sábado, enero 11, 2014

La galería viviente

Después de tres años de haber sido candidatizados para la Lista Representativa de Patrimonio, los Cuadros Vivos de Galeras obtuvieron el reconocimiento de la nación en enero de este año. Este es un relato sobre una expresión que, en opinión de uno de sus principales impulsores, vuelve añicos muchos conceptos y preconceptos acerca del arte.


Por Patricia Iriarte


En una de las primeras tardes de este año 2014 me encontré con el artista plástico Ciro Iriarte Coley debajo de un inmenso árbol de mango que cubre parte su patio, en las afueras de Galeras, Sucre. Allí, entre el seco follaje que cubría el suelo, Ciro había hecho un claro para colocar dos mecedoras y ofrecerme un sitio fresco en medio de la tarde calurosa. Relataba el artista que los abuelos de Galeras les contaban a sus nietos que sus padres ya conocían los Cuadros Vivos. Testimonios que, según él, les han permitido calcular que esta tradición viene, al menos allí, desde el siglo diecinueve. 

Sin embargo, se sabe que la costumbre de vestir santos, sacar “pasos” –como hacen en Mompós¬–  y  hacer cuadros que recrearan las escenas bíblicas se extendió por toda la región desde la Colonia misma como parte de las estrategias de evangelización, en una parte de la historia social sobre la que poco se ha investigado. “Esa es una de las cosas que hay que hacer, investigar”, dice este pintor y gestor cultural hijo de galeranos y discípulo  del Taller de Arte de Medellín y El Patio, de Barranquilla. Para él, si bien es cierto que ese origen religioso está documentado, es necesario conocer más sobre la evolución que los cuadros han tenido y sobre las particularidades que adquirieron en este municipio, vecino de Sincé, de Buena Vista, de San Benito Abad y de Magangué, por el lado de Bolívar.


Ciro Iriarte Coley
Galeras comparte la tradición ganadera de sus vecinos sucreños, pero por tener en su territorio parte de las ciénagas del San Jorge, también hace parte de esa cultura anfibia tan imaginativa y dada al relato. De cualquier modo, en toda la sabana el repentismo y la chispa están siempre a flor de labios.

Aunque los cuadros están emparentados con las celebraciones y ritos de la religión cristiana, al parecer, continúa el profesor Iriarte, a principios del siglo veinte la gente comenzó a incluir en ellos motivos costumbristas y jocosos. El sentido del humor es uno de los rasgos que distinguen a este pueblo, y parte de él, en su versión más ácida, se le aplica a los gobernantes de turno, buenos o malos. Para la muestra, cuenta el caso de un ex alcalde cuyo eslogan de campaña fue “Haciendo la diferencia”. Pues sucede que su mandato no hizo ninguna diferencia respecto a los anteriores alcaldes que habían esquilmado al municipio, y mientras aún ejercía el cargo se compró una finca cerca del pueblo. Entonces la gente, echando mano de su afilada ironía, le bautizó la finca con el mote de: Hacienda la diferencia.


Pero volviendo a los Cuadros Vivos y a las razones por las cuales el Ministerio de Cultura los declaró Patrimonio Inmaterial de la Nación, una de ellas es el profundo arraigo y sentido de pertenencia que tiene esta expresión entre los habitantes de este pueblo, y que los lleva a involucrarse ya sea en la creación o en el montaje de los cuadros con el préstamo de algún elemento o como espectadores de esa gran galería de arte al aire libre.

“El arte efímero más hermoso de Colombia”

En su forma actual, con la exhibición callejera y el concurso, los Cuadros Vivos existen desde hace 26 años, cuando se creó el Festival Folclórico de la Algarroba, que rinde homenaje también a las artesanías y saberes relacionados con el fruto del algarrobo. Así, durante los tres días de la fiesta, la gente de Galeras se deja llevar por su natural vocación creativa y sorprende a propios y extraños: críticos de arte como Eduardo Serrano; cineastas como Jorge Alí Triana y Pacho Bottía o artistas como Daniel Angulo y Samuel Buelvas. Por su parte Gloria Triana, socióloga y documentalista, definió los Cuadros Vivos como “el arte efímero más hermoso de Colombia”, y se convirtió en una de las promotoras de su declaratoria patrimonial.

"Insignia nacional", un homenaje al sombrero vueltiao, fue uno
de los cuadros más admirados este año, y uno de los
cinco finalistas.

Su hermano, Jorge Alí Triana, se maravilló con la cantidad de público que los cuadros atraen, y decía que ojalá las películas colombianas tuvieran las salas tan llenas como lo están estas calles durante la muestra de los cuadros.

Este año fueron 82 cuadros los que se presentaron. 32 el primer día en el Anillo Vial, 27 el segundo en Las Gaviotas y Santo Domingo, y 23 el tercero en Alameda con sus barrios vecinos. En todos ellos se puede ver desde temprano la movilización de personas que trastean cortinas, armazones, muebles, cartones, plantas, flores, libros, cables y todo el andamiaje necesario para poner en escena la imagen que previamente han creado. Jóvenes, niños, ancianos, gente de mediana edad, todos participan en el montaje de las obras que serán vistas por miles de personas durante dos horas a lo sumo pero que, si logran convencer al jurado, estarán de nuevo ante el público el último día para la premiación final.

"Romeo y Julieta, final de una historia de amor", fue el
cuadro ganador en la categoría Experimental.


Creatividad, laboriosidad y entusiasmo que no habrían sido suficientes para llevar a los Cuadros Vivos al sitio donde se encuentran hoy. Se necesitaron también 23 años de labor educativa continua, y es por ello que había que hablar con Ciro Iriarte, a quien todo el mundo en el pueblo saluda con un: Adiós, profe, ¿Cómo está, profe?, ¿Pa´onde va, profe? Esa labor la ha liderado él desde la Institución Educativa de Galeras (Inega) con su cátedra de educación artística en la que miles de jóvenes han aprendido los fundamentos del color, la composición y la armonía aplicadas a la pintura, la escultura y las artes escénicas. No es extraño entonces que fuera este colegio quien tomara la iniciativa de presentar ante el Ministerio de Cultura la candidatura de los Cuadros Vivos como Patrimonio Inmaterial de la Nación. 

¿Arte popular o arte?

Son muchos los debates y reflexiones que suscita siempre la postulación de una expresión cultural como patrimonio de todo un país, y uno de esos debates es si los Cuadros Vivos deben considerarse arte popular o no. Para el artista plástico y docente Ciro Iriarte lo que vemos en Galeras es arte a secas, y así lo manifestó en un seminario nacional sobre patrimonio convocado por Mincultura el año pasado.

“Yo entiendo que lo de Galeras vuelve añicos ese concepto de arte popular. ¿Se dice que es arte popular para indicar que es un arte menor frente a otro que es mayor? Es arte o no lo es. Lo otro es exclusión, es gueto, es apartheid. Eso es lo que me permite concluir esta experiencia pedagógica que he compartido a lo largo de 23 años: que esta es una propuesta salvaje que rompe todos los esquemas. Por ejemplo, la idea de que solo unos “entendidos” pueden apreciar una propuesta plástica es una falta de respeto. Aquí la gente desde sus capacidades y desde su propio modo de expresarse es capaz de apreciarlo y de decir las cosas de frente, si el cuadro es malo lo dicen y si tiene calidad también son generosos”. Esto quiere decir que los Cuadros Vivos también han formado al público para una experiencia estética, en un proceso que tampoco comenzó hace tres años cuando presentaron la candidatura a Patrimonio, sino mucho antes. 

¿Cuánta gente más ha acompañado este proceso?, le pregunto mientras saboreo un delicioso café que su esposa nos ha llevado al patio.

“La metáfora que yo utilizo es la de una mochila arhuaca, que comienza a tejerse en el fondo con un nudo y a partir de allí se va ampliando cada vez más; así ha pasado aquí”, responde este hombre de hablar pausado y risa fácil. La fuerza –dice–  la tiene el Cuadro Vivo, y él ha ido imantando y atrayendo a más y más gente. Así, por ejemplo, menciona al senador Carlos Martínez Simahan, uno de los principales promotores de esta expresión a nivel nacional, y también a Siervo García, su maestro en el Taller de Arte de Medellín,  quien en 1993 estuvo en Galeras para ver con sus propios ojos lo que su discípulo tanto le había mencionado. 

Esa vez Ciro y Siervo hicieron algo atípico que resultó muy interesante: le propusieron a la gente hacer cuadros para una Calle de los Sueños y una Calle de los Espantos, y el resultado fue sorprendente. “Ahí la gente comenzó a volar”, dice el artista con un brillo en la mirada y una sonrisa de niño travieso. 

"Anciana abandonada"

Desde entonces los cuadros no han dejado de ejercer una fascinación para quienes hacen el viaje hasta Galeras en los primeros días de enero. Porque no es suficiente verlos en fotografías; ni siquiera basta ver un cuadro completo en una exposición del Salón BAT o en el Festival de Artes Escénicas de Cartagena, adonde han sido invitados en dos ocasiones. Como dice Iriarte, “un cuadro es sólo el aperitivo, hay que venir a verlos en su ambiente para descubrir y degustar todo un banquete visual, interesante y variado.” Y es que su esencia está en la atmósfera que se crea en la calle, en el estoicismo del actor o actriz natural que mantiene su posición en la escena, en el arreglo sencillo pero contundente que han ideado los participantes, y en el encuentro final con el público, que se detiene y juzga, o simplemente disfruta del banquete.

Algunos conocedores de las artes visuales han visto en ellos instalaciones, happenings o performances, y con todo eso tienen relación, lo mismo que con el body art o las estatuas vivientes. Pero son otra cosa. Hace dos años Eduardo Serrano escribió así en El Tiempo: “Se trata de montajes realmente ingeniosos con imaginativas escenografías en cuya presentación se logran efectos especiales como la representación verosímil del vuelo de los ángeles o la reconstrucción del Paso del Quindío, de acuerdo con la lámina de la Comisión Corográfica. [...]  es realmente admirable el partido simbólico que los galeranos le saben sacar a un alambre, a un retazo, a un balde, a una cuerda, impartiendo, sin proponérselo, verdaderas lecciones de versatilidad y recursividad.  [...] Se trata, entonces, de una expresión artística simultáneamente raizal y contemporánea, clara y directa en sus contenidos, y que insiste en el ideal de que toda sociedad debe confrontar la vida creativamente.”

Para premiar esa versatilidad, esa recursividad y esa imaginación que despliegan los galeranos se creó hace dos décadas el concurso de cuadros, en el marco del Festival de la Algarroba, pero era, hasta este año, un concurso sin reglas de juego en el que al principio solo eran premiados los cuadros tradicionales y esto desestimulaba a los jóvenes, que ya comenzaban a incursionar en arreglos y temáticas de corte contemporáneo, sorprendiendo cada vez más con la calidad de sus creaciones. Entonces los jurados comenzaron a premiar estos cuadros y los cultores de la línea tradicional se resintieron. En esta ocasión, para zanjar la dicotomía por demás nociva, el “profe” Iriarte propuso considerar las categorías Tradicional y Experimental, y otorgar dos primeros lugares para estimular ambas corrientes.

Esta imagen de Santa Catalina fue la ganadora en
2014 en la categoría Tradicional.
Iriarte no es afecto a los concursos, dice, y señala como una amenaza el incumplimiento de la corporación organizadora del concurso para pagar los premios y los pírricos estímulos que la administración municipal le debía entregar a cada grupo de creadores. En los últimos dos años, a raíz del proceso de inclusión en la Lista Representativa de Patrimonio, los aportes pasaron de 50 mil a 80 mil pesos, y este año llegaron a 150.000, aunque algunos organizadores consideran que es mucho dinero por un cuadro, demostrando ignorancia y desprecio por el tiempo invertido en crearlo y por el ejercicio intelectual de ponerlo en escena. “Ese aporte no enriquece a nadie, lo que busca es que no sufra el bolsillo de estas familias”, explica el profesor, y agrega que si este año les hubieran asignado más recursos se hubieran montado 150 ó 200 Cuadros Vivos.

Lo increíble es que en el proceso de diagnóstico para la elaboración del Plan Especial de Salvaguarda se descubrió que la Corporación Festival Folclórico de La Algarroba tenía deudas con los creadores que venían desde 1982, y que sumaban $20 millones. Es el resultado de la creencia de que todo el que produce arte o se dedica a la cultura debe conformarse con el aplauso o la palmada en el hombro.

Ciro Iriarte trae a colación el caso del gaitero Nacho Luna, que le da nombre a la tarima del pueblo y que motivó uno de los cuadro de este año: “Nacho es un artista natural, gaitero, decimero y creador de algunas farsas y sainetes que se mostraban ambulantes en las terrazas y calles de Galeras en vísperas de las fiestas novembrinas, pero el hambre y la soledad lo han enloquecido y vive gracias a la colectas que organizamos en el colegio para socorrerlo”.

El arte es libertad 

No hay instrucciones ni cortapisas para los temas de los cuadros, pero existen unas constantes sobre las cuales la gente sigue trabajando. En el período más crudo de la violencia, cuando era un peligro salir del casco urbano y los grupos armados mandaban a la gente a dormir temprano, los cuadros se encargaron de denunciar, a su manera, los atropellos de los paracos, de la guerrilla o del mismo ejército.
Este cuadro fue una crítica a los servicios de salud: el médico habla por celular y la enfermera
se lima las uñas mientras los pacientes esperan.

Hoy siguen presentes el drama del secuestro, de las minas antipersona, de la corrupción de la clase política o la crisis ambiental, pero también se hace la crítica al sistema de salud, a la alienación de los medios, al fenómeno del suicidio juvenil. Sin abandonar como tema la fe religiosa, el orgullo del folclor, los clásicos de la literatura, el tiempo, la muerte, la canción de moda o los platos típicos de la región. “Es sorprendente ver lo vernáculo y universal en dos calles”, dijo Martínez Simahan en una entrevista a El Universal en noviembre pasado. “Una vez presencié en La Calle Lopana la escena de un viaje de ganado y en otra, la muerte de Sócrates”.

En esta XXVI versión del concurso compartieron el primer lugar un cuadro alusivo a la tragedia de Romeo y Julieta y una estampa de Santa Catalina, caracterizada por una niña de 8 años; pero también se premiaron las creaciones dedicadas a la fauna en extinción, el sombrero vueltiao, la bienvenida a Galeras y una curiosa reflexión sobre el tiempo que incluía estatuas griegas, lo que sigue probando que no hay límites a la imaginación siempre y cuando se tenga algo que decir y se sepa cómo decirlo.

El gran telón imaginario se ha cerrado hasta el año próximo, cuando volveré a recorrer la distancia que me separa de Galeras para descubrir lo que este pueblo quiere decirnos al convertirse en una galería viviente.




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