sierra nevada. A medida que respondían las preguntas y preocupaciones de los arhuacos sobre los fines de ese proyecto y sobre el destino de la información que se iban a llevar, los gobernadores les iban autorizando avanzar al siguiente poblado.

Ese viaje, donde recibí la hospitalidad de dos mujeres arhuacas, madre e hija, y compartí con ellas el plátano verde y el calor de la fogata en la noche fría, donde recibí, a la mañana siguiente, a manera de regalo, un mazo de cebolla en rama cultivado y cosechado por ellas mismas en su parcela, ha sido una de las más bellas experiencias de mi vida, y desde entonces sentí que una parte de mí, de alguna forma, se arraigaba en ese territorio. El resultado periodístico fue una crónica de tres páginas titulada “Los guardianes del agua”, que contaba la ambiciosa aventura de los científicos, y de paso, transmitía el mensaje de urgencia de los lideres espirituales por el cuidado y el respeto con el planeta.

Desde entonces siempre estuve atenta a lo que publicara o produjera sobre la Sierra, y recuerdo haber visto el documental de 87 minutos Desde el Corazón del Mundo, realizado por la BBC en 1990, en el que los manos de los cuatro pueblos insistían en mostrarnos la conexión existente entre nosotros y la naturaleza, y en llamar la atención sobre los daños que  la modernidad le estaba produciendo a la Sierra Nevada, al Corazón del Mundo.




El empeño por hacernos entender

Ya entrado el tercer milenio, en 2010, mientras realizaba la investigación sobre los usos del audiovisual en el Caribe colombiano, tuve el privilegio de conocer de cerca la experiencia del Colectivo de Comunicaciones Zigoneshi dirigido por el líder arhuaco Amado Villafaña.

Este colectivo fue el primer proyecto de comunicación articulado por la Organización Gonawindúa Tayrona con diferentes actores del territorio, para llevar más allá de la Línea Negra el mensaje de los líderes espirituales de los cuatro pueblos, y hacerlo con la fotografía y el video, el lenguaje que a nosotros, los “hermanitos menores”, tanto parecía gustarnos. Así, con el apoyo del antropólogo Pablo Mora, el colectivo gestionó sus propios equipos de producción y preparó al grupo de jóvenes indígenas que haría en 2009 la serie Palabras Mayores, una producción de 10 capítulos de 7 minutos que le llevaría a la nueva generación de televidentes el mensaje que venían repitiendo desde hacía 30 años: la madre tierra está enfermando, hay que cuidarla.

Diez años después de haber hecho la serie Palabras Mayores, hacia el 2020, Zigoneshi se tranforma, y hay un relevo de los jóvenes camarógrafos y realizadores arhuacos, koguis y kankuamos que se formaron en el oficio de la fotografía gracias a proyectos como el documental “Nabusímake: Memorias de una independencia”, producido por Amado Villafañe en 2012. En él, Villafañe incursionó en la puesta en escena con actores naturales para narrar un episodio clave de la historia arhuaca, como fue la expulsión de los misioneros capuchinos de su territorio, y lo hizo con una propuesta dramática que aprovechó el material de archivo de la Fundación Patrimonio Fílmico y de la documentalista Marta Rodríguez.

La obra teatral "Gonawindúa: el corazón del Mundo", estrenada el 29 de marzo en el Teatro Mayor de Bogotá, viene a ser un nuevo y sorprendente eslabón en ese esfuerzo por hacerse oír; un recurso más al que apelan para que esta sociedad sorda y terca reciba el mensaje de los mamos y comprenda la urgencia de parar la destrucción de la naturaleza.

La crítica teatral no es mi área, pero como comunicadora no deja de maravillarme la forma como unos pueblos originarios asentados desde la prehistoria en el Caribe y golpeados por la experiencia colonial y por todas las violencias que estremecen a Colombia, logran realizar, gracias al principio de yuluka (acuerdo) una obra teatral cocreada y codirigida por un mamo del pueblo Kogui a quien se le encomendó la dirección espiritual del proyecto.

Así lo relató Nube Sandoval, codirectora de a obra, en la entrevista para el canal del Teatro Mayor, en la cual habló del trabajo del Centro de Investigación Teatral (Teatro Cenit) en Minca y cómo esta obra tiene antecedentes en la publicación del libro Shikwakala. El Crujido de la Madre Tierra (2018), un compendio de relatos de 26 mamos sobre la Ley de Origen y la misión de cuidado de la naturaleza que tienen los cuatro pueblos ancestrales de la Sierra: Kogui, Arhuaco, Wiwa y Kankuamo.

No podemos ignorar lo significativo que resulta que uno de estos pueblos ancestrales haya tenido acceso a esta oportunidad y el resultado del trabajo sea, en efecto, un poema visual, además de una experiencia envolvente de sonido, luz y movimiento corporal que, por lo menos a mí, me “estalló” -en el mejor sentido-, la cabeza pero además el corazón, y ese otro lugar misterioso que se ubica en la memoria.

Por eso, mientras me dejaba traspasar por el mundo del pensamiento kágabba esa noche frente al escenario del Teatro Mayor, venían a mí las palabras de Ramón Gil Barros, la sonrisa de las dos mujeres que me despidieron en Duriameina con un regalo de la tierra, las películas y los documentales vistos en los últimos 20 años y la emoción que sentí 15 años atrás al ver los jóvenes indígenas capturando con sus equipos su propia visión de la Sierra.

Me vino a la mente el Gonawindúa de Jorge Mario Suárez y Giuliano Cavani, un sorprendente documental de 15 minutos que narra la misión que el anciano mamo Kankuémaku le encomienda a Cenkui, su joven aprendiz, de realizar un pagamento. El recorrido del joven Cenkui hasta el lugar del pagamento es también el curso seguido por el agua desde la pureza de los cerros más altos hasta el mar, y que ha sido manipulado por el hombre blanco a medida que va poblando de manera irresponsable a Gonawindúa.

El proceso creativo que tuvo lugar para llegar al estreno de la obra en el Teatro Mayor de Bogotá fue producto de la metodología del Teatro-puente, aquella que propone “una conversación entre dos mundos culturales. Por un lado, el pueblo Kogui y su misión cosmogónica de armonizar el planeta y, por otro lado, el teatro con su rol de puente, que integra los lenguajes contemporáneos de las artes escénicas para comunicar el llamado a la salvaguardia de la biodiversidad”, como lo expresó Nube Sandoval.

El resultado artístico me pareció admirable. La forma en que se conjugan y despliegan en escena los recursos técnicos para transmitir la idea de la trama y la interdependencia de todo lo existente, en contraste con el desafuero desarrollista de la sociedad occidental, es sorprendente. El hecho de llevar por primera vez a escena a once jóvenes indígenas y dos autoridades ancestrales creo que subvierte los conceptos de actuación y de representación propios del oficio teatral. Por estas y otras razones “Gonawindúa. El corazón del mundo” constituye un hito que da mucho material para la crítica. Pero me atrevo a decir que para ellos, para el pueblo kogui, lo más importante de todo este esfuerzo no serán los comentarios que se publiquen sobre la obra sino el atisbo de conciencia ambiental que ella logre sembrar en los espectadores.

 

Videografía:

1.      Ficha técnica de la obra

https://www.teatromayor.org/es/evento/teatro/teatro-cenit-colombia-gonawindua-el-corazon-del-mundo-direccion-nube-sandoval-y-bernardo-rey-14693?function=3247

2.      Documental Desde el Corazón del Mundo. Un mensaje de los Hermanos Mayores a la humanidad, 1990

(471) Desde el Corazón del Mundo - 1 de 7 - YouTube

3.      Cómo hicimos Palabras mayores, 2009

https://www.youtube.com/watch?v=MzLom5ODlq0

4.      Documental Gonawindúa, de Murillo Films, 2013

https://www.youtube.com/watch?v=HtcbiKquqss

5.      Conversatorio con Nube Sandoval sobre el proceso de creación de la obra Gonawindúa. El corazón del mundo. 2025

https://www.youtube.com/watch?v=B1vPdfZTOjM



[1] Producción teatral con dirección escénica de Nube Sandoval y Bernardo Rey, y dirección espiritual del Mamo Aluntana Vacuna y la Jaba Francisca Jandigua.

  Gonawindúa o la persistencia de un mensaje   “Durante siglos el pueblo Kogui ha tratado                                             ...