domingo, marzo 22, 2015

Alfonso Suárez: El cuerpo múltiple


Por Patricia Iriarte



Performance
(Arte del cuerpo)



Cuando más quiero callar no puedo,
siempre termino hablando con mi cuerpo.
soy el gesto que rompe el silencio,
un grito mudo
abierto en la conciencia humana.
No me pidan traducirme en idiomas
ya que mi cuerpo es alfabeto incierto,
con él puedo escribir lo que me venga en gana
puedo soñar, gozar o sufrir cada agonía
de esta herida que nos han abierto…
la fisura mas profunda de la especie
esa marca indeleble que es el pensamiento.

Ruven



De Alfonso Suárez no se puede hablar solo con palabras; habría que hacerlo con imágenes, con música, con gestos, con movimientos, con silencios, con risas, y también con lágrimas, por supuesto.

Sobre este artista hay mucho que decir pero sobre todo, mucho que contar. Porque en el Caribe, y él es caribeño en cuerpo y alma, se narra con las palabras pero también con el cuerpo. Sobre todo con el cuerpo, como lo observaría ese maravilloso pensador llamado Antonio Benítez Rojo.

Yolanda Ciodaro di Filippo, como novio,
y Josefina Fernández Trespalacios, como
novia. 1937
Alfonso Suárez se ha narrado desde siempre. Sus primeros atisbos de conciencia, entre los 5 y los 7 años, estuvieron precozmente expresados en un lenguaje estético que solo su madre, Yolanda Ciodaro di Filippo, amante ya de la música y el arte, supo reconocer. Ella misma, con su belleza y su espíritu creativo, había seducido al pequeño Alfonso con actos nada corrientes como tocar el piano o vestirse de hombre para posar con una amiga vestida de novia, en una boda ficticia que a alguien se le ocurrió fotografiar.

Se narró desnudo en Autoterapia, su primera obra, en los años ochenta, y vestido de santo en Visitas y apariciones, a principios de los noventa. Se narró ataviado como farota de Talaigua en El Ribereño. Se narró frágil al ciento por ciento en otro performance que hizo historia en el arte nacional, y se sigue narrando en el siglo XXI sin dejar de hurgar en sí mismo con la misma pasión, guiado por una fuerza vital que lo esclarece y que entonces le permite producir verdaderas joyas.

Por esa razón, el mismo Alfonso Suárez toma la voz en este reportaje y con la voz de  importantes críticos, amigos cercanos y testigos de su carrera, continúa narrándose. De hecho, aunque la performancia y las instalaciones han sido su lenguaje habitual no verbal, en los últimos años Suárez ha usado también la multimedia y ha tomado la palabra, oral y escrita, para expresarse. Sus entrevistas, los textos que suelen acompañar sus obras, la titulación, la rotulación del arte postal, las cartas sugeridas o evidentes en sus obras y los poemas, son todas manifestaciones de la creatividad de este artista traducidas al lenguaje verbal.

Este Alfonso, autodidacta en artes y varias veces Premio Regional y Nacional de Artes Plásticas, es también dibujante, ilustrador, escenógrafo, diseñador, vestuarista, fotógrafo y promotor de su propio trabajo. Un hombre orquesta, podrían decir muchos. Más bien, un artista integral cuya capacidad de trabajo le admiran quienes lo conocen desde sus inicios. Algunas de esas personas nos dieron su opinión sobre él.

“Él es un performance viviente las 24 horas del día, y su aporte al arte ha sido el de asumirse y mantenerse día a día en ese estado. Precisamente, lo que le ha permitido construir su obra es esa dedicación diaria a la creación, tan necesaria para él como respirar para vivir”, señala Gustavo García, curador y director de Ars Antiqua Galería. Él organizó una de las primeras Visitas y Apariciones en Barranquilla y ha sido cómplice de Suárez en varias de sus empresas creativas.


La farota, como personaje emblemático de la cultura
ribereña, ha sido otro de los motivos presentes
en la obra de Alfonso Suárez
Invitación a Fantasmata

A su vez Eduardo Polanco, arquitecto, diseñador y curador cartagenero que ha seguido de cerca la carrera de Alfonso Suárez, coincide en que el aporte de este creador al arte del performance en Colombia es el de un estilo propio en el empleo del cuerpo como lenguaje. Por ello piensa que Alfonso es un pionero en Colombia, equiparable a Carlos Zerpa en Venezuela. “La mayor calidad artística de Alfonso y que le ha permitido construir la obra que hoy tiene es su versatilidad para ofrecer a la audiencia ingenio, nostalgia, y una parodia de lo Caribe”, añade Polanco.

Por su parte el poeta, fotógrafo y empresario Rubén Darío Mejía, su amigo desde hace 40 años y colaborador permanente en todas sus instalaciones, define así al artista momposino:  “Él es el lienzo y la partitura, él es en sí es una obra de arte.  Y lo considero un gran triunfador. Si en Colombia ha habido un artista integral de alta calidad ha sido Alfonso Suárez. Incomprendido, indudablemente, porque yo creo que a Alfonso la sociedad colombiana no le ha dado lo que se merece. Él es un hombre que debería tener hoy en día su taller y espacio propio, porque su propuesta artística es demasiado buena.

El inicio de su biografía artística suele ser asociada a su participación, desde 1981, en las obras del maestro Álvaro Herazo, con las que el joven comienza a desarrollar, en la escena artística de Barranquilla, las dotes de performer que había mostrado desde muy corta edad en la casa materna.

Precisamente, una de las imágenes que, como una llave, nos revela un aspecto esencial de la personalidad creativa de Alfonso Suárez es esta que nos regaló durante una charla Rubén Darío Mejía, precisada luego en sus detalles por el artista mismo:

Alfonso tiene entre 6 y 7 años de edad cuando descubre el prodigio de las acuarelas. Como a muchos niños de esa edad, a Alfonsito le regalan una caja metálica que traía, probablemente, ocho colores, uno de ellos el azul cobalto o azul “de pelotica”, color que, al mezclarse con el agua, deja fascinado al pequeño artista que ya habitaba en él. Como decía su madre, el niño se obsesionó con esos polvos de colores como se obsesionaban otros niños con los dulces. Es así como un día decide robarse el ladrillito del color azul de las cajas de sus amigos, y cuando tiene varias se encierra en el baño con un banquito (para  poder alcanzar al espejo), se desnuda y  se pinta todo el cuerpo de azul.

No es difícil imaginar la cara de su madre y de su tío  Osvaldo cuando, después de buscar a Alfonsito por toda la casa, lo encontraron en el baño, teñido de azul de pies a cabeza cual dios Shiva y con una sonrisa de satisfacción. El asombro debió ser mayúsculo, pero no del todo extraño en un niño que solía jugar con su voz frente a un ventilador encendido,  que se hacía turbantes con la toalla o que podía pasar horas bañándose con la manguera en el patio de su casa, cuando a las once de la mañana el calor de la Villa amenazaba con derretir cualquier cosa.  Lo que nadie imaginaba era que bajo aquel ordinario chorro de agua había un pequeño artista que  veía ese chorro como una fuente de luz iridiscente y convertía el movimiento de las gotas en esculturas vivientes.

Cuenta Alfonso que en alguna ocasión intentaron llevarlo al psiquiatra, porque para la mayoría de la gente todas sus ocurrencias no eran más que locuras que había que “curar”.

Hoy en día el catálogo de este artista nato incluye performance, exposiciones fotográficas, objetos e instalaciones en las que se conjuga lo popular y lo universal; lo ancestral y lo contemporáneo. Están, entre ellos, Autoterapia, Desconcierto, Visiones, Homenaje a Santo Tomás, Nocaut, Soplo divino, HQBPJX, Sueños de un hombre rana, Pesadillas de un hombre rana, Acetato, Fly, vuela la paloma a su palomar; El graduado, Homenaje a Lili Marleen, Cuerpo virtuoso-desconcierto, Pasado y presente, Fantasmata, Sonido negro, negro parlante; Ensayo de una boda, Entierro de Joselito, Visitas y apariciones, 100% Frágil,  El Ribereño y Hombre de dolores, sin contar media o quizás una docena de obras inéditas que aguardan por su momento en sus cuadernos de apuntes. Eso, más numerosos objetos, collages, ensamblajes y obras de arte postal inspiradas en varias de las temáticas tratadas en sus performances.


100% Frágil


Uno de los diamantes producidos por Suárez, 100% Frágil, se mostró esta semana en el Art Dubai, la feria de arte más importante del Medio Oriente, África y Asia del Sur como parte de una colectiva de performance en la que participan obras de María Teresa Hincapié,  María José Arjona, Daniela Amaya Chauves, El Cuerpo Habla, Ann Hamilton, Joan Jonas y Cheryl Pope. Sobre esta obra, que ganó el VII Salón Regional de Artistas en 1995 y el XXXVI Salón Nacional en 1996, dijo el maestro Gustavo Zalamea, jurado de los salones regionales ese año: “Revela, con inmensa delicadeza, la noción de fragilidad del hombre. El envoltorio escogido, hecho de una fina red recubierta por un grueso lazo, y que a su vez recubre gran parte del cuerpo, es de una hermosura y economía extremas, mientras que la eficacia y la potencia de su presencia y energía se multiplican con el montacargas sosteniendo en vivo la figura envuelta en la entrada de la sala. Una obra impresionante que sigue creciendo en la imaginación.”


Entro en mi sueño de lunas
y mi respiración toma un ritmo especial.
una luz plata, un punto de luz plata
se acerca a mis ojos, se abre y desvanece.

Oh, cabuya que quemas
Oh, cabuya dolorosa
Oh, cabuya denunciante…



Las apariciones de José Gregorio
Otra de sus obras imperecederas es la serie Visitas y apariciones, que presentó a finales de 2014 con una nueva performance que a más de uno nos puso los pelos de punta. Se trata de una versión poética, minimalista y estremecedora de la que en 1994 ganara el primer premio en el XXXV Salón Nacional de Artistas. Esta vez las apariciones se dan en un ambiente cerrado, con un mínimo de luz, aroma de incienso, música de Erik Satie y de fondo, lacerando la belleza de la música y la luz, un documental científico sobre la ureteroscopia, el doloroso procedimiento médico al que este artista tuvo que someterse en más ocasiones de las que creía soportar.

Escena de Visitas y apariciones. Museo del Atlántico, noviembre
de 2014

Fue a propósito de este trabajo, que constituyó la reaparición artística de Alfonso Suárez después de ganarle la batalla al cáncer, que le solicité al maestro que me concediera una entrevista. Esa tarde, al finalizar el performance, un alud de preguntas vino a mi cabeza: ¿Cómo es que en medio de ese martirio de exámenes, cirugías y tratamientos él sigue cocinando una obra como esta?  ¿Cómo influyó la enfermedad en su proceso creativo?, ¿De dónde obtiene tanta energía?

Solo había una forma de comprender cómo podía un artista diagnosticado de cáncer sobreponerse al dolor y producir una obra magnífica, y esa era escuchándolo.

Alfonso me recibió en varias ocasiones, con su placidez habitual, en la casa de su hermana, en una sala que conserva el aire de las casas momposinas, con sus mecedoras y muebles antiguos de madera tallada. Allí, entre fotos de la Villa -como le dice Alfonso a Mompox- y el aroma del café recorriendo la tarde, me contó y me dejó ver sus cuadernos de trabajo, sus baúles, su bodega atestada de objetos preciosos y su memoria prodigiosa y aplicada a los detalles. Y para fortuna de sus futuros biógrafos, hay que decir que este artista tiene un completo archivo de sus obras, logros y presentaciones nacionales e internacionales. Gracias a ello y a su generosidad, Cantaclaro tuvo acceso a material gráfico hasta ahora inédito que hoy publicamos en exclusiva.

Las respuestas a las preguntas que yo me había hecho no estaban, en todo caso, en el pasado inmediato. Venían de tiempo atrás.

“El primer premio del Salón de Arte Joven del Centro Colombo Americano lo obtuve con un performance que llevaba por título Autoterapia-desconcierto, donde abordaba toda esa represión que me inculcaron frente al desnudo, sobre todo en un lugar como Mompox, tan apegado a la iglesia católica que un desnudo era una visión prohibida.

Primera función de Autoterapia. Barranquilla, 1982

Autoterapia. Barranquilla, 1982




















Para crear Autoterapia hice un recorrido por la historia del arte en busca de desnudos masculinos en escultura, hasta llegar al Renacimiento. Luego, con mi cuerpo homologado al mármol, hacía un recorrido por las esculturas más famosas del arte clásico, terminando con el Hércules ebrio. Toda esa transformación tenía un telón musical y una serie de sonidos creados por mí: máquina de escribir, cisterna de baño, llaveros, ladridos de perro, etcétera. La obra, para sorpresa del público, terminaba con una micción en plena sala. Eso fue en 1982, y yo ya marcaba una gran intuición para resolver, para armar y plasmar en una obra lo que estaba pensando.”

Ese premio, el primero también en la carrera de Suárez, fue organizado por el artista visual Álvaro Herazo, maestro y figura definitiva en su carrera, quien lo había invitado a participar en un famoso performance que está en la memoria de muchos: Reporter con interferencias; luego le dio otro papel en Información es poder, animándolo también a participar en el Salón de Arte Joven con una obra propia.

“Fue el Grupo 44, y en especial Álvaro Herazo Girón y Víctor Sánchez Quevedo, las influencias más inmediatas que recibí durante mi etapa de formación aquí en Barranquilla y de quienes aprendí mucho de lo que sé sobre performance.

En unos carnavales, Alfonso al centro como mexicano. A su
derecha Fernando Cepeda y a la izquiera, con turbante, Alvaro Herazo.


“Después de 1982 viene un proceso de reflexión sobre la responsabilidad que había adquirido con ese premio, y una serie de preguntas para mí mismo: ¿Y si las ideas se me van?  ¿Y si no vuelvo a crear y me quedo estancado en Autoterapia y Desconcierto? ¡Dios mío…! Enseguida comencé a bajar de peso y por tanto, a visitar médicos, pero lo que hacían era recetarme barbitúricos que me daban taquicardia... Poco a poco comenzaron a aparecer otros trabajos, sin forzarme, porque siempre van fluyendo, lo cual se me hace maravilloso.

“Luego de Desconcierto, de contenido ecológico, aparece Visiones, donde comienzo a trabajar con toda la carga de lo ritual. Con el fetiche y los ornamentos religiosos comienza a aflorar todo eso que ya estaba muy marcado en mí y que nadie podía quitarme. Por ejemplo, mi sensibilidad a los olores. A la edad de 4 o 5 años, cuando me llevaban al templo de la Inmaculada Concepción, yo no podía creer aquello que veía: el padre Rosero Perea con toda esa indumentaria, su capa lujosa, el incensario de plata, la reverberación en el aire, la forma como se disipaba el humo del incienso… Todo eso comienza a aparecer en mi trabajo, como aparecieron las fotocopias de fotografías mías iluminadas a mano, como decía el maestro Barrios”. Fotografías que serían la base del trabajo Visiones, antecesor de Visitas y apariciones, donde se caracteriza como José Gregorio Hernández.”


Visitas y apariciones en Mompox
Es sabido que fue el cineasta Luis Ernesto Arocha quien le hizo ver el parecido impresionante que tenía con el médico venezolano y le sugirió tenerlo en cuenta en su obra, y que la primera “aparición” de José Gregorio fue en 1992 durante un Festival de Música del Caribe, pero pocos conocen los detalles.

“Los del festival querían que yo fuera pero no me reconocían nada. Como yo ya no usaba bigotes me hicieron un bigote postizo y lo demás fue apareciendo: el vestido de paño, el chaleco de 1914, el sombrero que había comprado en unos carnavales en Santo Tomás por tres mil pesos… La sorpresa fue cuando me quedé solo en el cuarto y me vestí completamente de José Gregorio Hernández. El primero en impresionarse fui yo.

“Ya en Cartagena, estaba yo haciendo apariciones en la Plaza Monumental de Toros al ritmo de los danzones cubanos tocados por un grupo que había venido de La Habana cuando me preguntaron si me anunciaban y dije que no, que lo único que pedía era que siguieran echando humo blanco, que dejaran la luz azul y me dieran un muchacho que conociera bien espacio para que me ayudara a subir a la parte alta del escenario. Como a la una de la mañana, al compás de los danzones, aparecí en medio de dos palmeras fluorescentes. Cuando el humo comenzó a desvanecerse apareció la imagen José Gregorio, a siete metros de altura. Esa fue la primera aparición. La siguiente fue también en Cartagena, en la Casa del Marqués de Valdehoyos y después le tocó a Barranquilla, con Ars Antigua Galería, cuando se paralizó una boda en la iglesia de la Inmaculada.”

Mientras me enseña las fotos de ese día Alfonso relata que a partir de allí comenzó a estudiar la vida y obra de José Gregorio Hernández como no lo había hecho antes, enriqueciendo cada vez más el performance, que en 1994 gana el XXXV Salón Nacional de Artistas y llega a realizarse en ciudades como La Habana y Nueva York.


Sueños de un Hombre Rana

El cuerpo atacado
Para el performer, como para el bailarín y todo artista que trabaje con el cuerpo, este es un instrumento de saber, de pensamiento y de expresión, como dice Laurence Louppe en su Poética de la danza contemporánea. El cuerpo es lenguaje, es espacio, es objeto de exploración y es laboratorio para el autoconocimiento, para el  trabajo interior que luego habrá de transformarse en código, en signo, en arte. Pero ¿qué pasa cuando la enfermedad aparece y amenaza ese cuerpo?

¿Qué siente Alfonso Suárez cuando le diagnostican el “Ca”, en junio del año  2013?

“Son momentos inexplicables, yo quedé que no lo podía creer y todavía es la hora y no lo creo. Pero la parte creativa siguió allí, a flor de piel. El dolor es lo que muchas veces lo hace a uno parar y reaccionar… como una suerte de autoterapia. Recuerdo que empecé a sacar todo eso con una serie de poemas dolorosos, los “poemas de agua dulce”, cuando presenté Farota de la esmeralda, un performance inspirado en las farotas de Talaigua.”

¿En ese momento ya venías luchando contra la enfermedad?

“Sí, claro, no sé cómo tuve el coraje de estar allí entre tanto público. Eso fue en febrero de 2014, pero desde octubre de 2013 estaba en pleno proceso de irradiaciones y el 20 de diciembre estaba saliendo nuevamente de cirugía. Lo mío era un cáncer de vejiga y las radiaciones no respetan nada, de manera que era un proceso que impedía muchas cosas, comenzando por la alimentación. En este momento estoy sanado pero los controles médicos deben ser continuos.”

¿Tú habías sido un hombre saludable?
“Sí, pero esto venía avisando. Cuando me presenté con Hombre de Dolores en PoemaRio ya tenía mucho dolor y ardor al orinar.”

Un hombre de dolores
Con motivo del estreno de esta obra, en 2009, Alfonso Suárez escribió:

Hombre de Dolores

“Mediante el empleo de mi propio cuerpo como lenguaje, pongo mi vida en escena, exhumando imágenes persistentes, tabúes, mitos, íconos de la cultura popular y de nuestra estructura ideológica; trabajando con el inconsciente colectivo y las paradojas del tejido social como laboratorio de historias idílicas, épicas o trágicas. En Hombre de Dolores me expongo indefenso, soportando un peso sobre mis hombros, susceptible a toda flagelación. Este es el hombre contemporáneo, una criatura sin garantías, sin privacidad, casi sin destino propio.”

¿De dónde te agarraste para sobrellevar todo eso? ¿Eres un hombre creyente?
“Sí, soy creyente. En estos días estuve visitando a Jesús sacramentado, con las Reparadoras de Cristo.”

Inevitable preguntar si pediste a José Gregorio Hernández por tu salud y si crees que tuvo algo que ver en tu recuperación.

“Sí claro,  en la primera radioterapia yo sentí que José Gregorio estaba presente. No solo lo sentí, sino que por esos mismos días apareció un galerista de Bogotá para comprar ocho obras de JGH, algunas de ellas para la colección del Banco de la República. Me llamó la atención ese repentino interés de los coleccionistas por la obra, porque hubiera podido ser por El Ribereño o por cualquier otra, pero fue por JGH y eso para mí fue una señal muy clara.  El apareció y sigue apareciendo.”

Volviendo a la versión de Visitas y apariciones que presentaste en el Museo del Atlántico, ¿cuándo empieza a gestarse esta obra?

“Estaba decidida dos o tres meses antes”, dice mientras pasa las hojas de su cuaderno y encuentra los primeros apuntes.

“Aquí están ya los embudos, la bola de algodón, que es una escultura; el ojo, con el que siempre trabajo… Aquí está todo. Aunque primero se pensaba en una retrospectiva, pero había que restaurar varias obras y el tiempo era demasiado corto. Al fin se decidió el performance para celebrar los 150 años del nacimiento de José Gregorio y los 20 años del Premio Nacional. Entonces me lancé a trabajar, porque ya todo lo tenía claro…”

¿Y cómo llega a ti esa música de Satie que sirve de base a la obra?

“Yo quería usar los sonidos de Luis Pulido que utilicé la primera vez, en 1993, en el Salón Nacional de Artistas Zona Norte, pero no pude encontrarlo. Entonces no sé de dónde saqué que Satie probablemente se había conocido con José Gregorio Hernández en París, porque ellos fueron contemporáneos, uno de 1864 y otro de 1868, si no me falla la memoria, y el médico era un científico que frecuentaba París en esa época. Después llegué a Gymnopedie, una pieza preciosa para piano, bautizada así en honor de una danza anual que se celebraba en la antigua Esparta, donde los jóvenes desnudos mostraban sus habilidades atléticas.”

Alfonso, una última pregunta: ¿Qué te hace feliz?

“El arte, mi trabajo y estar con gente parecida a mí en un espacio armonioso donde no se  me restrinja.”

Este es Alfonso Suárez, un artista íntegro e integral, comprometido con su trabajo hasta el límite de sus capacidades, prolífico, incansablemente lúdico, provocador, y capaz de afrontar la adversidad con humor e inteligencia.

El escritor y crítico de arte Eduardo Márceles Daconte coincide con sus amigos y admiradores en que Suárez es uno de los pioneros más importantes del arte del performance en Colombia, y también coincide en que no ha sido valorado en toda su dimensión, especialmente en Barranquilla. Márceles, quien prepara una publicación monográfica sobre este artista, resalta la cualidad metafórica y el valor ético y estético de su obra, donde siempre han estado presentes las preocupaciones ambientales, la religiosidad, la cultura popular y los valores humanos.

Detalle de una caja  de la serie 100% Frágil

Junto a opiniones tan autorizadas como esta no deja de ser válido el pensamiento de Mejía, cuando en una afirmación que seguramente ruborizará al artista dice: “La propuesta de Alfonso es de una profundidad, sutileza y variedad increíbles… Alfonso es el Andy Warhol nuestro, el Bob Dylan  nuestro. Él tiene todos los elementos de estos genios, lo único que no ha tenido es la publicidad que ellos tuvieron pero de resto lo ha hecho todo y lo ha dado todo.”

Como suele suceder en los accidentados y controversiales terrenos del arte, es el tiempo el que termina por consolidar la obra de un artista. Sin embargo, parafraseando lo que ya en 1996 dijo el maestro Zalamea, Alfonso Suárez es un artista impresionante que sigue creciendo en imaginación.

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